domingo, 23 de febrero de 2014

“Cuerdas”, Goya 2014 al mejor corto de animación, conmociona Internet

(Juan Jesús de Cózar).- María es una alegre e imaginativa niña de unos 9 años, alumna de una escuela-orfanato. Un día se incorpora a su clase un niño muy especial. Sabemos que se llama Nicolás porque, mediante un brevísimo plano detalle, vemos la portada de su expediente: “Nicolás Solís. Expte 1106”.

También sabemos que no puede hablar, ni moverse: es tetrapléjico y vive anclado a una silla de ruedas. María no tardará en convertirse en su mejor amiga, e incluso en su “entrenadora” para que mejore su movilidad. Pero María es también una princesa; y Nicolás, su peculiar príncipe azul… Esta podría ser la breve sinopsis de “Cuerdas”, porque no conviene contar más.

Nicolás se llama también uno de los hijos de Pedro Solís, director y guionista de “Cuerdas”, el cortometraje de animación que fue galardonado con el Goya en la reciente edición de esos premios. Su discurso al recoger esta segunda estatuilla (logró la primera en 2011 con “La bruxa”) se convirtió en uno de los momentos más emotivos de la Gala: “Dedico este Goya a tres personas muy especiales: a mi hija Alejandra, ¡gracias, hija, por inspirarme esta historia; a mi hijo Nicolás, porque ojalá nunca me hubieras inspirado esta historia; y te lo dedico a ti, Lola, por todo lo que no has llorado delante de mí”.

Para que lector pueda seguir atando cabos, conviene aclarar que Nicolás, el hijo de Pedro padece, desde su nacimiento en 2004,  una enfermedad llamada leucomalacia bilateral. Como consecuencia, no habla ni puede sostenerse en pie sin ayuda. “Su cabeza –explica su padre– es una máquina de escribir en la que, si tocas una tecla, tocas todas a la vez. Su cerebro pone a la vez en marcha el bíceps y el tríceps, que son músculos antagónicos. Por eso está en tensión”.

Alejandra es la hija mayor de Pedro y Lola. Como ha recordado su padre: “Alejandra me inspiró este relato, porque en 2004 ella tenía seis añitos y era hija única; y nació Nicolás, que necesitaba todos los cuidados del mundo (…). Ella le pintaba, le ponía rulos y jugaba a su manera con él. Un día iba por Guadalajara y mientras escuchaba una canción de Bunbury, vi toda la historia delante de mí y sólo tuve que dibujarla”.

Cuerdas” no es sólo un extraordinario cortometraje de animación, realizado por un competente equipo que incluye a profesionales como Enrique Gato (director de “Las aventuras de Tadeo Jones”) o Belén Rueda… Es, además de todo eso, el resultado de la experiencia personal acumulada durante años por Lola y Pedro en su propio hogar: Si los besos curaran, Nicolás sería el niño más sano del mundo, le gusta repetir al director.

Quizás por ese trasfondo, y por esa bella historia –tierna, divertida y dolorosa a la vez–, se ha convertido en un auténtico fenómeno en Internet. Espontáneamente, muchos fans del corto lo colgaron en la Red, y allí recibió miles y miles de visitas en apenas tres días. Mientras la productora pedía su inmediata retirada (porque hacerlo público anulaba su presencia en futuros festivales), los internautas lo aplaudían y compartían con entusiasmo: esa fue la "doble cara" de un éxito viral inesperado.

Al fin se retiró. Pero la productora, La Fiesta PC, ha empezado ya a trabajar para que “el cortometraje llegue a todo el planeta, a cada rincón: colegios, muestras de cortos, centros culturales, etc.”. Así lo explican en la web que han creado (http://cuerdasshort.com/). Desde luego, el cortometraje merece ser visto por todo el mundo: por su calidad y por su carga de humanidad. ¡Larga vida a “Cuerdas”!

He aquí el tráiler:

domingo, 16 de febrero de 2014

“El medallón perdido”, un filme solidario para padres e hijos

(Juan Jesús de Cózar).- Este viernes 21 de febrero se estrena una de esas películas sobre las que vale la pena conocer su intrahistoria. Su director, Bill Muir, es autor de numerosos bestsellers, y en 2008 decidió fundar la productora MeThinx Entertainment, con idea de realizar películas para toda la familia. Para el guión de su primer film, Muir ha elegido una novela juvenil escrita por él mismo junto con Alex Kendrick, director a su vez de cintas tan sugerentes como “Prueba de fuego” (Fireproof, 2008) y “La fuerza del honor” (Courageous, 2011).

Para entender el origen y la intencionalidad de la película, resultan reveladoras estas declaraciones de Muir, que durante 30 años ha acogido en su familia a niños sin hogar: “En una ocasión nos dieron un niño que nació sin parte del cerebro. Era ciego y sordo; su nombre era Embry. Cuando lo acogimos tenía alrededor de 3 semanas de edad y nos dijeron que sólo viviría una semana más. La realidad final es que vivió 8 meses con nosotros, y creemos que fue así gracias a los cuidados, caricias y mimos que le dio cada uno de los miembros de nuestra familia. Tiempo después nos llamaron para acoger una niña de pocos meses con problemas cerebrales. Después de muchas gestiones conseguimos adoptarla y ahora es nuestra hija Allie, y acaba de cumplir 19 años”. Allie se llama precisamente, en la ficción, la niña coprotagonista del film.

El medallón perdido. Las aventuras de Billy Stone” está planteado como la visualización de un cuento que Daniel Anderson (Alex Kendrick) relata a los niños de un orfanato. Daniel les narra la historia de Billy (Billy Unger) y Allie (Sammi Hanratty), dos amigos de 13 años que encuentran un medallón extraviado durante cientos de años. Accidentalmente son transportados al pasado, a una isla remota. Allí deberán enfrentarse a Cobra (Mark Dacascos), un guerrero del mal que domina tiránicamente la isla. Contarán con el apoyo de Faleaka (James Hong), un sabio anciano que les ayudará a conocerse mejor y a superar sus miedos. Durante la aventura que correrá junto a Billy, Allie comprenderá que su nacimiento no fue un “accidente”, como le repetía su madre, sino que Dios la ha creado por un motivo especial.

Se trata de una película para toda la familia, aunque los chicos y chicas de 7 a 12 años se identificarán más fácilmente con Billy o Allie. Los padres encontrarán en ella una buena oportunidad de comentar con sus hijos tantos valores que aparecen a lo largo de la cinta. Como aperitivo, os dejo dos vídeos.

Aquí tenéis el tráiler:



Y aquí os dejo unas clarificadoras palabras de Alex Kendrick:

domingo, 9 de febrero de 2014

Un filme sobre el perdón y los mártires de la Guerra Civil

(Juan Jesús de Cózar).- En la línea de “Un Dios prohibido” (Pablo Moreno, 2013), el próximo 14 de febrero se estrena en España “Bajo un manto de estrellas”, de Óscar Parra de Carrizosa. La película se desarrolla durante el verano de 1936 en el convento dominico de Almagro (Ciudad Real), donde se disponen a pasar los meses de julio y agosto una veintena de frailes después de que los demás residentes ‑novicios y estudiantes‑ regresaran a sus casas para las vacaciones.

Poco después, el 18 de julio… Desde los primeros momentos, el espectador presagia el trágico final de estos religiosos, cuya tensión interior crece al ritmo de los acontecimientos externos.

Somos viajeros con un destino conocido, pero con una hora de llegada incierta”. Esta frase, pronunciada por uno de los frailes, resume no sólo la dramática situación en la que se encuentra el grupo, sino también cualquier ser humano. Y ese estado de incertidumbre –que recorre toda la película‑ le sirve a Óscar Parra para describir el proceso interior de los protagonistas, desde el nerviosismo y el sufrimiento hasta el amor y el perdón.

Tanto los productores como el director (también coguionista) han evitado expresamente la introducción de valoraciones políticas en el filme, conscientes de que “tomar partido” no supone ningún avance para cicatrizar las heridas de una tan dolorosa contienda fratricida. No olvidar, pero sí purificar la memoria; no indiferencia, pero sí brazos abiertos para perdonar y pedir perdón; no uniformidad, pero sí respeto y eliminación de prejuicios. Un programa necesario –conocerse y comprenderse‑ para convivir en paz.

Aunque en el imaginario del director está sin duda “De dioses y hombres” (Xavier Beauvois, 2010), no hay que esperar de “Bajo un manto de estrellas” una producción espectacular ni actuaciones extraordinarias. Se trata de una notable cinta de bajo presupuesto ‑¿quién puede rodar ahora en España una película cara?‑, que suple con entusiasmo y voluntad las consecuencias de una economía enferma. Además, el argumento revela una gran labor de investigación. Ha sido esencial  para el guión la aportación del diario de un novicio, que sobrevivió a la matanza. Tenía 17 años. Eso le salvó.

Vale la pena visitar la web del filme, donde se puede ver el tráiler, descargar el press-book, consultar los cines donde se estrenará (de momento, en 24 salas), solicitar una proyección en la propia localidad, etc. Es una de esas extrañas oportunidades que merece la pena no dejar pasar.

domingo, 2 de febrero de 2014

"El festín de Babette", un exquisito manjar para el gusto... y para el alma

Sin duda, es una obra de arte, y una de las mejores películas de temática religiosa. Largamente galardonada (8 nominaciones y 11 premios, incluyendo el Oscar, el BAFTA y el London Critics Award), la cinta El festín de Babette ha vuelto a ser noticia porque el Papa Bergoglio -lo publicamos en este blog- la ha calificado como su película preferida. En 2012 se cumplieron 25 años de su estreno, y con ese motivo volvió de nuevo a los cines y se editó una nueva versión remasterizada. Hoy ofrezco esta reseña de nuestro redactor jefe, que me parece sencillamente deliciosa.

(Juan Jesús de Cozar).- Gabriel Axel, autor también del guión adaptado, toma como base el relato homónimo de Isak Dinesen (Karen Von Blixen, más conocida por su novela Memorias de África), para ofrecernos una película sabia y medida, desamueblada de artificio. Deudora de Dreyer y de los grandes cineastas nórdicos, fue premiada en Cannes y ganó el Oscar en 1988 al mejor film en lengua no inglesa.

Si Dinesen afiló su pluma para contarnos de forma aparentemente suave una historia de gran calado, no lo hizo menos el director danés con su cámara como si de un pequeño bisturí se tratara. En la mejor tradición del cine nórdico, con una puesta en escena llena de naturalidad, sin alardes ni encuadres que distraigan, Axel escudriña con su objetivo las almas de los protagonistas.

La acción se sitúa hacia 1885 en Berlevaag, una remota aldea de Noruega, donde todo parece de color gris. Allí viven dos hermanas –Filippa y Martine‑ hijas de un pastor luterano y “lejos ya de la primera juventud”. Desde el fallecimiento de su padre se dedican a perpetuar el mensaje de éste y a ayudar a los demás habitantes de Berlevag, pero su rígida educación puritana les hace vivir a la defensiva, procurando no contaminarse de un mundo hostil que las puede separar de Dios. Catorce años antes acogieron en su casa a Babette, una cocinera francesa huída de un París convulso. Con ayuda de la voz en off y de unos sobrios y eficaces flash backs, conoceremos las historias de estas tres mujeres.

El clímax de la película lo constituye la suculenta cena que prepara Babette, y que ella misma insiste en costear, para celebrar el centenario del pastor. A la reunión acudirán los lugareños –cuyas relaciones se han agriado con el paso de los años‑ y un maduro general al que acompaña su anciana tía. Fieles a su creencia, los primeros han prometido blindar su paladar para no disfrutar del lujo de unos manjares que se les antojan pecaminosos. Pero Babette, que es católica, no sólo ha puesto en la cena su inmenso talento, sino que ha regado todos los ingredientes con el maravilloso vino del amor. Y entonces los colores resucitan, y se produce el milagro de la liberación de sus almas y de sus cuerpos, incapaces de comprender hasta entonces que ni la belleza ni el gozo de las cosas buenas son obstáculos para llegar a Dios y darse a los demás.

Ni en el texto original de Dinesen (se puede encontrar en su obra Anécdotas del destino, de Alfaguara) ni en la película hay sensiblería, aunque sí emoción contenida. Axel lo consigue en buena parte con la austera interpretación de Stephane Audran, que dota a Babette ‑alma de artista‑ de un protagonismo que va más allá de la mera presencia física.

Película reposada, sencilla y profunda a la vez, homenaje espléndido a la belleza, a la creación artística y a la genuina espiritualidad.