domingo, 25 de mayo de 2014

Cortometraje sobre el niño que "robó" la silla al Papa

En octubre de 2013, un niño colombiano de 6 años, Didier Ferruccio, alcanzó celebridad mundial durante el Día de la Familia en el Vaticano, al esquivar las barreras de seguridad y sentarse en el sillón pontificio. El Papa Francisco le acogió, le acarició el pelo y le dedicó una tierna sonrisa.

Esa imagen dio la vuelta al mundo. Pero, mientras millones en todo el mundo lo veían simplemente como una anécdota curiosa, la actriz y directora Cristiana Capotondi supo descubrir ahí el germen de una gran historia. Con ese punto de referencia, ha escrito y dirigido un corto sobre la historia del pequeño que se titula significativamente "La silla del Papa". En una entrevista a Rome Reports, explica el motivo de la cinta:

"La idea nace del deseo de reflejar los elementos de este primer año de pontificado que más nos han marcado. Claramente, la imagen de ese niño que corre y se sienta en la silla del Papa me impactó mucho. Porque era una imagen, que a través de aquel niño, en realidad representaba a todos los fieles como si fuéramos él, y el Papa nos acogiera a todos con ese cariño".

Inspirada por esa imagen poderosa, en pocos días Capotondi desarrolló la historia del corto. Le movía una finalidad muy clara: animar a muchas familias a que adopten un niño, uno de los más de 168 millones de niños en el mundo que no tienen familia o están abandonados. Y, en efecto, el vídeo ha conseguido ese propósito: en numerosas proyecciones, más de un matrimonio ha sentido el impulso de abrir su familia a niños desamparados e interesarse por la triste realidad en la que viven tantos de ellos en el Tercer mundo.

Capotondi  asegura que ha sido una gran experiencia estrenarse como directora con esta historia. Y en declaraciones a la prensa ha dicho: "Utilizo, entre comillas, la imagen de Didier Ferruccio para decir a todos los niños que todavía están en las casas de acogida, en los orfanatos…, a todos los padres que quizás tienen miedo de que el camino de la adopción en Italia sea muy difícil -y es muy difícil-, que de todas formas se puede conseguir. Hay muchas familias adoptivas felices y al final del largo y duro proceso está la felicidad".

Os dejo con el corto La silla del Papa (es en italiano, pero se entiende todo) y la noticia con entrevista difundida por Rome Reports. Son dos vídeos verdaderamente emotivos.



domingo, 18 de mayo de 2014

“Carros de fuego”: Competiciones con esfuerzo humano y aliento divino

En estos días se cumplen 90 años de las míticas victorias de dos jóvenes universitarios británicos, Eric Lidell (en 400 metros) y Harold Abrahams (en 100 metros) durante los Juegos Olímpicos de París (mayo-julio de 1924). Con ese motivo, hemos querido publicar esta emotiva reseña que pone de manifiesto el trasfondo cultural y religioso de aquellas pruebas que recoge el filme. Sin duda, fueron mucho más allá de una simple confrontación atlética...

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Refiriéndose a la literatura, Italo Calvino opinaba que: los clásicos son aquellos libros de los cuales se suele decir: "Estoy releyendo..." y nunca "Estoy leyendo...". Parafraseando al ilustre escritor, se podría afirmar que una película clásica es aquella de la que se suele decir "he vuelto a ver..." y nunca "he visto...". No sé si el lector incluiría en esta categoría a Carros de fuego, la cinta británica dirigida por Hugh Hudson en 1981, nominada a 7 Oscars y ganadora de 4: mejor película, mejor guión original, mejor banda sonora y mejor vestuario. Mientras lo piensa, hagamos un poco de historia.

El film fue presentado en el festival de Cannes de 1981 donde, a pesar del buen reconocimiento de la crítica, sólo recibió el galardón al mejor actor de reparto (Iam Holm). Su estreno en España, en enero 1982, pasó casi inadvertido; sin embargo, unos meses después, cuando la película recibió los premios de la Academia de Hollywood, los exhibidores españoles se apresuraron a reponerla y la asistencia alcanzó el millón y medio de espectadores.


Loemos a los hombres famosos y a los padres que los engendraron”. Con estas palabras del Libro del Eclesiástico comienza la película. Enseguida, la ya mítica banda sonora de Vangelis acompaña a unos jóvenes atletas que corren por la playa, configurando una de las escenas más reconocibles de la historia del cine.

La acción transcurre durante los años anteriores a las VIII Olimpiadas que se celebraron en París en 1924. Los jóvenes protagonistas son Harold, un judío que estudia en Cambridge, y Eric, hijo de un misionero protestante escocés, que ha regresado a su país tras varios años en China. Ambos son dos magníficos atletas y sus vidas se cruzan en la lucha por las medallas olímpicas. Sus motivaciones son bien diferentes: Harold piensa en el éxito como una palanca que le eleve por encima de un cierto complejo social; Eric es un hombre de profundas creencias religiosas, que ve en el triunfo un modo de servir a Dios.

Las vicisitudes de los dos personajes, sus crisis, el proceso de maduración de uno, la fidelidad del otro a sus convicciones religiosas por encima de toda gloria humana..., todo ello se nos presenta mediante secuencias plenas de acierto, por la profundidad de los diálogos y la elegancia de la puesta en escena.

Conforme avanza la película, el espectador es cada vez más consciente de la valía personal de los dos jóvenes, cuyas preocupaciones, deseos y proyectos van más allá de la inmediatez de la victoria. Hay que decir que las historias paralelas que se nos cuentan tuvieron sus protagonistas reales, con verdadera participación olímpica y con recompensas en medallas: con todas las licencias propias del cine, el guión tiene la fuerza de lo real.

En el apartado técnico, no sólo la música de Vangelis alcanza la excelencia. También es justo destacar el gran trabajo de fotografía, la perfecta ambientación y el oscarizado vestuario. Las interpretaciones de los actores –poco conocidos entonces, salvo Iam Holm–, sin ser memorables, resultan creíbles y correctas.

Hay quienes han querido ver en el film una exaltación de las virtudes del pueblo británico. Es posible que formalmente sea así. Pero una mirada menos superficial puede descubrir en el argumento valores universales e imperecederos: la tenacidad, la lealtad, la amplitud de miras, la necesidad de compartir los triunfos y sacar consecuencias útiles de los fracasos.

¿Una película clásica o sólo nostálgica? Italo Calvino nos da otra pista: lo clásico –afirma‑ es aquello que “persiste como ruido de fondo, incluso allí donde la actualidad más incompatible se impone”. Como la experiencia personal es insustituible, quizá lo mejor sea recomendar al lector un nuevo visionado; o que le dé una oportunidad si no la conociera. Puede ser un (re) descubrimiento en el 90 aniversario de aquellos míticos acontecimientos.
JUAN JESÚS DE CÓZAR

domingo, 11 de mayo de 2014

“El viento se levanta”: Despedida amorosa de un maestro

(JUAN JESÚS DE CÓZAR).- Decía la escritora Flannery O’Connor (1925-64) que nuestra época se caracteriza por un aumento de la sensibilidad y una pérdida de la visión. Esta afirmación, cada vez más evidente en buena parte del cine actual, no puede aplicarse a Hayao Miyazaki (Tokio, 1941), un genio de la animación cuya visión ha ido creciendo con el tiempo.

Su última película –multipremiada y nominada al Oscar– es una maravilla de amor y de ensueño. Se estrenó en España hace dos semanas. El título elegido, El viento se levanta, hace alusión a unos versos de Paul Valéry: “Le vent se lève!... Il faut tenter de vivre!” (¡El viento se levanta!... ¡Es necesario intentar vivir!). Pero, sobre todo, responde a la pasión de Miyazaki por volar, por los aviones y por todo lo que mece el viento; algo comprensible siendo hijo de un fabricante de timones de cola para aviones de guerra.

En esta ocasión, Miyazaki se ha alejado de su deslumbrante cine de fantasía, lleno de simbolismos y originales logros visuales (basta recordar El viaje de Chihiro, que obtuvo el Oscar en 2002), para contarnos una historia realista dirigida a jóvenes y a adultos. Con un intencionado clasicismo, Miyazaki adapta libremente una novela corta de Tatsuo Hori en torno a la figura de Jirô Horikoshi (1903-1982), ingeniero aeronáutico nipón que diseñó el tristemente célebre avión de combate Mitsubishi A6M Zero, que fue usado en el bombardeo de Pearl Harbor.

Jirô es un joven apasionado por la aviación, ferviente admirador del ingeniero aeronáutico italiano Gianni Caproni (1886-1957), y cuyo sueño –a pesar de su miopía– es fabricar aviones hermosos que rasguen el cielo. A partir de aquí, Miyazaki hace su propia lectura de la historia de Japón, desde los primeros años de la década de 1920 hasta los inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial, siempre desde la perspectiva de Jirô. Ciertamente, pasa de puntillas por el conflicto bélico –algo que no ha sentado bien en Japón– y centra el relato en dos aspectos concretos: la excelencia de la labor profesional de Horikoshi y la bellísima historia de amor que vive con Nahoko.

Técnicamente, el film es impresionante. Los colores, los fondos, los paisajes, los movimientos, la ambientación… Las imágenes tienen tal riqueza que al espectador le resulta imposible abarcar tanto con la mirada. Desde luego, ayuda mucho –como en sus anteriores filmes– la preciosa banda sonora de Joe Hisaishi: otro genio. Los personajes de Jirô y Nahoko están diseñados con una ternura exquisita, y su desbordante romanticismo remite a directores como Sirk, Borzage o Lean. Sus relaciones durante el noviazgo y en el matrimonio son de lo mejor que he visto en el cine en los últimos años, junto con las de “Up” (2009). La sutileza de la escena de la noche de bodas es antológica.

Algunos críticos han calificado esta película de “obra inferior”, opinión que no comparto en absoluto. Personalmente, pienso que Miyazaki se ha convertido en un sabio y El viento se levanta lo confirma. No con esa sabiduría del que acumula sólo conocimientos –“primero es la inspiración; la técnica viene después”, le dice Caproni a Jirô en una escena del film–, sino con esa sabiduría profunda capaz de ver dentro de la persona: sus ilusiones, sus sueños, su fragilidad y su grandeza. Miyazaki ha cultivado una mirada libre de obsesiones y prejuicios, que le permite proponernos la construcción de un mundo pacífico y lleno de belleza; y una visión positiva de la realidad, sin renunciar a un noble idealismo.

La película incluye muchos temas llenos de interés, que desbordan esta breve reseña: las relaciones familiares, la amistad, la generosidad... La última escena de la película me produjo un nudo en la garganta y unas cuantas lágrimas. Gracias a Dios, la sala se mantenía a oscuras y pude sorberlas mientras aparecían los títulos de crédito, a la vez que sonaba una hermosa canción japonesa subtitulada en castellano, que hablaba… ¿De qué iba a hablar? Del cielo, naturalmente.

sábado, 3 de mayo de 2014

Remake de "Ben Hur" para 2016

Ben Hur, el filme que triunfó en los Oscars de 1960 (11 estatuillas, récord sólo igualado por Titanic y El retorno del Rey), va a tener un prometedor remake en la primavera de 2016.

Desde hace más de un año, la MGM viene trabajando en esta idea. Pero ahora el proyecto se ha agigantado. Esta nueva versión de Ben-Hur parece haberse convertido en algo muy importante, ya que está reuniendo a los productores que han trabajado últimamente en películas bíblicas. Hace unos días, se dio a conocer que la Paramount, el estudio que ha producido Noé (la segunda película bíblica más taquillera de la historia, después de La Pasión de Cristo), iba a co-producir este remake. Al día siguiente se anunció que los productores Mark Burnett y Roma Downey, creadores de la miniserie La Biblia y del filme Son of God, se incorporaban también al equipo de producción. Ya sólo falta que alguno de los productores de Exodus, el proyecto dirigido por Ridley Scott, aparezca también en nómina. ¿Será la sorpresa del verano?

De momento, el remake ya tiene fecha de estreno: el 26 de febrero de 2016. Curiosamente, el lanzamiento no será al comienzo de la Cuaresma, sino aproximadamente a la mitad. La razón es que los productores quieren llegar también a los cristianos de la las Iglesias orientales, que ese año celebran la Pascua el 1 de mayo. En todo caso, hay notorias coincidencias: La Pasión de Cristo se estrenó el 25 de febrero de 2004, y Son of God, el 28 de febrero de 2014.

La película tiene también director: Timur Bekmambetov, que se ha ganado una buena reputación con WantedGuardianes de la noche o Abraham Lincoln: Cazador de vampiros.  El guión, escrito originalmente por Keith Clarke (Camino a la libertad), tiene también revisiones del oscarizado John Ridley (12 años de esclavitud), y parece que va a seguir más fielmente la novela de Lew Wallace: Ben-Hur. A Tale Of The Christ (1880).

A propósito del argumento, los productores han dicho: “La película vuelve al corazón de la novela épica de Lew Wallace, que se centra en la naturaleza de la fe”. Lo cual parece un buen presagio. A modo de sinopsis, han añadido: “La historia sigue a un noble acusado falsamente, que sobrevive a los años de esclavitud para vengarse de su mejor amigo que lo traicionó. Ambos tendrán que elegir entre el castigo y el perdón”.

En lo relativo a las recientes incorporaciones, Deadline ha dado a conocer estas declaraciones de Paramount y MGM: “Estamos encantados de que Mark y Roma se unan al equipo de producción para llevar esta historia tan increíblemente clásica a la gran pantalla. Su incomparable pasión, creatividad y éxito en la producción de filmes basados en la fe supondrán un gran valor para la película, y estamos deseando trabajar juntos”. En respuesta, algunos críticos han aventurado que su incorporación no se debe tanto a su aportación creativa como a su capacidad de vender películas de temática cristiana.

Todas las versiones de Ben Hur han cosechado grandes éxitos. La versión de Fred Niblo (1925), con Ramón Novarro en el papel del noble de origen judío, fue uno de los filmes más populares del cine mudo. Y la de William Wyler (1959), con Charlon Heston en el papel estelar, se convirtió en la cinta más taquillera de la historia, hasta que llegó El padrino (1972).

También hay otra versión más reciente (2010) para televisión, (ver cartel más arriba), con participación española: el actor Miguel Ángel Silvestre y la actriz Lucía Jiménez.

Lo que todo el mundillo de Hollywood se pregunta es: ¿qué actor se meterá en la piel de Judá Ben Hur? Y, más importante todavía: ¿podrá superar el listón establecido por Heston?

La respuesta, en 2016.