domingo, 29 de marzo de 2015

“La historia de Marie Heurtin”: el lenguaje del corazón

No es habitual que una película se estrene un miércoles, pero si pensamos en un Miércoles Santo y el filme tiene un claro contenido espiritual o religioso, el estreno aprovecha el “tirón” de la Semana Santa y el largo puente que se origina. Es el caso de “La historia de Marie Heurtin”, una sensible cinta francesa que llegará a nuestras pantallas el 1 de abril y que contiene atractivos suficientes para recomendar su visionado.

El argumento se apoya en la verdadera historia Marie Heurtin, una joven sordomuda y ciega, nacida en 1885 y fallecida en 1921. La película comienza con la llegada de Marie a un convento de las Hijas de la Sabiduría, congregación fundada por San Luis María Grignon de Monfort y Sor María Luisa de Jesús (Trichet). Sus buenos y desesperados padres le han dado todo el cuidado y cariño posibles, pero no logran que Marie se comunique y ésta se comporta como una pequeña salvaje. Las religiosas, que acogen a chicas discapacitadas, tienen una justificada fama en la atención de niñas sordomudas y una amplia experiencia en el lenguaje de los signos. Marie (Ariana Rivoire) es un caso demasiado difícil, pero la hermana Marguerite (Isabel Carré), una joven y entusiasta monja de frágil salud, insiste en hacerse cargo de su instrucción.

Dirige, y dirige bien, Jean-Pierre Améris (“La vida”, “Tímidos anónimos”), que se beneficia de un medido guión, del colorido de la campiña francesa y de las interpretaciones de Isabel Carré y Ariana Rivoire, sordomuda en la vida real. Con una puesta en escena sobria, elegante y poética en ocasiones, consigue involucrar poco a poco al espectador sin cansarlo, regulando bien el tempo de cada escena. Por otro lado, nos presenta un retrato amable y hasta divertido de las monjas, con una madre superiora enérgica y flexible a la vez, lejos de la visión sectaria que han propuesto otras cintas.

Como es lógico, el sentido del tacto tiene una relevancia particular en la película. Un sentido que queda ennoblecido cuando su objetivo es elevado, como es el que pretende Sor Marguerite con Marie: enseñarle a comunicarse, a relacionarse y, por tanto, hacerla más capaz de amar y de ser amada. Un trabajo agotador que no sólo se hace con signos sino, sobre todo, con el corazón, con esa actitud de generosidad que sabe descubrir las posibilidades de crecimiento que se esconden tras las limitaciones personales.

El filme remite a títulos tan reconocidos como “El milagro de Anna Sullivan” (Arthur Penn, 1962) o “El pequeño salvaje” (François Truffaut, 1970), y no está lejos del cine de Robert Bresson. Procurando evitar el sentimentalismo pero sin renunciar a las emociones, Améris acaba la película en alto con una bellísima escena muy bien planificada, que provocará más de una lágrima en el público. Un final que deja al espectador –así lo pude comprobar en el preestreno al que asistí– con la impresión cierta de haber visto una buena película: que no es poco.

Juan Jesús de Cózar

La imagen de Jesús en "La pasión de Cristo"

Comienza hoy la Semana Santa, un buen momento para recordar aquella película dura y polémica -pero, a la vez, maravillosa, encendida, realista... llena de fe y amor- que fue "La Pasión de Cristo" (2004). Un filme que, a pesar de sus detractores, tuvo un impacto tremendo y muy positivo en las audiencias de todo el mundo.

Con independencia de su posterior trayectoria personal, Mel Gibson ha reconocido que quiso rodar su película, llena de significación teológicapara agradecer a Dios la “fuerte crisis espiritual” que le había hecho “volver a mi fe cristiana”. Así lo contaba en una entrevista publicada poco antes del estreno:

Yo siempre he creído en Dios, en su existencia. En mi familia me enseñaron a creer de cierta manera. Pero a mitad de mi vida, dejé algo de lado mi fe, y otras cosas ocuparon el primer lugar (...). En ese momento, comprendí que necesitaba algo más si quería sobrevivir. Me sentía impulsado a una lectura más íntima de los Evangelios, de la historia en su conjunto. Ahí fue cuando la idea empezó a cuajar dentro de mi cabeza. Empecé a ver el Evangelio con gran realismo, recreándolo en mi propia mente para que tuviera sentido para mí, para que fuera relevante para mí. Eso es lo que yo quería llevar a la pantalla”.

Precisamente por eso, el director australiano fue sido muy explícito a la hora de señalar qué le movía a realizar esta cinta. Por una parte, una suerte de catarsis, de purificación personal: “Descubrí que, para sanar las heridas de mi vida, debía observar las heridas de Cristo; y, por tanto, contemplar la Pasión”. Por otra, una oportunidad para que la gente sencilla pudiera redescubrir la manifestación máxima del afecto divino: “Es la historia del amor más grande que se puede tener: dar la vida por alguien. La Pasión es la aventura más grande de la historia. Creo que es la mayor historia de amor de todos los tiempos: Dios que se hace hombre y los hombres que le odian y le matan”.

Para esta recreación de los relatos evangélicos, Gibson optó por una narración y una puesta en escena decididamente realistas. No quería dulcificar ni un ápice el duro relato de la Pasión, y su guión definitivo abundó en escenas crudas, como la flagelación y coronación de espinas, los malos tratos de la soldadesca, la creciente asfixia colgado en el madero, la muerte agónica sobre la cruz.

En síntesis, el cineasta quiso reflejar a Cristo en toda su doliente humanidad (maniatado, flagelado, insultado y arrastrado hasta la cruz) como manifestación plena de su inmenso amor por los hombres. Esa es la imagen que nos muestra de Jesús: no un Jesús bello y hermoso; tampoco uno distante o angustiado por nuestras faltas; sino un Jesús doliente: humano, plenamente humano, que asume el castigo que sus hermanos los hombres merecíamos.

El Jesús de Caviezel apenas habla, y tampoco expresa muchas emociones. En silencio, calla y sufre: porque esa es la Voluntad de su Padre. Y Gibson nos hace ver que esa noche de amargura no fue en absoluto un trance fácil por el hecho de que fuera Dios. Como hombre, sufrió en la misma medida de su amor, que era inmenso. Por eso sufrió una agonía que el espectador llega a sentir en su propia carne. Más de uno ha tenido que apartar la vista o salir por unos instantes de la proyección. Cuando, terminada la primera flagelación, le vemos levantarse para seguir sufriendo, somos conscientes de todo lo que nos amó...

lunes, 23 de marzo de 2015

15 películas para esta Semana Santa

La semana próxima -que, por tantos motivos, todo el mundo denomina Santa- será fecunda en representaciones de la Pasión: procesiones de pasos y tronos, obras teatrales, tradiciones centradas en la Cruz... Mil y un eventos artísticos inundarán las calles de nuestro país, mostrando a las claras lo mucho que la cultura cristiana ha calado en nuestra sociedad.

Hasta hace poco, la programación televisiva se mantenía en esa línea: procuraba incluir filmes religiosos -que relatan la vida de Jesús o de los primeros cristianos- para recordar a los espectadores los acontecimientos que íbamos a celebrar. Últimamente, sin embargo, las parrillas de las cadenas se han distanciado un tanto de lo que conmemoramos en la Semana Santa. Y como, al haber más tiempo libre, muchas familias piensan en ver películas enriquecedoras, aptas para todos los públicos y que a la vez evoquen los acontecimientos de la Pasión, he pensado en publicar esta selección de películas que pueden encontrarse en cualquier video-club.

En otros lugares he publicado "Las 10 mejores películas sobre Jesús de Nazaret", "Las 100 películas más inspiradoras de la historia" o "Las 100 mejores películas católicas". Ahora propongo un elenco con 3 listados de filmes: 5 sobre la vida de Jesús, 4 sobre los primeros cristianos y 6 películas recientes con valores (en los cines o en DVD). Espero que os sirva para programar el cine de las dos próximas semanas. Y no dejéis de decirme cuál es vuestra preferida en cada apartado:

a) Vida de Jesús:

- Jesús de Nazaret (Italia, 1977), de F. Zeffirelli. Mini-serie en 4 capítulos. Todos.
- Jesús (Italia, 1999), de R. Young. Mini-serie en 2 capítulos. Para jóvenes.
- El hombre que hacía milagros (2000), de Derek W. Hayes y Stanislav Sokolov. Animación en 3-D. Para toda la familia, gustará mucho a los niños.
- La pasión de Cristo (USA, 2004), de Mel Gibson. Para jóvenes y mayores.
- Ben Hur (USA, 1959), de William Wyler. Un clásico de la Semana Santa, con dos breves apariciones de Jesús que transforman la vida de Judá Ben Hur.

b) Primeros cristianos:

- Quo Vadis (1951), de Mervyn LeRoy (con Robert Taylor y Deborah Kerr)
- La túnica sagrada (1953), de Henry Koster (con Richard Burton y J. Simmons)
- Barrabás (1962), de Richard Fleischer (con Anthony Quinn y Vittorio Gassman)
- En busca de la tumba de Cristo (2007), de Guilio Base (con D. Liotti, Ornella Muti, F. Murray Abraham, Mónica Cruz y Max von Sydow)

c) Películas recientes con valores cristianos:

- Quédate conmigo (2014), de Michael McGowan (Preciosa historia de amor y entrega en la tercera edad, que se pone a prueba en la enfermedad)
- El cielo es real (2014), de Randall Wallace (Basado en la experiencia real de un niño que al borde de la muerte puso visitar el Cielo)
- La jaula dorada (2014), de Ruben Alves (Comedia costumbrista sobre el amor en la familia y el espíritu de servicio a los demás)
El medallón perdido (2013), de Bill Muir (Aventuras; sobre la Fe y la familia)
- El gran milagro (2013), de Bruce Morris (Animación; sobre la Misa y los Ángeles)
- Prefiero el paraiso (2012), de Giacomo Campiotti (Biografía de San Felipe Neri)  

domingo, 15 de marzo de 2015

San José en el cine: ¿artesano o carpintero?

El próximo 19 de marzo, fiesta de San José, es un buen día para acordarnos del padre legal de Jesús, Patrono de la Iglesia Universal. Sobre todo, es un día para pensar en su faceta como trabajador, que compartía con su Hijo, y en la que nos parecemos a él: también nuestra vida está marcada por el trabajo. 

La pregunta que está implícita en el titular afecta también al Hijo de Dios: ¿fue Jesús, como José, de profesión carpintero? Esa ha sido la creencia popular: que José fue el carpintero de Nazaret y transmitió su oficio a Jesús, quien ejerció también esa profesión hasta el comienzo de su vida pública. Pero ¿es eso lo que nos dicen los Evangelios?

El relato de S. Mateo incluye un versículo en el original griego (“oùj oûtos estin ho toû téktonos huiós”) que durante siglos se ha traducido así: ¿No es éste el hijo del carpintero?” (Mt 13,55). Una expresión muy parecida se recoge también en S. Marcos: “¿No es éste el carpintero, el hijo de María?” (“oûj oûtos estin ho tekton, ho huiòs tes Marías”). En ambos lugares, la palabra griega “tekton” se ha traducido como carpintero, pues se trataba de un trabajador manual que trabajaba la madera.

Recientes investigaciones han puesto de manifiesto que con esa expresión, tekton, se designaba en general al artesano que trabajaba la madera y la piedra, especialmente en la construcción; de modo que al imaginarnos el oficio de José y de Jesús hemos de pensar más bien en lo que hoy sería una mezcla de albañil y artesano (en construcciones basadas en la madera), y no tanto en un carpintero como los de hoy (diseñador y reparador de muebles). De ahí que la frase del Evangelio que hemos citado al principio habría que traducirla así: “¿No es éste el hijo del artesano?”, tal como leemos hoy en las ediciones modernas. De hecho, la palabra “arquitecto” designaba a aquel jefe de obra que dirigía a los diversos “tectones” que intervenían en la construcción.

Esa es, justamente, la imagen del oficio de Jesús que muestra “El hombre que hacía milagros” (fotogramas de la izquierda y de arriba). En la primera secuencia de ese filme vemos a Jesús trabajando la piedra y la madera en las obras de la sinagoga de… Séforis. Y uno podría preguntarse: “¿Pero Jesús no vivía en Nazaret?”. En efecto, así lo refieren los Evangelios. Pero las últimas excavaciones arqueológicas han revelado, por una parte, que Nazaret era entonces un pueblo pequeño y pobre, en el que dudosamente habría trabajo para un carpintero durante todo el año; y, por otra, han situado en Séforis la residencia de Herodes Antipas.

Antipas, tetrarca de Galilea y Perea entre los años 4-39 d.C. (es decir, toda la infancia y la juventud de Jesús), había hecho de Séforis la capital de aquel territorio: la había fortificado y la había embellecido con grandes obras públicas, para lo que había sido preciso contratar a cientos de obreros, carpinteros y artesanos. A esto se añade que Séforis se encuentra a sólo 5 Km. de Nazaret: es decir, a una hora a pie. Si imaginamos a Jesús y a José, artesanos que sabía trabajar la piedra y la madera, en una pequeña aldea en la que no había mucho trabajo... es bastante verosímil pensar que ambos hubieran trabajado allí, esporádicamente o de modo estable, justo en los años anteriores al comienzo de la vida pública de Jesús. De hecho, esto es lo que nos muestra el principio de “El hombre que hacía milagros”.

Así pues, José y Jesús fueron carpinteros, pero algo más que eso. Fueron artistas que sirvieron con su trabajo a una población mucho más amplia que la de Nazaret. Y con ese oficio se santificaron y santificaron también la realidad que les tocó vivir.

A diferencia de la película animada que comento, la mayoría de los filmes -desde la época muda hasta ahora- ha preferido representar a Jesús como carpintero. Así lo vemos en este fotograma de "La pasión de Cristo", en el que la Virgen, sin dejar un momento sus tareas en el hogar, sigue con atención el trabajo de su hijo en la carpintería de Nazaret. Ella le vio trabajar la madera durante años, consciente de que también así estaba obrando su Hijo la redención en el mundo.

Aquí os dejo el tráiler de "El hombre que hacía milagros". Lo primero que se dice de Jesús es que fue "el carpintero de Séforis".

¡Y muchas felicidades a todos los Josés y a todas las Josefinas o Mª José...!

domingo, 8 de marzo de 2015

“Selma”, el sueño de Martin Luther King

Ayer se cumplieron 50 años de aquel bloody sunday del 7 de marzo de 1965, cuando la policía de Selma (Alabama) reprimió violentamente el primer intento de marcha pacífica que convocó Martin Luther King, para reclamar que el acceso al voto de la población negra fuese una realidad. Los 600 manifestantes pretendían llegar hasta Montgomery, sede del gobierno del Estado de Alabama, y no pudieron pasar del puente Edmund Pettus, a pocos kilómetros del centro de la ciudad.

Coincidiendo con ese aniversario, el pasado viernes se estrenó en España “Selma”, una película dirigida por la afroamericana Ava DuVernay, con guión del debutante Paul Webb y de la propia directora. El filme comienza recreando la concesión del Nobel de la Paz de 1964 a Martin Luther King, encarnado por un excelente David Oyelowo. El premio era un reconocimiento a la intensa labor de King, pastor baptista, en pro de los derechos civiles de los negros desde una década antes.

A este inicio le siguen dos escenas significativas: el recuerdo del miserable atentado perpetrado por el Ku Klux Klan el domingo 15 de septiembre de 1963 en una iglesia de Birmingham (Alabama), que causó la muerte de cuatro niñas negras e hirió a otros 22 niños; y una llamada de King a su amiga Mahalia Jackson para que le cante por teléfono “Take My Hand, Precious Lord. Ésta era la canción favorita de King, y en más de una ocasión llamó a la artista para que oírsela cantar. (Para los aficionados al gospel, aquí puede verse a Mahalia Jackson cantando en vivo esta famosa canción).

Son escenas relevantes porque dan a conocer al espectador el estado de ánimo del protagonista: indignación, conciencia de su deber de continuar la lucha, cansancio y necesidad de la ayuda de Dios. A esta situación interior se suma la preocupación de King por mantener la unidad familiar, seriamente dañada por sus ausencias y –sugiere el guión– por algunas debilidades en el terreno afectivo.

La película ha contado con un magnífico reparto (Tom Wilkinson, Tim Roth, Giovanni Ribisi, Cuba Gooding Jr., Carmen Ejogo…, además del mencionado Oyelowo) y ha sido coproducida por Brad Pitt y Oprah Winfrey, que se reserva un breve pero elocuente papel.

La cinta fue bien acogida por la crítica estadounidense y logró ser nominada al Oscar como mejor película. Finalmente sólo obtuvo el premio a la mejor canción, la estupenda “Glory” de John Legend, que vale la pena oír en el siguiente videoclip con imágenes del filme:



La resonancia en Europa de la película ha sido mucho menor; por un lado, porque la historia nos afecta menos que al pueblo norteamericano y, por otro, debido a una puesta en escena que no pasa de correcta y que sólo brilla en las escenas de masas. Además, se le puede reprochar un tono excesivamente discursivo y un metraje que se alarga a los 123 minutos.

No obstante, se trata de una cinta instructiva e interesante, que ayuda a entender mejor las motivaciones de King (nacido en Atlanta el 15 de enero de 1929 y asesinado en Memphis el 4 de abril de 1968) y unos hechos quizá someramente conocidos. Los conflictos internos del protagonista, los amagos de división entre sus partidarios, su relación con el presidente Lyndon B. Johnson, la interferencia del FBI de J. Edgar Hoover, y la colaboración que prestaron a su causa católicos y cristianos negros y blancos de diversas confesiones, son algunos de los alicientes para recomendar un filme que contenía elementos para ser mejor.

Juan Jesús de Cózar