La escena cumbre de todas las películas sobre Jesús es siempre su muerte en la Cruz, junto con el descendimiento y la sepultura. En todas esas versiones cinematográficas vemos siempre a la Virgen como de fondo, abatida por los acontecimientos y en una actitud más o menos pasiva.
Pero hay una cinta (la miniserie “Jesús”, 1999, de Roger Young) que ofrece una singular y preciosa interpretación de todo ese pasaje. La Virgen (encarnada maravillosamente por Jacqueline Bisset), en un gesto de amor maternal y de Fe llena de cariño, limpia el rostro lacerado de su Hijo y se arrodilla emocionada cuando unos hombres corren la pesada losa que cierra su tumba.
El fragmento que ahora ofrezco de “Jesús” (2’45“) es la mejor versión de esta secuencia que he visto en toda mi vida. Primero recoge, de forma sintética, un cúmulo de menudos detalles que los Evangelios refieren sobre la muerte de Cristo:
- Los soldados se reparten sus vestidos
- La naturaleza entera, y el Templo, sufren una fuerte sacudida
- El Señor se dirige al Padre: “¡Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?”
- La Virgen, la Magdalena y San Juan acompañan a Cristo junto a la Cruz.
- Tiembla la tierra y se quiebran las rocas.
- Judas se ahorca
Y, a continuación, en abrupto y bellísimo contraste, la segunda parte de este clip muestra escenas altamente emotivas:
- Descienden a Jesús y lo ponen en brazos de María
- Traslado silencioso hasta la sepultura
- María limpia su rostro y lo perfuma
- Mientras corren la losa sobre la puerta de la tumba, la Virgen se arrodilla emocionada y todas las Santas mujeres con Ella.
De fondo, en esta segunda parte escuchamos el delicado canto “Pie Jesu”, en la versión de Andrew Lloyd Weber, interpretada por Sarah Britghtman, que resulta maravillosamente conmovedora.
Como homenaje a la Virgen, en estos últimos días del mes de mayo, quería compartir con vosotros este fantástico momento que descubrimos aquí como inequívocamente mariano. Por favor, decidme hoy también qué es lo que más os ha gustado de este pasaje: me encantará leer vuestros comentarios.
Pero hay una cinta (la miniserie “Jesús”, 1999, de Roger Young) que ofrece una singular y preciosa interpretación de todo ese pasaje. La Virgen (encarnada maravillosamente por Jacqueline Bisset), en un gesto de amor maternal y de Fe llena de cariño, limpia el rostro lacerado de su Hijo y se arrodilla emocionada cuando unos hombres corren la pesada losa que cierra su tumba.
El fragmento que ahora ofrezco de “Jesús” (2’45“) es la mejor versión de esta secuencia que he visto en toda mi vida. Primero recoge, de forma sintética, un cúmulo de menudos detalles que los Evangelios refieren sobre la muerte de Cristo:
- Los soldados se reparten sus vestidos
- La naturaleza entera, y el Templo, sufren una fuerte sacudida
- El Señor se dirige al Padre: “¡Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?”
- La Virgen, la Magdalena y San Juan acompañan a Cristo junto a la Cruz.
- Tiembla la tierra y se quiebran las rocas.
- Judas se ahorca
Y, a continuación, en abrupto y bellísimo contraste, la segunda parte de este clip muestra escenas altamente emotivas:
- Descienden a Jesús y lo ponen en brazos de María
- Traslado silencioso hasta la sepultura
- María limpia su rostro y lo perfuma
- Mientras corren la losa sobre la puerta de la tumba, la Virgen se arrodilla emocionada y todas las Santas mujeres con Ella.
De fondo, en esta segunda parte escuchamos el delicado canto “Pie Jesu”, en la versión de Andrew Lloyd Weber, interpretada por Sarah Britghtman, que resulta maravillosamente conmovedora.
Como homenaje a la Virgen, en estos últimos días del mes de mayo, quería compartir con vosotros este fantástico momento que descubrimos aquí como inequívocamente mariano. Por favor, decidme hoy también qué es lo que más os ha gustado de este pasaje: me encantará leer vuestros comentarios.
Me ha encantado. Es una escena fantástica, muy emotiva. Ese canto del Pie Jesu es como si estuvíeras en el Cielo y oyeras cantar a los Ángeles su dolor por la muerte del Hijo de Dios.
ResponderEliminarAlfonso, ¿puedes decirme cómo puedo conseguir esa película? Es maravillosa.
Gracias por el blog. Sigue así.
Hola Alfonso, a pesar de que esta película siempre me ha parecido una "versión" de Jesús de Nazaret, de Zeffirelli, esta escena es algo distinta.
ResponderEliminarNo llega a emocionarme, tal vez por el escenario absolutamente de cartón piedra.
Hola, Oscar:
ResponderEliminarSe ve que tenemos opiniones distintas. Por una parte, a mí sí me parece distinta de “Jesús de Nazaret” (Zeffirelli, 1977): tiene su mismo aire “etnográfico”, su plasmación realista de ambientes y costumbres de la época; pero difiere totalmente en el retrato de Jesús y de su Madre .En la serie “Jesús” (Roger Young, 1999), el Señor y la Virgen aparecen muy humanos, muy cercanos: ríen, gastan bromas; manifiestan sentimientos humanos… Son de carne y hueso: nos comprenden y nos quieren. En la película de Zeffirelli eso cuesta verlo con más claridad. Jesús es Dios, pero habla siempre con un tono ultrasolemne; sonríe pocas veces, muestra pocos sentimientos y nunca pestañea. Es Dios… pero cuesta verle como hombre.
Y, en lo que se refiere a esta escena, quizás el escenario clasicista no te guste, pero la canción “Pie Jesu” y las delicadezas de una Madre que limpia el rostro de su Hijo muerto… me parecen un acierto de gran sensibilidad y hermosura. Esa es mi opinión.
A lo largo de mi vida ha habido un constante presenciar el momento trascendental de la muerte. Cuando se declaró el cólera en Nador hace muchos años, pidieron voluntarias para ayudar allí, porque las personas que estaban ya no podían más. Como había riesgo de contagio, era voluntario el ir o no. Yo fui, tenía 21 años, después de una breve preparación y vacunación por médicos militares, nos trasladaron en helicóptero hasta allá. Por mi edad, me pusieron en urgencias, y en pediatría. VI MORIR A MUCHOS NIÑOS, Y VI TAMBIÉN EL DOLOR DE SUS PADRES.
ResponderEliminarComo el médico y yo éramos católicos, procuramos administrara todos esos niños el Bautismo, con un simple algodón y agua, lavándoles la cara mientras la ciencia no podía hacer nada. Y se nos morían muchos, pero pudimos bautizarlos a casi todos. Personalmente, dejé de contar, pasados más de los 100, los niños que bautizamos.
Vi la fragilidad del ser humano, y el dolor profundo de sus seres queridos. Continué allí mientras mi organismo aguant: tres meses, de día y con frecuencia también por la noche. Descansábamos muy poco.
No soy madre, pero sí mujer con instintos maternales. Y he comprobado eso que dicen quienes lo han vivido: que, de las pérdidas familiares, las más dolorosa es la de la madre cuando pierde a un hijo.
Trasladado esto a las secuencias que acabo de ver en tu blog, creo que, a pesar de que la Virgen sabía que su Hijo Jesús tenía una misión que cumplir, su sufrimiento debió de sobrepasar lo que aguantaría cualquier ser humano. Y eso, al mismo tiempo que manifestaba un profundo amor, veneración y adoración al mismo Dios que moría: su Hijo.
Un saludo. Josefina.
Dios mío!!! maravillosa escena.... Hay algo que me ha gustado siempre hacer y es, cuando leo el evangelio, meterme y vivir como si estuviera ahí. Pues al ver esta escena, al ver a la Virgen limpiar la cara de su Hijo, con esa serenidad... ¡¡¡Impresionante!!! y esa preciosa música de fondo... Ha sido maravilloso, voy a intentar comprar esta tarde la serie y verlas con mis hijas y mi mujer.
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