Al estudiar las películas sobre la vida de Jesús, hay una característica que llama poderosamente la atención. Y es que, para todos los que intervienen en ella, la película les “marca” poderosamente. Es lo que podríamos calificar una “experiencia sociológica fuerte”, que se desencadena con cada cinta. No sólo para las audiencias, que han recibido estos filmes de modo muy distinto a los demás, sino también para los creadores. En ambos extremos del fenómeno cinematográfico —el emisor y el receptor, la producción y la recepción de la cinta— la vivencia del filme es de una densidad muy notable. Creo que podemos resumir en tres las notas definitorias de lo que ha supuesto –para quienes la han vivido- la “experiencia” de los filmes sobre la vida de Cristo.
1. Las películas sobre Jesucristo no son “una más” para el director que las hace. Son siempre una apuesta personal, un proyecto en el que le va la vida: el filme manifiesta sus creencias más profundas (Cecil B. De Mille en Rey de Reyes, Franco Zeffirelli en Jesús de Nazaret, Mel Gibson en La Pasión de Cristo) o bien sus dudas acerca de Dios y la salvación del hombre (como Scorsese en La última tentación de Cristo). En todo caso, suele ser un filme que le compromete y en el que claramente refleja su pensamiento.
2. Para el actor que encarna a Jesús, éste es con frecuencia “el papel de su vida”. No necesariamente el más notorio (aunque en muchos casos también lo es), sino el que más define su capacidad interpretativa: Jeffrey Hunter en Rey de Reyes, Max von Sydow en La historia más grande jamás contada, Robert Powell en Jesús de Nazaret o Jim Caviezel en La Pasión de Cristo. En muchos casos es también la interpretación por la que será recordado.
3. No dejan indiferente al público. Los relatos fílmicos sobre Jesús suelen provocar una de estas dos reacciones: o bien remueven los sentimientos cristianos adormecidos, se convierten en elemento catequético de escuelas y parroquias, y reviven periódicamente en cine-fórums y en proyecciones de Semana Santa, o bien escandalizan a los no creyentes, provocan reacciones airadas en sectores laicistas y son criticados al margen de sus valores cinematográficos. Esto pasó con La Pasión de Cristo, pero antes con Jesús de Nazaret y con otras muchas películas. Pero esta reacción en la audiencia —positiva o negativa— no es algo que suceda sólo con los filmes: aconteció ya, hace muchos siglos, con la predicación de Jesús y con los mismos relatos evangélicos, que movieron a la conversión o a la ira, según los casos. En realidad, los filmes no han hecho sino proyectar esa doble reacción sobre nuestra cultura. Para todos, implican una toma de postura.
1. Las películas sobre Jesucristo no son “una más” para el director que las hace. Son siempre una apuesta personal, un proyecto en el que le va la vida: el filme manifiesta sus creencias más profundas (Cecil B. De Mille en Rey de Reyes, Franco Zeffirelli en Jesús de Nazaret, Mel Gibson en La Pasión de Cristo) o bien sus dudas acerca de Dios y la salvación del hombre (como Scorsese en La última tentación de Cristo). En todo caso, suele ser un filme que le compromete y en el que claramente refleja su pensamiento.
2. Para el actor que encarna a Jesús, éste es con frecuencia “el papel de su vida”. No necesariamente el más notorio (aunque en muchos casos también lo es), sino el que más define su capacidad interpretativa: Jeffrey Hunter en Rey de Reyes, Max von Sydow en La historia más grande jamás contada, Robert Powell en Jesús de Nazaret o Jim Caviezel en La Pasión de Cristo. En muchos casos es también la interpretación por la que será recordado.
3. No dejan indiferente al público. Los relatos fílmicos sobre Jesús suelen provocar una de estas dos reacciones: o bien remueven los sentimientos cristianos adormecidos, se convierten en elemento catequético de escuelas y parroquias, y reviven periódicamente en cine-fórums y en proyecciones de Semana Santa, o bien escandalizan a los no creyentes, provocan reacciones airadas en sectores laicistas y son criticados al margen de sus valores cinematográficos. Esto pasó con La Pasión de Cristo, pero antes con Jesús de Nazaret y con otras muchas películas. Pero esta reacción en la audiencia —positiva o negativa— no es algo que suceda sólo con los filmes: aconteció ya, hace muchos siglos, con la predicación de Jesús y con los mismos relatos evangélicos, que movieron a la conversión o a la ira, según los casos. En realidad, los filmes no han hecho sino proyectar esa doble reacción sobre nuestra cultura. Para todos, implican una toma de postura.
Sí. Estoy de acuerdo
ResponderEliminarPero unas películas fuerzan a una toma de posición más q otras. Por ejemplo. "La historia más grande jamás contado" es un tostón, tiene un título larguísimo y a mí me deja más o menos indiferente. En cambio, "La Pasión" de Mel Gibson.... pues ya sabemos todos.
ResponderEliminarEstoy seguro que esta 2ª película recibió más críticas airadas que la 1ª.
Muy interesante blog. Creo que la imagen de Jesucristo que sale en las películas está muy influenciada también, en gran parte, por la época en que fue realizada. Esta veta de reflexión puede ser muy interesante para profundizar en las semejanzas y diferencias entre las películas sobre Jesucristo, o en las que sale la imagen de Jesucristo.
ResponderEliminarEso sí: no he visto nada de la que está considerada una de las mejores películas de la historia y, según tengo entendido, una de las películas preferidas del beato Juan XXIII: "El Evangelio Según San Mateo", de Pier Paolo Pasolini. En mi humilde opinión, una gran obra maestra, con una fidelidad asombrosa a los textos evangélicos, una adaptación a la época en que se hizo impresionante, y una fuerza que no he visto en otras películas sobre Jesucristo. Sobre todo, teniendo en cuenta que fue realizada por una persona que no compartía nuestra fe.
Ánimo con el blog. Podemos aprender mucho de la importancia de Jesucristo, también en la historia del cine.
Tienes razón, Juan Antonio: la respuesta del público depende en gran parte de la apuesta que haya hecho el director. Coincido en que "La historia má grande..." es lenta y, a veces, pesada; pero no es eso lo que deja a las audiencias más indiferentes. Es la falta de una imagen poderosa de Cristo, atractiva e interpelante lo que deja fríos a los cristianos que la contemplan y callados a los que siempre están dispuestos a criticar la Fe que se plasma en cultura, en cine. Es el caso opuesto de lo que sucedió con "La Pasión" de Mel Gibson. No puedes verla y salir del cine tal cual: o te das cuenta de que Cristo dio la vida por ti, y de esa forma tan cruenta; o te rebelas y dices que eso no fue verdad, que es demasiado sangrienta, que deja mal a no sé quién. Hacer como que sólo he pasado el rato supone demasiada frivolidad.
ResponderEliminarHola, JJ Llamas:
ResponderEliminarAgradezco tu participación en este blog. Como dices, cada época ha reflejado un Jesús distinto, porque el cine es un medio cultural: crea y, a la vez, refleja cultura. El Jesús que aparece en los setenta ("Jesucristo Superstar", "Godspell") es consecuencia de los cambios culturales que acontecieron a finales de los 60. Así como la figura distante y ultrasolemne del Jesús de los 60 ("La historia más grande...", etc.; y también "Ben-Hur" y otras historias noveladas) son fruto de una cultura en que a Cristo se le veía sobre todo como Dios, y no tanto como Hombre: por eso no le vemos reír ni apenas manifestar sentimientos en esas películas.
Respecto a "El Evangelio según San Mateo", de Passolini, te remito a los comentarios que Juan Antonio y Ángel publicaron a propósito del post "Nuevo proyecto sobre Jesucristo en el cine", publicado en este blog el 28.IX.09. Ahí nos emplazamos a un artículo próximo para tocar más a fondo este tema.
Gracias, y espero más comentarios tuyos.
“Quiero que tu mirada sea la de aquel que ve por primera vez a Jesús”.
ResponderEliminarEsto es lo que cuenta Pedro Sarubbi, el actor italiano que interpretó a Barrabás en The Passion, que le dijo Mel Gibson cuando se preparaba para filmar su única escena en esa película.
Y en esa mirada, el actor se convirtió. Sarubbi cuenta su experiencia en http://www.aciprensa.com/noticia.php?n=7660.
Pero yo se la oí personalmente hace un tiempo y dio más detalles. Contó, por ejemplo, que según el guión él tenía que girarse una sola vez para ver a Cristo. Pero la impresión de esa mirada fue tan fuerte -“Vi que Jesús me miraba a través de los ojos de Cavizel” (esta es la frase que recuerdo haberle oído)- que tuvo que volverse una segunda vez, ya bajando las escaleras del Pretorio.
Según dijo, en esta segunda mirada, que no estaba en el guión, Sarubbi empezó su nueva vida como cristiano.
csb
Muchas gracias, csb, por tu aportación. Bienvenida al blog, y espero que puedas colaborar con frecuencia en esta página, pues valoro mucho tus comentarios: tu libro "Recepción poética del cine" es una de mis obras de referencia.
ResponderEliminarTienes razón al hablar de esa mirada de Cristo, incluso a través de los actores. Recordarás el caso de aquel neonazi que, al salir de ver "La Pasión de Cristo", confesó haber participado en varios atentados con bomba. Aún más que ese caso me impresionó leer los relatos de tantos matrimonios rotos, hermanos que no se hablaban, situaciones que se daban ya por perdidas... y que volvieron a la fe y a la esperanza yal perdón tras ver esta película. Sí, ciertamente Dios nos habla a través de las cosas creadas, y hoy especialmente a través del cine.
Gracias a tí, Alfonso, por este blog y por todo tu trabajo en torno al cine.
ResponderEliminarIndudablemente las historias -y no sólo las de argumento sagrado- tienen una gran capacidad de conmover a los espectadores, especialmente si en su constitución interna actúan como actúa la persona en su búsqueda de la vida lograda.