Una nueva muestra de la ficción histórica que asalta la pequeña pantalla. Cuatro estrenó el martes 14 de septiembre la miniserie de producción británica Los pilares de la Tierra, basada en el best-seller de Ken Follet. Su repercusión ha sido indudable: para muchos lectores, la visión de la Edad Media se limita al retrato de esta novela y otras del género, como la española La Catedral del Mar. Para comprender cuál es la visión histórica que proporciona esta serie, viene bien leer este artículo de Mario López de Astea (Aceprensa).
Desde el punto de vista histórico, la serie de ocho capítulos es cuidadosa en ambientación y detalles. Parece que, como el libro, no pretende convertirse en un sucedáneo de la Historia y sus protagonistas, sino dar un marco creíble a las historias de sus personajes. En este sentido, el esfuerzo de producción es admirable. Los espectadores aficionados a los dramas históricos disfrutarán con esta ficción, –muy por encima de productos pseudohistóricos como Águila Roja– mientras no busquen el rigor de los ensayos y se conformen con el entretenimiento de la novela. Quienes esperen de esta serie histórica un tono para todos los públicos, deben estar prevenidos: en este aspecto es muy fiel al libro, cada episodio se sazona con algún desnudo o alguna escena con fuerte carga sexual.
Las interpretaciones son más que correctas; en especial las de Matthew Macfayden, un actor ya consagrado (le vimos en Nixon/Frost), como Prior Philip, y el joven Eddie Redmayne como Jack Jackson, que consigue dotar de credibilidad e indudable atractivo a un personaje de largo recorrido. Menos afortunados son otros retratos, como por ejemplo el del Obispo Waleran, con el que Ian MacShane queda encorsetado por el poco calado de su malvado personaje; o el de Rufus Sewell como Tom Builder, que resulta poco creíble en sus saltos de constructor a playboy.
Prejuicios sobre la Edad Media
Y, respecto a su contenido, sólo cabe constatar que, una vez más, el retrato de la religión en la Edad Media adolece de los prejuicios habituales; si cabe, más en la miniserie que en el libro. No es una visión agradable, pues la religiosidad de los personajes apenas sale del reducido arco que va de la superstición de los ignorantes al cinismo de los dirigentes. Incluso el Prior Philip, que en la novela daba muestras de algunos rasgos de espiritualidad y buen hacer cristiano, en la serie cae en los mismos defectos que el resto de eclesiásticos y aparece sólo algo mejor por cualidades meramente humanas.
Nuestra intelectualidad sigue atascada en un falso dilema: el enfrentamiento entre lo secular y lo religioso. Falso por cuanto presenta lo sagrado como opuesto a lo moderno y racional. Es el prejuicio del hombre actual, precavido ante el peligro de la "religión organizada," que genera fanatismo y manipulación y desemboca en violencia. Lo vimos también en Agora, de Alejandro Amenábar. En Los pilares de la Tierra, parece que las únicas fuerzas que movían a los constructores de las catedrales medievales fueran la codicia, el ansia de poder o la afirmación personal. Mientras no se reconozca que los grandes pensadores y artistas medievales fueron también los grandes de la espiritualidad, seguiremos teniendo una visión deformada de la Edad Media y la fuerza creadora del cristianismo.
Reparto: Ian McShane ("Deadwood") como el obispo Waleran Bigod, Rufus Sewell ("The Holiday") como Tom Builder, Matthew Macfadyen ("Frost/Nixon") como Prior Philip, Eddie Redmayne ("The Good Shepherd") como Jack, Hayley Atwell ("Captain America") como Aliena y Donald Sutherland ("Dirty Sexy Money") como Bartholomew Earl of Shiring.
Desde el punto de vista histórico, la serie de ocho capítulos es cuidadosa en ambientación y detalles. Parece que, como el libro, no pretende convertirse en un sucedáneo de la Historia y sus protagonistas, sino dar un marco creíble a las historias de sus personajes. En este sentido, el esfuerzo de producción es admirable. Los espectadores aficionados a los dramas históricos disfrutarán con esta ficción, –muy por encima de productos pseudohistóricos como Águila Roja– mientras no busquen el rigor de los ensayos y se conformen con el entretenimiento de la novela. Quienes esperen de esta serie histórica un tono para todos los públicos, deben estar prevenidos: en este aspecto es muy fiel al libro, cada episodio se sazona con algún desnudo o alguna escena con fuerte carga sexual.
Las interpretaciones son más que correctas; en especial las de Matthew Macfayden, un actor ya consagrado (le vimos en Nixon/Frost), como Prior Philip, y el joven Eddie Redmayne como Jack Jackson, que consigue dotar de credibilidad e indudable atractivo a un personaje de largo recorrido. Menos afortunados son otros retratos, como por ejemplo el del Obispo Waleran, con el que Ian MacShane queda encorsetado por el poco calado de su malvado personaje; o el de Rufus Sewell como Tom Builder, que resulta poco creíble en sus saltos de constructor a playboy.
Prejuicios sobre la Edad Media
Y, respecto a su contenido, sólo cabe constatar que, una vez más, el retrato de la religión en la Edad Media adolece de los prejuicios habituales; si cabe, más en la miniserie que en el libro. No es una visión agradable, pues la religiosidad de los personajes apenas sale del reducido arco que va de la superstición de los ignorantes al cinismo de los dirigentes. Incluso el Prior Philip, que en la novela daba muestras de algunos rasgos de espiritualidad y buen hacer cristiano, en la serie cae en los mismos defectos que el resto de eclesiásticos y aparece sólo algo mejor por cualidades meramente humanas.
Nuestra intelectualidad sigue atascada en un falso dilema: el enfrentamiento entre lo secular y lo religioso. Falso por cuanto presenta lo sagrado como opuesto a lo moderno y racional. Es el prejuicio del hombre actual, precavido ante el peligro de la "religión organizada," que genera fanatismo y manipulación y desemboca en violencia. Lo vimos también en Agora, de Alejandro Amenábar. En Los pilares de la Tierra, parece que las únicas fuerzas que movían a los constructores de las catedrales medievales fueran la codicia, el ansia de poder o la afirmación personal. Mientras no se reconozca que los grandes pensadores y artistas medievales fueron también los grandes de la espiritualidad, seguiremos teniendo una visión deformada de la Edad Media y la fuerza creadora del cristianismo.
Reparto: Ian McShane ("Deadwood") como el obispo Waleran Bigod, Rufus Sewell ("The Holiday") como Tom Builder, Matthew Macfadyen ("Frost/Nixon") como Prior Philip, Eddie Redmayne ("The Good Shepherd") como Jack, Hayley Atwell ("Captain America") como Aliena y Donald Sutherland ("Dirty Sexy Money") como Bartholomew Earl of Shiring.
Director: Sergio Mimica-Gezzan
Guión: John Pielmeier
Productora: Tandem para Starz, UK.
Estimado profesor:
ResponderEliminarMagnífica crítica. Yo vi la serie en Agosto con subtítulos y me pareció una buena adaptación. Recomendaría volver a ver "El Nombre de la Rosa". Por otra parte Ian McShane ha realizado una serie, Kings, basada en el libro de los Reyes y ambientada en un futuro post-apocalíptico. El interpreta al rey Saul.
A mí también me pareció una bunea crítica, por eso la puse en el blog. Sobre todo porque, con el esfuerzo de ambientación y el tirón de la novela, uno puede sentirse arratrado y pensar que la Edad Media fue así.
ResponderEliminarSobre esa capacidad del cine para influir en nuestros valores y en el retrato de personaes históricos escribí algo en un post del mes de abril: http://spedr.com/3nr88. Espero que te guste.