domingo, 30 de junio de 2013

"The Confession": una serie web sobre la Confesión y la paternidad

The Confession es un ambicioso drama de acción en formato webserie creado por Chris Young y Kiefer Sutherland. Y esto no es usual, porque, hasta hace poco, las series para Internet eran territorio amateur, y su género estrella la comedia, más ligera y fácil de seguir en el móvil.

La propuesta partió de Young, presidente ejecutivo de Digital Broadcasting Group, un convencido del futuro de Internet y de su capacidad para generar negocio. Sutherland no estaba muy seguro de cómo hacer drama por entregas de seis minutos, pero no cejó hasta dar con una idea, sencilla pero brillante.

El cura y el sicario

Bastarían el exiguo espacio de un confesonario, dos buenos actores –John Hurt y el propio Sutherland, que tras 24 hacía tiempo para la segunda temporada de Touch–, en los papeles de sacerdote y penitente. Y una historia poderosa, equilibrada aunque recurriese a ese rebuscamiento en los conflictos que está a la orden del día en buena parte de las series contemporáneas. Los productores recurrieron al guionista Brad Mirman, que además de escribir se haría cargo de la dirección.

Un asesino a sueldo acude a una iglesia para plantear a un sacerdote sus dudas sobre el origen del mal en el hombre. En la conversación, le obliga a responder a sus preguntas y a conocer los detalles de su vida que le han conducido a desarrollar una personalidad fría y despiadada. No hay en él arrepentimiento alguno. Esa misma noche tiene que cometer otro asesinato: el sacerdote descubre que la vida de aquel hombre depende de que sus respuestas sean convincentes y sinceras. (Antes de seguir, mira el trailer).



The Confession gira en torno a la paternidad. Y aborda realidades antropológicas profundas: el dolor, el odio, la venganza, el origen del mal en el ser humano, el sincero arrepentimiento, la justicia divina, la libertad humana, la repercusión de los actos, la justificación por la gracia y por las obras, etc.

Trata sobre la mala conducta de un padre como realidad existencial en el hijo, y pone el dedo en la llaga de cuestiones obvias pero muchas veces silenciadas: los hijos necesitan un padre y los padres no pueden abdicar de su condición y responsabilidad; los hijos tienen en sus padres el principal referente sobre el ser humano, y de ellos aprenden el valor de la vida, el modo de relacionarse con los demás y de entender el mundo.

Una nueva ventana para la series

Conjugar temas de tal calado con la tensión dramática es todo un logro. El 70% de la serie son las conversaciones en el confesonario, únicamente interrumpidas por flashbacks del asesino a sueldo en acción y por alguna salida incidental a la nave de la iglesia. Y como thriller funciona, ¡vaya si funciona!

Para lograrlo, Young y Sutherland no han tratado la webserie como un subproducto sino como cualquier otra ficción seriada, con presupuesto adecuado, valores de producción y buen reparto. A nivel fotográfico, está hábilmente planificada e iluminada. Se han cuidado los escenarios y el montaje combina sabiamente la intimidad de los primeros planos en el confesonario con los planos generales de acción de los flashbacks, algunos de los cuales –los más significativos para la historia– cierran episodio. La música de Sean Callery (compositor de 24 y de varios episodios de Homeland) apoya y refuerza el tono de la serie, aunando con acierto el thriller con la dimensión espiritual, a través de voces blancas, que sugieren la inocencia perdida.

Tras emitirse en la plataforma gratuita Hulu en 2011, fue comprada en 2012 por el canal internacional de televisión digital AXN (se puede ver en www.axn.es). Ganó el premio Webby –conocido como el Oscar de Internet– a la mejor serie dramática ese mismo año.

Parte de la fuerza de la serie se la debemos a Kiefer Sutherland y a John Hurt, sobre todo a este último, cuyo registro dramático es muy amplio y rico: ofrece un brillante arco de transformación de su personaje sacerdotal, además de asumir la focalización. El arco del sicario es mínimo, pero es el motor de la acción y el narrador de la historia, aunque conforme avanza la conversación sobre su pasado aumenta nuestra empatía hacia él.

Muchos estudios psicológicos incluyen en el perfil de los sicarios haber trabajado profesionalmente como policía o militar. Brad Mirman y Kiefer Sutherland han tenido la perspicacia de construir el personaje del asesino a partir del famoso Jack Bauer, agente federal y buen padre de familia, protagonista de la muy popular 24. De este modo, el sicario es alguien conocido, algo así como el reverso de Jack. Además, The Confession desarrolla su acción en tiempo real, del mismo modo que en la serie 24 (Cristina Abad, Aceprensa).

domingo, 23 de junio de 2013

"El milagro de la vida": un vídeo fascinante e inspirador

Hoy quiero hablaros de un vídeo que podéis ver aquí mismo, y que me parece fascinante e inspirador. Arranca con la imagen de una chica embarazada y una inquietante pregunta: "¿Qué debería hacer?". En menos de 3 minutos, este precioso audiovisual da respuesta cumplida a esta pregunta.

Sí: en el momento de la concepción se ha creado un ser humano que será diferente a los demás, con un ADN que jamás ha existido ni volverá a existir. Ahí están determinados todos sus rasgos físicos: sexo, color del pelo y de los ojos, tersura y color de la piel... A los 22 días su corazón late perceptiblemente, cuando la mayoría de las mujeres aún no saben que están embarazadas... Para entonces, ya se pueden ver sus ojos y sus orejas... Y es entonces cuando empieza a chuparse el dedo. Ya muestra su preferencia por la mano izquierda o la derecha... Y aún faltan más de ocho meses para que nazca.

Es un vídeo sencillo y luminoso. Muy emotivo. Lo ha producido Real Alternatives, una asociación de Pensylvania en favor de la vida, que quiere ofrecer alternativas reales al aborto. Esta versión, ahora en idioma castellano, no puede dejar indiferente a nadie. Quien lo ve, descubre verdaderamente "el maravilloso milagro de la vida".


domingo, 16 de junio de 2013

La película preferida del Papa Francisco

En el reciente libro-entrevista "El jesuita" (Sergio Rubin y Francesca Ambroguetti, Ed. Vergara, 2011), el Papa afirma que su película preferida es “El festín de Babette”, dirigida por Gabriel Axel en 1987, Óscar al mejor filme extranjero. Me alegró leer eso, porque también a mí me parece uno de los filmes más preciosos de los 80. Tierno, sugerente, lleno de emotividad, es un relato que no deja indiferente, que hilvana temas profundos con los hilos delicados de historias frágiles. De fondo, percibimos el gran tema de la religión: la distinta concepción de católicos y protestantes en lo relativo a la felicidad.

Sobre esta película publiqué en 2008 una reseña en la revista “Mesa y Negocios”, en la sección "La buena mesa en el cine". Pero, para este post, he seleccionado la crítica de mi amigo Jesús Acerete, en su blog Lecturas y Reflexiones, que puede resumirse en este comentario: "Una película maravillosa sobre cómo una sociedad de ambiente gélido e individualista, donde cada cual va a lo suyo y mira con desconfianza a los demás, puede ser transformada por una sola persona con capacidad de querer". Como veréis, acierta de pleno.

"El festín de Babette" es una bella metáfora de la fraternidad que debería reinar en la convivencia social. Una metáfora en la que las diversas sensibilidades pueden percibir diversos estratos de significado, cada vez más profundos.

"El festín de Babette" es, en el plano más superficial, un homenaje al sentido social y humano que se esconde detrás de algo en apariencia tan material como la gastronomía, el noble oficio de cocinar. Porque comer no es una mera necesidad biológica, propia de animales. El hombre es también espiritual, y su dimensión espiritual es capaz de transformar la comida en un arte con el que agasajar a los demás, en una manifestación de cariño y afecto. Babette, en su festín, muestra cómo el trabajo abnegado en la cocina es capaz de encender y unir corazones antes gélidos y distantes. "Yo podía hacerles felices cuando daba lo mejor de mí misma".

En un segundo plano más profundo, la película es también un bello canto a la generosidad, a la capacidad humana de dar sin esperar nada a cambio. En toda familia que funciona hay al menos uno o una que viven con ese espíritu generoso y desinteresado.

En un tercer plano la película muestra, a mi juicio, el contraste entre el calor de la fe católica de Babette, que afirma que el mundo es bueno porque ha salido de las manos de Dios, y esa fría desviación del cristianismo que es el calvinismo puritano, dominante en el pueblo danés al que ha llegado la cocinera francesa Babette. La fe católica aporta alegría y ganas de vivir, nada que ver con la negación y amargura del puritanismo. Una alegría que se manifiesta desbordante cuando Babette prepara su magnífico festín, sin reparar en sacrificios ni gastos.

Y en ese festín se intuye el cuarto plano, el más profundo: una gran metáfora de la Eucaristía, el verdadero Festín, el Gran Derroche de generosidad que nos transforma y hermana. La Eucaristía es el centro de la vida de la Iglesia y de cada católico. Es la Mesa que nos hermana, el hogar familiar en torno al que todos y cada uno encuentran calor y se sienten queridos. En la Eucaristía, ese gran festín en que la comida es el mismo Jesucristo, que se entrega en un exceso de generosidad, surge y crece la concordia y el hermanamiento entre los hombres. Ese es, quizá, el significado más hondo que ha querido expresar Gabriel Axel.

Todo eso es verdad. Por eso viene tan a propósito el comentario del entonces cardenal Bergoglio, cuando Sergio Rubin y Francesca Ambroguetti le preguntan si la Iglesia no insiste demasiado en el dolor como camino de acercamiento a Dios. Su respuesta es el mejor comentario al filme:

Es cierto que en algún momento se exageró la cuestión del sufrimiento. Me viene a la mente una de mis películas predilectas, El festín de Babette, donde se ve un caso típico de exageración de los límites prohibitivos. Sus protagonistas son personas que viven un exagerado calvinismo puritano, a tal punto que la redención de Cristo se vive como una negación de las cosas de este mundo. Cuando llega la frescura de la libertad, del derroche en una cena, todos terminan transformados. En verdad, esa comunidad no sabía lo que era la felicidad. Vivía aplastada por el dolor. Estaba adherida a lo pálido de la vida. Le tenía miedo al amor.

Os dejo con el tráiler, recientemente publicado con motivo del 25 aniversario de su estreno y de su próximo relanzamiento a los cines.

domingo, 9 de junio de 2013

"Jesucristo en el cine" llega a 500 post: ¡Felicidades!

La cifra de "los 500" siempre me ha gustado especialmente, por muchos motivos. No es sólo un número redondo: tiene para mí connotaciones muy personales. Por eso me ilusiona compartir este día con vosotros, y daros personalmente esta noticia: "¡Hemos llegado al post número 500!"

Parece un sueño. Y ciertamente lo es. Pero no un sueño quimérico, ilusorio. No. Me refiero a esos sueños grandes y ambiciosos que, en ocasiones, han hecho cambiar el mundo. El mío -el nuestro- es más sencillo, pero igual de hermoso. Es un sueño tan frágil y delicado que no te atreves a soñarlo del todo, por si no se cumple... pero que te llena de un gozo muy hondo cuando se hace realidad. Como hoy. Un sueño que deseo compartir con vosotros, porque es como si estuviéramos en una película…

Hace tres años y medio escribí el primer post: “Imagen de Jesús, imagen de nuestra cultura”. Era el 17 de septiembre de 2009. Entonces no sabía si llegaría a Navidad. ¡Cómo vuela el tiempo... y cómo crece la esperanza!

Sí, hoy es un día que quiero compartir y celebrar con vosotros. Un día para chocar mi copa con las vuestras (“¡Chin-chin!”) y brindar por todo lo que hemos vivido. “Y que cumplas 500 más...”. Porque este blog es ya parte de mi vida, y creo que también lo es de la vuestra.

Por eso quiero que me acompañéis en este ejercicio de nostalgia. He seleccionado dos listados de artículos: los 5 post más visitados y otros 10 que han tenido especial significación para mí. Alguno lo he reservado para mi intimidad. Pero estos que ahora os ofrezco son enteramente vuestros: un regalo –un recuerdo- para revivir tantas cosas que nos han unido... Sólo os pido que, al terminar, me digáis qué artículos os gustaron más. Me hará ilusión saberlo. (Al pinchar el enlace, vais al último comentario: hay que subir la barra de la derecha hasta el principio)

Los más visitados

1- Las 10 mejores películas sobre Jesús de Nazaret (43.247 visitas)
2- "La Pasión de Cristo": relación de Jesús con su madre (41.406 visitas)
3- El rostro de Jesús en el cine (26.165 visitas)
4- Sobre la película "Corpus christi" (19.527 visitas)
5- El diablo como personaje cinematográfico (17.326 visitas)

Los más significativos:

1- Las 100 películas más inspiradoras de la historia
2- La conversión de John Wayne en el lecho de muerte
3- Las 25 mejores películas románticas

6- La Virgen en "Jesús de Nazaret"
7- Dios, Haití y los barberos 
8- Las 10 mejores películas navideñas
9- "La Pasión de Cristo", la pascua judía y la Santa Misa (9.762 visitas)
10- ¿Dónde estaba Dios cuando murió mi hermana?

Recordad que espero vuestra opinión. ¡Y muchas felicidades a todos!

domingo, 2 de junio de 2013

La conversión de John Wayne en el lecho de muerte

El 11 de junio de 1979 (dentro de pocos días será su aniversario) murió el legendario John Wayne, una de las más grandes estrellas de Hollywood. A los pocos días, se supo que había abrazado el catolicismo en su lecho de muerte. Muchos quisieron desautorizar esa noticia, y la duda permaneció durante algunos años. Tiempo después, cuando las aguas volvieron a su cauce, dos personas muy cercanas al actor contaron lo sucedido: Su nieto, el sacerdote Matthew Muñoz, y su hijo, el también actor Patrick Wayne.

En una entrevista concedida a la prensa, Fr. Matthew Muñoz contaba: “Cuando éramos pequeños íbamos a su casa y sencillamente pasábamos el rato con el abuelo, jugábamos y nos divertíamos. Una imagen muy diferente de la que tenía la mayoría de la gente de él”.

El sacerdote, que vive actualmente en California, recordó que la primera esposa del actor –y su abuela- Josefina Wayne Sáez fue el principal instrumento que Dios utilizó para evangelizar a la estrella del cine. De origen dominicano, Josefina “tuvo una maravillosa influencia sobre la vida de mi abuelo, y lo introdujo en el mundo católico”.

John Wayne se casó con Josefina Sáez en el año 1933. Tuvieron cuatro hijos; el menor de ellos, Melinda, es la madre del Padre Muñoz. John se divorció de Josefina años más tarde. Por su fe católica, la joven decidió no volver a casarse hasta la muerte de su ex marido, por cuya conversión rezó siempre a Dios.

Fr. Matthew Muñoz tenía 14 años cuando su abuelo murió de cáncer. Siempre recuerda que Wayne tuvo un gran aprecio por las enseñanzas cristianas. “Desde temprana edad, mi abuelo tuvo un gran sentido de lo que era moralmente correcto. Se crió en un mundo regido por principios cristianos y una especie de ‘fe bíblica’ que, creo, tuvo un fuerte impacto sobre él”. También recuerda que “pasado el tiempo, mi abuelo fue involucrándose en la recaudación de fondos para los pobres y para las labores sociales de la Iglesia que organizaba siempre mi abuela, y después de un tiempo, notó que la visión caricaturesca que le habían infundido sobre los católicos no se correspondía con la realidad”.

De hecho, sus siete hijos y sus 21 nietos fueron bautizados en la Iglesia católica. Y su amistad con el director católico John Ford, que le lanzó a la fama con la película La diligencia (1939) se notó con el paso del tiempo.

Según explica el sacerdote, en la conversión de Wayne jugó también un papel clave el Arzobispo de Panamá, Mons. Tomas Clavel, con quien compartía una estrecha amistad. Fue él quien “fue formando, poco a poco, conversación a conversación, a mi abuelo, hasta que un día le dijo: ‘De acuerdo, estoy preparado’. Deseaba ser bautizado y convertirse en católico”. Para nosotros “fue maravilloso verle alcanzar la Fe y dejar ese testimonio a nuestra familia”.

Sin embargo, el conocido actor no se atrevía a dar el paso. Intuía el revuelo que se podría formar en Hollywood. Y decidió esperar. Se definía “católico cardíaco”, porque lo era ya en su corazón, pero se veía incapaz de dar el paso. Más de una vez afirmó su deseo de “convertirme el día antes de morir”. Y eso fue exactamente lo que sucedió.

Su hijo Patrick, que actuó con él en varias películas (entre ellas, Centauros del desierto, 1956: foto de la izquierda), recuerda lo que sucedió el último día de la vida de su padre:

Cuando estaba muriéndose en el hospital todavía no había sido bautizado. (…) Los últimos diez días los pasó en coma. El sábado por la noche, dos días antes de morir, salió del coma cuando mis hermanos Michael, Toni y Aissa estaban presentes. En el rato que estuvo despierto dijo otra vez que quería convertirse, pero al poco tiempo entró de nuevo en coma. El lunes, yo estaba con él y vi que se estaba poniendo peor. Sonó el teléfono. Era el capellán católico que quería pasar a verlo. Colgué. Aunque mi papá estaba todavía dormido, le dije sin esperar respuesta: "Papá, el capellán quiere verte". Entonces le oí decir: "Okay." Me quedé atónito, pero llamé al capellán, que apareció en menos de media hora. Con él todavía dormido, le dije: "Papá, el capellán está aquí", y otra vez dijo: "Okay". Entonces se despertó. Abandoné el cuarto durante unos minutos. Desde fuera pude oír el murmullo de su conversación. Cuando el capellán salió, me dijo que mi papá había sido bautizado. Esa misma tarde falleció”.

domingo, 26 de mayo de 2013

La conversión de Bob Hope al catolicismo (In anniversarium)

Esta semana celebramos el 110 aniversario de Bob Hope, nacido en Eltham (Reino Unido) el 29 de mayo de 1903 con el nombre de Leslie Townes Hope. En 1908 emigró con su familia a Cleveland, por eso él se consideró siempre estadounidense.

Cultivó todos los géneros del espectáculo, en particular el teatro en Broadway, aunque la fama le vendría por el cine y la televisión; y en Norteamérica se le recuerda también por sus giras para entretener a los soldados durante la II Guerra Mundial. Para muchos críticos, es el mayor showman norteamericano del siglo XX.

Se casó con Dolores Reade en 1934. Con ella vivió 69 años, que fueron por lo general felices, a pesar de las frecuentes infidelidades de Hope, que él reconocería tiempo después. En medio de esas tormentas, ella sostuvo durante decenios la esperanza de verle convertido al catolicismo.

"Dolores era una gran cristiana. Soportó la debilidad de Bob con fe, oración y paciencia", afirmó el religioso franciscano Benedict Groeschel, amigo del matrimonio, a quien Hope trató siempre con gran respeto.

El padre Groeschel cuenta una anécdota que el mismo Hope solía referir con nostalgia. En cierta ocasión fue invitado a un gran evento católico, y el cura que le presentó, antes de darle la palabra, quiso relajar el ambiente y contó hasta ocho chistes. Cuando por fin Hope tomó el micrófono, miró a los asistentes y, muy serio, dijo: "Y ahora, recemos".

Dolores, como Santa Mónica por San Agustín, rezó toda su vida por su marido, y pedía a sus amigos que hiciesen lo mismo. "Básicamente, el agente catalizador de su conversión fue su esposa", asegura el cardenal Theodore McCarrick, ex arzobispo de Washington, quien también trató a la pareja y conoció su gran generosidad: ambos hicieron muchas obras benéficas e incluso adoptaron cuatro hijos.

A Bob le entusiasmaba el catolicismo. Durante el conflicto mundial acompañó varias veces al cardenal Francis Spellman, arzobispo de Nueva York, en sus viajes de apoyo a las tropas, y quedó asombrado del cariño con que le recibían los soldados católicos.

La conversión, 57 años después

Con todo, ni la oración de su mujer ni la simpatía de Bob por los católicos dieron fruto en el corto plazo. El actor empezó a meditar en su posible conversión siendo ya octogenario, cuando le sobrevino un problema en los ojos que le obligaba a pasar mucho tiempo a oscuras. Dedicando a la reflexión las horas que antes dedicaba a otras ocupaciones, se dio cuenta de que Dios había ido preparando su corazón desde hacía tiempo.

El toque definitivo fue un detalle menudo, pero muy significativo para él. Cuando en 1991 se inauguró la Biblioteca Presidencial Ronald Reagan, comprobó que no figuraba en la lista de invitados. Llamó a la Casa Blanca muy airado: "¡Pero si soy Bob Hope!", gritó;  pero no le valió de nada. Aquella omisión –señaló más atrde Bob Hope- “me hizo caer en la cuenta de lo poco que perdura la gloria humana. No es aquí abajo donde debemos poner nuestras esperanzas”.

A partir de entonces sus conversaciones con el cardenal McCarrick se hicieron más frecuentes. Y, finalmente, a los dos años se convirtió. Lo hizo en la iglesia de San Carlos Borromeo, en el norte de Hollywood. Recibió el bautismo de manos del padre Thomas Kiefer, en una ceremonia íntima que apenas trascendió a la esfera pública. Después de casi seis décadas, Dolores vio alcanzado su sueño de que él abrazara su misma fe.

Los últimos diez años –recordó ella- fueron especialmente felices. Bob Hope murió el 27 de julio 2003, a las pocas semanas de cumplir 100 años. Su mujer le siguió en 2011, también centenaria, con 102 años. Allá en el cielo, de nuevo juntos, seguro que Bob le canta esa canción que es como su seña de identidad: Thanks for the memory, que en esta escena entona un matrimonio (la actriz es Shirley Ross) recordando los bellos momentos que han vividos juntos. La memoria de esos momentos perdurará en el cielo para siempre (Fuente: Religión en Libertad).

domingo, 19 de mayo de 2013

Próximo estreno de «Un Dios prohibido», sobre 51 religiosos martirizados en Barbastro

El martes 21 de mayo se pre-estrena en Roma la película "Un Dios prohibido", de la que hablamos ya en otro post, y que relata los últimos días de los 51 claretianos asesinados en Barbastro al comienzo de la Guerra Civil. A esa proyección asistirán varios cardenales, obispos y superiores de varias congregaciones religiosas. El estreno mundial de la cinta será en España a mediados del próximo mes de junio.

Esta ambiciosa creación de Contracorriente Producciones, está dirigida por Pablo Moreno, y terminó de rodarse a finales de 2012, Se trata de una cinta coral, con 54 actores en nómina, entre los que destacan: Jesús Guzmán (Atraco a las tres), Elena Furiase (El internado) y Juan Alberto López (Cuéntame cómo pasó). He aquí una sinopsis de la historia real contada en el filme.

Basada en hechos reales: En agosto 1936, 51 miembros de la Comunidad Claretiana de Barbastro (Huesca) fueron martirizados y murieros proclamando su fe. La película narra las últimas 4 semanas de su vida, desde que fueron detenidos hasta su fusilamiento. En ese tiempo, escribieron en lugares recónditos (en el taburete del piano, en unas tablas, en una hoja debajo un mueble) la historia de esos días, sus pensamientos, y su constante oración por los verdugos. Estos escritos han sido el testimonio básico para narrar en versión cinematográfica este hecho real.

Barbastro, con 8.000 habitantes en aquella época, se convirtió en un punto estratégico al estallar la guerra civil, debido a la existencia de un cuartel bien armado, dirigido por el Coronel Villalba, y de un férreo comité de la CNT, liderado por Eugenio Sopena.  En aquel momento, la comunidad de Claretianos constaba de 60 personas, entre sacerdotes, hermanos y estudiantes. Entre ellos había dos argentinos, Pablo Hall y Atilio Parussini, que se libraron del martirio por ser extranjeros: sus testimonios serían claves para conocer los hechos que ocurrieron.

El convento de de los claretianos fue asaltado el 20 de Julio de 1936 por milicianos revolucionarios. Separados de los padres Superiores, los 50 jóvenes aspirantes al sacerdocio fueron encerrados en un salón de actos. Al principio consiguieron dormir gracias a varios colchones y mantas que se agenciaron, pero a los pocos días todo les fue requisado, y tuvieron que acostarse en el duro suelo. Por las ventanas, el populacho trataba de verles, entre ellos Trini “la Pallaresa” (Elena Furiase), que se pasaba las horas tratando de ver a un seminarista, del que se había enamorado.

Los carceleros buscaban la apostasía de esos jóvenes seminaristas: varias veces introdujeron a prostitutas en al salón, pero éstas fueron siempre repelidas de inmediato. Mientras pudieron, conservaron el hábito de la Comunión diaria: el cocinero burlaba la vigilancia de los milicianos e introducía las Formas en el cesto del desayuno. En el salón se rezaba con frecuencia, en pequeños grupos y en voz muy baja, evitando llamar la atención de los guardias, pues rezar les estaba vetado: el suyo era un Dios prohibido. A algunos les ofrecieron la libertad por favores de antaño, pero ellos antepusieron la liberación de toda la comunidad a la suya individual, y finalmente fueron martirizados.

Los padres Superiores fueron fusilados el 2 de agosto; el resto, los días 12, 13, 15 y 18 de agosto de 1936. Junto a los claretianos, fueron también martirizados Ceferino Giménez “Pelé”, gitano de misa y comunión diaria (primer gitano beatificado), y el obispo Florentino Asensio, que fue torturado y asesinado el 9 de agosto. Los Mártires de Barbastro fueron beatificados por el papa Juan Pablo II el 25 de Octubre de 1992. He aquí el tráiler del filme.

domingo, 12 de mayo de 2013

La conversión de Bob Dylan, tras cantar ante Juan Pablo II

En 1962 salió a la luz uno de los discos más importantes en la historia de la música. Se titulaba Bob Dylan y si tiene un lugar privilegiado en la discoteca de coleccionistas y aficionados, no es por la calidad de sus canciones, sino por ser el primero de la carrera del genio de Minnessota.

Sólo dos de sus temas fueron compuestos por el propio Dylan. Sin embargo, al año siguiente y dentro del álbum The Freewheelin’ Bob Dylan, el mundo escuchó un himno que ha traspasado fronteras, derribado muros y unido generaciones. Con el tema Blowin’ in the wind (‘Flotando en el viento’) nació el profeta de la revolución juvenil, el de la canción protesta.

Lo cierto es que Bob Dylan ni se llama Bob ni se apellida Dylan. Su verdadera identidad es Robert Allen Zimmerman. Pero Bob quiso dejar atrás a Robert y sepultó el apellido judío de su familia en honor del poeta británico Dylan Thomas, para pasar a la historia como Bob Dylan, nacido el 24 de mayo de 1941, en Duluth, Minnessota.

A sus fans les costó digerir que dejara la guitarra acústica y el folk para enchufarse a la eléctrica y el rock en 1965, con el álbum Highway 61 Revisited, sexto de su carrera. Pero las protestas por el cambio de registro sucumbieron ante la arrebatadora canción Like a rolling stone.

Una conversión lenta, "flotando en el viento"

Muy pocos hubiesen apostado a que el genial Dylan llegase a cantar alguna vez ante un Papa. Pero la historia de Dylan se escribe así, como la de un ‘canto rodado’ y a golpes de inspiración; en ocasiones, como su conversión al cristianismo, a golpes de clara inspiración divina.

Tras sufrir la separación de su mujer, con la que tuvo cuatro hijos, un Dylan cuarentón sufrió unaa descubrir el valor de la Cruz y la redención. Fue una época dura para el cantante, pero tremendamente fructífera para su discografía. En 1979, 1980 y 1981 publica tres discos que son conocidos por sus biógrafos como los ‘discos cristianos’: Slow train coming (El tren que viene despacio), Saved (Salvado) y Shot of love (Impacto de amor).
crisis existencial que le llevó

En ellos se escuchan, mezclados con acordes desgarrados y tensos punteos, letras de canciones tan explícitas como When He returns (Cuando Él regrese): “Entrega tu corona sobre esta tierra manchada de sangre; quítate la máscara; Él ve tus actos; Él sabe tus necesidades antes de que tú le pidas; ¿Cuánto tiempo puedes falsear y negar cuál es la Verdad?”.

Su lenta evolución interior hizo eclosión en 1997, cuando un golpe de la gracia tocó su corazón: Juan Pablo II le invitó a tocar ante 300.000 jóvenes durante la celebración del Congreso Eucarístico de Bolonia. Y apoyándose en Blowin’ in the wind, el Papa polaco inició su discurso. A la pregunta: “¿Cuántos caminos debe recorrer un hombre antes de convertirse en hombre?”, Juan Pablo II contestó: “¿Cuántos caminos? Hay uno sólo: ¡Cristo! ¡Cristo es el camino que el hombre tiene que recorrer antes de ser llamado hombre!”.

Bob Dylan tiene ahora 71 años, de los que ha dedicado 50 a la música. Ha grabado 58 discos, con los que ha vendido más de 90 millones de copias. Es un peregrino del rock que ha conocido una vida agitada, pero en ella algo ha surigo algo inamovible: su fe. “Soy alguien que cree -manifestó tras cantar ante el Papa-. Lo vivo así y lo he manifestado en mis canciones. Una vez escribí que Dios no es un ‘fetiche’ para las necesidades del hombre, y sigo pensándolo. Yo soy creyente”. (Religionenlibertad.com)

Os dejo los vídeos de aquel día con Juan Pablo II: su saludo al Papa y la primera de sus canciones.



domingo, 5 de mayo de 2013

Primer documental sobre el Papa Francisco

Acaba de salir a la calle el primer documental sobre el nuevo Papa. Bajo el título “¿Quién es el Papa Francisco?”, Goya Producciones acaba de editar un documental de 45 minutos sobre la vida y el mensaje del -hasta hace mes y medio- Cardenal Jorge Mario Bergoglio.

A partir de un guión ameno, profundo y muy bien escrito, nos adentramos en su infancia y su juventud, para luego llegar al instante mágico de su vocación y al comienzo de una infatigable acción pastoral, muy especialmente entre los más desfavorecidos. El montaje es dinámico, y lleva muy bien de una parte a otra de su vida. Además, contiene grabaciones inéditas de alto valor testimonial e imágenes muy entrañables que ponen de relieve el gran sentido del humor del Papa argentino. Sus gestos y anécdotas revelan un carisma muy especial para tratar con todo tipo de personas.

Entre las fuentes documentales, cabe destacar las declaraciones de los provinciales de la Compañía de Jesús en Argentina y España, así como el testimonio de periodistas y profesores de universidades pontificias que valoran su mensaje y perfilan las líneas de su Pontificado. Un obispo español cuenta sus impresiones de los ejercicios espirituales que le predicó el Cardenal Bergoglio en 2006.

Quizás la parte mejor tratada sea la referida a su elección: la renuncia de Benedicto XVI, las quinielas sobre los papables, la sorpresa de un Papa inesperado… y, sobre todo, su primera aparición en la logia vaticana, que se ganó el afecto de todo el mundo. El DVD ofrece, además, un extra de especial valor testimonial: una entrevista realizada por el canal internacional EWTN que permite conocer a fondo su pensamiento.

Después del éxito de su anterior documental ("El Cónclave: cómo se elige un papa"), Goya Producciones se ha superado y nos presenta aquí un trabajo de alta calidad técnica, con una realización que mantiene el pulso en todo momento. Ayer pude verlo por primera vez y desde luego me encantó. Lo recomiendo muy vivamente. Os dejo con el tráiler.

domingo, 28 de abril de 2013

La teleserie "La Biblia", a punto de dar el salto a los cines

Hace un mes comentábamos el estreno de la teleserie “La Biblia, que había alcanzado una gran audiencia en U.S.A. e iba a ser emitido por Antena 3 durante la Semana Santa. Como se presagiaba, sus diez capítulos, emitidos entre el Lunes Santo y el Domingo de Resurrección, obtuvieron un gran respaldo de la audiencia, y llegaron a ser el programa más visto de la semana.

Ahora se anuncia su posible salto a las salas cinematográficas. Tanto los datos de audiencia en varios países como las ventas en DVD en Estados Unidos han corroborado el popular apoyo a esta producción de de History Channel, llevada a cabo por Mark Burnett y Roma Downey. Y aunque parecía un producto imposible de presentar en la gran pantalla, ya están en marcha varias gestiones para lanzar una versión reducida para los cines de todo el mundo.

Es difícil saber si el público responderá positivamente ante un producto ya visto en televisión, pero hay precedentes muy positivos, sobre todo en el cine religioso: la mini-serie Jesús de Nazaret, de Zeffirelli, es el caso más claro: su estreno en los cines cosechó éxitos realmente notables. Por eso resulta aventurado descalificar esta opción, visto el gran éxito que ha conseguido hasta el momento.

En Estados Unidos, "La Biblia" fue el estreno más visto de un canal de cable en el año 2013. Después llegó a España, donde alcanzó los 3'8 millones de espectadores. Y sumando todos los estrenos, acumula casi 60 millones. Con este precedente, el creador de la producción Mark Burnett ha anunciado su intención de acortar la miniserie y dejar los 440 minutos de los diez capítulos en un único relato de tres horas para su estreno en los cines.

Según el productor, que ha desarrollado el proyecto junto a su mujer Roma Downey, existen ya “numerosas ofertas”. Pero también cabe la posibilidad de que sea distribuida por él mismo. En todo caso, Burnett se siente muy orgulloso con los resultados obtenidos: no en vano, ha sido la serie más comentada en las redes sociales norteamericanas. “Toda la gente que miró para otro lado hace tres años y dijo que nadie iba a ver ‘La Biblia’ en televisión se equivocaban. Yo no me sorprendí. Sabía que iba a funcionar. Para mí, era como una voz de Dios”, señaló el productor.

Rodada en Marruecos, la ficción es un relato épico de los episodios más significativos de las Sagradas Escrituras y ha podido contar con un numeroso y destacado reparto. La propia Roma Downey interpreta a la Virgen María y el actor portugués Diogo Morgado a Jesucristo. (Fuente: Deadline)

domingo, 21 de abril de 2013

"La Pasión de Cristo", la Pascua judía y la Eucaristía

En un post de esta Semana Santa citaba un artículo de Juan Manuel de Prada sobre el filme “La Pasión de Cristo” en el que decía: “La película aborda algunos asuntos medulares de la fe católica, como es el vínculo existente entre el sacrificio de la Cruz y el sacrificio de la misa”.

En efecto, el filme de Mel Gibson abunda en pasajes simbólicos que establecen dos claros paralelismos temáticos en el marco de la pasión de Cristo: el paralelismo de la pascua judía con la Última cena, y el del sacrificio del Calvario con el sacrificio de la Misa.

La primera escena que refleja esa analogía temática acontece casi al principio, cuando un joven escapa de Getsemaní soltando su manto (en alusión al joven que escapó arrojando una sábana: Mc 14, 51-52) y llega a la casa donde están pasando la noche la Virgen y María Magdalena. Les anuncia que se han llevado a Jesús, y la Virgen dice: “be-mah nishtanah ha-layla ha-zot mi khol ha-layelot” (“¿En qué se diferencia esta noche de todas las noches?”). Es la única frase en hebreo (no arameo) que se escucha en la cinta, y se trata de una pregunta ritual que siempre se hace en hebreo, aún hoy, en los primeros momentos de la cena pascual. A continuación responde María Magdalena, también en hebrero: “Porque una vez fuimos esclavos, y ahora ya no lo somos”.

Situada la frase en ese momento, como clave de interpretación para todo lo que vendrá, no sólo establece el paralelismo entre la cena pascual judía y la Última cena, sino que es también el inicio del profundo simbolismo que se irá desarrollando entre toda la pasión y la Última cena de Cristo: el lavatorio de los pies, la presentación del pan, la consagración del pan y del vino… Todo ello se entrelaza con pasajes de la crucifixión que refuerzan esa misma analogía. Gibson quiere recordar a la audiencia, por un lado, que en esa cena pascual se unieron el Antiguo y el Nuevo Testamento, y por otro, que en ella se anticipó sacramentalmente lo que en plenitud se realizaría poco después en la Cruz.

A partir de ahí, el filme desarrolla abundantes paralelismos que anticipan el sacrificio de la Cruz. Así, Jesús ve a un herrero que golpea las argollas de su inminente tortura y recuerda sus golpes en la madera al tallar una mesa en el taller de Nazaret: una y otra escena difieren en luminosidad (luz y alegría en Nazaret, oscuridad y tristeza en el palacio de Caifás), pero tienen para Él una misma significación: con su trabajo y con su pasión redimió igualmente a todos los hombres.

Otros paralelismos son más explícitos, como el lavatorio de las manos de Pilatos al entregar a Jesús, en contraste con el lavatorio de las manos de Jesús al comienzo de la Pascua. Ambos actúan como preámbulo y preparación de un sacrificio pascual: en la pascua judía, el paso de la esclavitud egipcia a la liberación como pueblo escogido; en la pascua del Gólgota, el paso de la esclavitud del pecado a la liberación como hijos de Dios.

Finalmente, el más claro paralelismo de la cinta se manifiesta en el flash-back de la consagración. Tras ver en el Calvario cómo los soldados clavan a Jesús en la cruz y empiezan a elevar su cuerpo, un montaje paralelo nos retrotrae al momento de la Última Cena en que Jesús eleva el pan y dice: “Tomad y comed, porque éste es mi cuerpo”. A continuación, volvemos al Gólgota y vemos que de la cruz recién levantada empieza a chorrear la sangre de Cristo, que se derrama sobre el madero. Un nuevo paralelismo nos sitúa en el Cenáculo, cuando el Señor levanta el cáliz y dice aquellas palabras: “Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre… que será derramada por vosotros”.

Por si quedara alguna duda, la muerte de Cristo supone una profunda conmoción en la naturaleza dañada por el pecado –tal y como recogen los Evangelios- y el mismo diablo es herido mortalmente con la propia muerte del Redentor: sus gritos lastimeros se oyen desde lo más profundo del abismo.

La última imagen del filme (un precioso plano-secuencia que recorre la sepultura donde fue enterrado el Señor) termina en un primer plano de Jesús resucitado. Con Él, se disipan las tinieblas que han dominado casi toda la película, y la luz de la Resurrección inunda definitivamente la pantalla. Ha dado comienzo la Nueva Alianza sellada con la sangre de Cristo.

domingo, 14 de abril de 2013

Las películas sobre S. Francisco, el santo que inspiró al nuevo Papa

La primera sorpresa que dio el nuevo Papa fue la elección de su nombre. El cardenal Jorge María Bergoglio escogió para sí el nombre de Francisco, que hasta entonces no había elegido ningún otro Pontífice.

Muchos se preguntaron entonces el porqué. Pero no hubo mucho tiempo para elucubraciones, pues pronto sus palabras dejaron muy claro que quería ponernos como ejemplo la vida de ese santo italiano, que se identifica con la paz, la pobreza y un estilo de vida sencillo.

En la historia del cine, han sido muchas las películas que han recreado su vida, sobre todo en su país natal. Ya en la época muda se produjeron tres: El pobrecillo de Asís (Enrico Guazzoni, 1911), Hermano Sol (Hugo Falena, 1918) y Fray Francisco (Giulio Antamoro, 1927).

En la época moderna, hay otros tres grandes filmes sobre la vida de este santo que hoy deseo comentar. Cronológicamente son éstos:

- Francisco, juglar de Dios (Roberto Rosellini, 1950), con Aldo Fabrizi como protagonista. Se trata de una de las películas más significativas sobre la vida de este santo, rodada en plena época del neorrealismo y en cuyo fondo se mezcla una reflexión sobre la ambición humana (aún estaban abiertas las heridas de la guerra mundial), con la búsqueda histórica de un personaje trascendental. Puesto en escena por Federico Fellini y Brunello Rondi, el film de Rosellini relata once episodios entresacados de sus Florecillas, en los que se manifiesta el espíritu de la reforma franciscana: desde el regreso de Francisco de Roma hasta la separación de los discípulos. Es, sobre todo, un poema visual construido a base de gestos. Interpretada, con excepción de Fabrizi, por no profesionales (todos frailes franciscanos), la película capta la pureza de los hermanos y sus deseos de vivir en armonía con la naturaleza.

- Hermano sol, hermana luna (Franco Zeffirelli, 1972), con Graham Faulkner como Francisco. Sin duda, la película más popular, la que ha logrado mayor éxito de público y la que ha sido adoptada por los franciscanos como su "auténtica biografía cinematográfica". A esto contribuye el estilo refinado del director y su capacidad de provocar emociones (aunque, para algunos, pueda resultar un tanto empalagosa). Parte del éxito se debe a las músicas, que el mismo director buscó durante mucho tiempo, y también a un reparto excepcional. La cinta, sobre un guión de Zeffirelli, Suso Cecchi d'Amico y Lina Wertmüller, propone que veamos a S. Francisco como precursor de los jóvenes idealistas de los setenta, aquellos que predicaban la no violencia, el regreso a la naturaleza y a la fraternidad universal. En todo caso,con este filme Zeffirelli quiso rescatar el cine del exceso de sexo y violencia que llenaba las pantallas aquellos años y demostrar que era posible encontrar a Dios también en el Séptimo Arte.

- Clara y Francisco (Fabrizio Costa, 2007), con Ettore Bassi en el papel del santo. Biografía de Clara y Francisco que comienza en 1198, con el alzamiento del pueblo de Asís contra los nobles de la ciudad. Paradójicamente, los que después serán fraternales compañeros pertenecen a dos estratos sociales enfrentados. Mientras la noble familia de Clara tiene que huir a la vecina Perusa, Francisco, miembro de la burguesía, saborea las mieles de la victoria. Al ser capturado y encarcelado en la batalla de Collestrada, comenzará a replantearse su vida. Pese a algunas inexactitudes, es bastante fiel a los hechos y al espíritu franciscano. De hecho, algunas de sus secuencias, como la consagración de Clara, son genuinas y alcanzan cotas de gran espiritualidad. Los personajes de Francisco y Clara –ella tiene aquí bastante protagonismo- están muy bien construidos: muestran carisma y profundidad. Se trata de una miniserie de dos capítulos coproducida por la RAI que tuvo un considerable éxito en Italia. Se encuentra fácilmente en muchos videoclubs.

domingo, 7 de abril de 2013

Estreno de "For greater glory", sobre la guerra de los Cristeros. Reseña de Juan Manuel de Prada

Se estrena, al fin, en los cines españoles For Greater Glory, la película sobre la Guerra Cristera o Cristiada (1926-1929), desatada en México después de que el gobierno del laicista Plutarco Elías Calles cometiera los más inicuos atropellos contra los católicos, incluidas matanzas de sacerdotes y fieles.

La película, de factura técnica más que notable, incorpora un elenco de campanillas (con nombres tan vistosos como los de Andy García, Eva Longoria, Peter O’Toole o Rubén Blades) y denota un esfuerzo de producción en verdad llamativo. Se trata de una obra de declarada militancia católica; pero muy alejada del temible tono empalagoso –cuando no aciagamente buenista— que suele lastrar las películas que se presentan bajo este marbete.

For Greater Glory es una película épica al modo clásico, llena de lances heroicos y pasajes conmovedores, muy alejada del cine de acción de los últimos años, donde las pirotecnias y aspavientos propios del género enmascaran argumentos vacuos y personajes sin encarnadura. En For Greater Glory no faltan, desde luego, las secuencias trepidantes, los tiroteos y escaramuzas bélicas; pero, al hilo de tales secuencias, se nos plantean conflictos humanos vigorosos y desgarradores y se nos presenta una panoplia de personajes de lo más variopinto.

Desde el Beato Anacleto González Flores, un líder católico que acaudilló la resistencia pacífica contra Calles antes de ser martirizado, al aventurero Victoriano Ramírez, alias “el Catorce”, cuyas hazañas sanguinarias lo envolverían en una aureola de leyenda. Desde el niño José Sánchez del Río, también beatificado por la Iglesia, quien fuera martirizado del modo más sañudo, al cura cristero José Reyes Vega, responsable de ordenar incendiar un tren sin evacuar antes a los pasajeros. Y, por encima de todos, el general Enrique Gorostieta, comandante del ejército cristero, un hombre más bien descreído que acabaría convirtiéndose, impresionado por la fe de sus soldados. For Greater Glory, que se permite ciertas licencias en la reconstrucción biográfica de sus protagonistas (así, por ejemplo, en la relación entrañable que se entabla entre el general Gorostieta y el niño José Sánchez del Río, que tal vez ni siquiera llegaran a conocerse), no escamotea sin embargo los aspectos de su personalidad más vidriosos o problemáticos, que deja al juicio del espectador; tampoco, oculta, por cierto, las disensiones en el seno del bando cristero, y aun de la propia jerarquía católica.

Pero si hay algo que For Greater Glory no oculta es que la Cristiada fue, en su esencia y por encima de otras circunstancias políticas o económicas, una guerra religiosa, desatada por odio a la fe católica. El “¡Viva Cristo Rey!” que los cristeros lanzan, a modo de proclama inquebrantable, antes de entrar en la batalla, y que sus mártires repiten ante sus ejecutores, después de haberlos perdonado, así nos lo recuerda constantemente. En España también tuvimos otra guerra en la que muchos inocentes murieron lanzando ese grito, pero ninguna película los conmemora. En este sentido, For Greater Glory resultará para muchos espectadores españoles una película incómoda; no sólo para los laicistas satisfechos de su hegemonía, sino también para los tibios, los “políticamente correctos” y demás faunas gallináceas autóctonas. Al resto, la película no les defraudará: disfrutarán de casi dos horas y media de un cine épico y vibrante que ya no se estila; y saldrán de la sala oscura conteniendo a duras penas la emoción que les anuda la garganta y preguntándose por qué una película así es inconcebible en España. Si alguno llegara a responder esta pregunta, ya no dejaría de llorar.

(Juan Manuel de Prada, ABC)

lunes, 1 de abril de 2013

La Resurrección de Jesús en el Cine (y 2)


Ayer veíamos cómo los filmes clásicos (Rey de Reyes, Jesús de Nazaret y la miniserie Jesús) habían plasmado la escena de la Resurrección. Hoy completo esa visión panorámica con la referencia dos filmes modernos, que ofrecen una nueva visión de Cristo.

En la misma línea de mostrar a un Jesús divino y humano, Redentor de los hombres y –a la vez- cariñoso y afable con todos, en el año 2000 se estrena en Estados Unidos una película de animación, dirigida por Stanislav Sokolov, titulada El hombre que hacía milagros. Muy fiel a los Evangelios, la historia está narrada desde el punto de vista de una adolescente: la hija de Jairo, a la que Cristo resucita en una escena conmovedora.

El filme presta una especial atención a la secuencia de la Resurrección y a los acontecimientos que siguieron. Mientras otras películas omiten esa parte (El Mesías) o la distorsionan por completo (Jesús de Montreal, Jesucristo Superstar), El hombre que hacía milagros le da una importancia capital en el conjunto del relato. Además, y en comparación con los demás filmes comentados en este serial sobre “La Resurrección en el cine”, aquí el desarrollo de esos acontecimientos abarca un metraje considerable y conjuga, en su narración, la fidelidad a las Escrituras con una integración creativa de las distintas escenas relatadas por S. Juan y S. Lucas.

En este filme vemos, de forma hilvanada, todos los sucesos de aquellas horas: María Magdalena encuentra la tumba vacía y se echa a llorar (Jn 20, 1). Entonces, una voz cálida a sus espaldas —que ella toma por la del hortelano— trata en vano de consolarla; hasta que le oye pronunciar su nombre, “¡María!”, y se vuelve conmovida porque ha comprendido que está ante Jesús resucitado (Jn 20, 11-18). Según le indica el Maestro, corre a contárselo a Pedro, y esto mueve al apóstol a acudir a la tumba (Jn 20, 2-7), aunque sin la compañía de Juan.

De regreso a Jerusalén, mientras medita en el sepulcro vacío, Pedro se encuentra con el Maestro (Lc 24, 34) y vuelve corriendo para contarlo a los demás apóstoles. Al llegar al cenáculo, vemos que acaban de llegar Cleofás y Jairo, y éstos relatan —se ve luego en dibujos animados— cómo Jesús se les ha aparecido en el camino a Emaús y les ha explicado las Escrituras, y cómo le han reconocido al partir el pan (Lc 24, 13-35). Tomás muestra entonces un escepticismo sarcástico frente a esos relatos, que juzga fantaseados... Y aquí corté la secuencia, para no hacerla demasiado larga. Lo que sigue es la repentina aparición de Jesús, que enseña sus manos a todos, y en especial a Tomás. El apóstol cambia su incredulidad por un sincero acto de fe (Jn 20, 36-41).

La concatenación de escenas -creando unidad en lo que eran cuadros sueltos- es lo que hace sublime, atractivo y dinámico el relato que este filme nos ofrece de toda la secuencia de la Resurrección.

(Para ver la secuencia, pinchar en el fotograma)



El último filme que analizamos en este serie es La Pasión de Cristo (2004), dirigido por Mel Gibson. En un plano breve (un epílogo sumamente sugestivo a todo el gran relato de la pasión) nos ofrece una explicación teológica –basada por completo en un pasaje de S. Juan- de lo que sucedió en el instante de la Resurrección.

Según testimonios de la época, los judíos empleaban una gran sábana blanca para embalsamar a los difuntos. También era costumbre envolver el rostro con otro paño más pequeño (sudario, le llamaban) para sujetar la mandíbula y evitar que se abriera la boca del cadáver. Es lo que hicieron con Jesús: tenía la sábana “y el sudario que había sido puesto en su cabeza” (Jn 20, 7). Con esto tenemos dos piezas: la sábana y una venda separada de ella que se usaba como mortaja.

Cuando Juan entró en el sepulcro, “vio los lienzos plegados y el sudario, que había sido puesto en su cabeza, no plegado junto con los lienzos, sino aparte, todavía enrollado, en un sitio” (Jn 20, 7). Es esa disposición de los lienzos (“todavía enrollados” pero sin el cuerpo en su interior), simplemente “plegados(en el original griego: “caídos”, como si hubiera desaparecido el cuerpo de su interior) es lo que inmediatamente mueve a la conversión del apóstol: “Entonces entró también el otro discípulo…, y vio y creyó” (Jn 20, 8).

Todo esto es lo que trata de reflejar el último plano de la película de Mel Gibson. Un fantástico plano-secuencia sugiere el momento en que se desliza la piedra de la entrada. Todos los Evangelios señalan que la piedra fue removida, y Mateo describe incluso el momento en que “se produjo un gran terremoto, y un ángel del Señor… apartó la piedra” (Mt 28, 2). La toma va recorriendo las distintas cavidades de la roca, y de repente entran en plano los lienzos sagrados en el momento en que empiezan a caer sobre sí mismos.

Sigue el movimiento del plano, y los lienzos quedan “caídos”, atados y enrollados alrededor de la mortaja, como si en ese preciso momento hubiera desaparecido el cuerpo de Jesús. Justo entonces vemos la razón de ese vacío: la cámara enfoca un luminoso primer plano de Cristo resucitado, que a continuación se alza para mostrar su cuerpo glorioso, sin los estigmas de la flagelación y la coronación, pero sí con las señales de los clavos en sus manos. Es el momento en que acaba de resucitar y por eso los lienzos caen sobre sí mismos. Gibson muestra así a los espectadores, justo en el momento en que sucede, lo que una vez acontecido conmoverá profundamente a Juan.

domingo, 31 de marzo de 2013

La Resurrección de Jesús en el Cine

Hoy, día de la Resurrección del Señor, es un buen momento para ver cómo han reflejado este episodio las principales películas. Hoy hablaré de tres filmes clásicos, y mañana de dos más recientes.

En Rey de Reyes (1961), dirigida por Nicholas Ray, el pasaje de la Resurrección sigue a pies juntillas el relato evangélico de San Juan. María Magdalena (Carmen Sevilla) ha pasado la noche entera en el exterior del sepulcro, porque quiere embalsamar el cuerpo del Señor en cuanto pase el sábado (día de obligado descanso para los judíos). Al despertar, “todavía muy temprano, cuando aún estaba oscuro… vio quitada la piedra del sepulcro” (Jn 20, 1). Se asoma, ve los lienzos depositados sobre la losa, “y entonces echó a correr” (Jn 20, 2).

Profundamente agitada, pues piensa que “se han llevado al Señor” (Jn 20, 2), sale en busca de alguien que pueda darle razón de lo que sucede. Alejándose de allí (el relato fílmico omite el encuentro de María con Pedro y Juan, y la carrera de estos hacia el sepulcro), la Magdalena divisa a un hombre que está vuelto de espaldas tanto hacia la cámara como hacia ella. “Pensando que era el hortelano, le dijo: ‘Señor, si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto’ (Jn 20, 15).

Sin volverse hacia ella, el hombre inicia el diálogo que recoge S. Juan: “Mujer, ¿por qué lloras?”. “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto”. En ese instante , es Jesús (Jeffrey Hunter) quien se vuelve –no María Magdalena- y exclama su nombre. Ella le reconoce (aquí más por la visión de su rostro que por escuchar su voz) y grita: “¡Maestro!”. Jesús le dice: “No me toques, porque aún no he subido a mi Padre. Ve a mis discípulos, y diles que asciendo a mi Padre y a vuestro Padre” (Jn 20, 15-1). El filme concluye el discurso de Jesús con una frase de Mateo: “Diles que vayan a Galilea, allí me verán” (Mt 28, 10).


En 1973, y como consecuencia de dos filmes polémicos (Jesucristo Superstar y Godspell), se concibió la idea de producir un serial televisivo sobre la vida de Jesús. Un proyecto de clara inspiración cristiana, que llevaron adelante la RAI (católica) y la BBC (anglicana). La imagen que la serie nos da de Cristo es clara, brillante, muy divina.

En su relato de la Resurrección, el director Franco Zeffirelli quiso subrayar sobe todo los sentimientos y las reacciones de los personajes. La secuencia arranca con la llegada de María Magdalena y otras dos mujeres (en esto sigue a Mc 16, 1), todavía con las brumas del amanecer. Los soldados dormitan, pero uno despierta: “¿Quiénes sois?”. La Magdalena es quien lidera el grupo: “Somos la familia de Jesús” (Aquí evoca una frase de Jesús: “El que cumple la Voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi Madre”). “¿Y qué queréis?” “Entrar en la tumba para ungir el cuerpo y llevarle ropa limpia, perfumes…”. El afecto humano de los seguidores de Cristo queda manifiesto en el diálogo. Tanto, que conmueve a los soldados: “Está bien. Pero necesitaréis un ejército para remover la piedra”.

En el trayecto al sepulcro, dos jóvenes y misteriosos labriegos les dicen desde una loma: “¿Por qué buscáis a los vivos entre los muertos? Jesús no está aquí?”. (Zeffireli traslada a esta escena previa el encuentro de las mujeres con dos ángeles en la entrada del sepulcro). Ellas les toman por locos y siguen adelante; pero, al llegar al sepulcro, descubren que, en efecto, Jesús no está. María Magdalena vuelve entonces sobre sus pasos, pero los dos jóvenes han desaparecido.

Sigue una breve escena, en la que el tribuno sospecha que sus soldados se han dormido en la guardia. Y, a continuación, el director italiano centra su atención en las actitudes de los apóstoles. Llega al cenáculo Felipe, y todo son recelos de que puedan correr la misma suerte que Jesús. Preguntan a Pedro, que ya entonces hace cabeza en el colegio apostólico, y él responde: “Debemos hacer lo que el Maestro hubiera querido”. Ya no hay dudas ni negaciones en Pedro. Empieza a ser la piedra sobre la que se edifica la Iglesia.

En el instante en que Tomás duda de que Jesús pueda volver, llega María Magdalena y afirma conmovida: “¡Le he visto! ¡Al Maestro! Ha resucitado”. A continuación, la cámara enfoca la reacción de Pedro. Por ese primer plano, y por las citas antes señaladas, podemos concluir que este relato de la Resurrección sigue bastante de cerca el Evangelio de Marcos, que recoge sobre todo la predicación de S. Pedro. Y es que, por encima de la continuidad escriturística, lo que busca Zefirelli en este pasaje es retratar la reacción de los personajes: la emoción y el amor de la Magdalena, la autoridad de Pedro, el temor de los apóstoles, la tosquedad de los soldados, la incredulidad del tribuno

(Para ver la escena, pinchar en el fotograma).


A las puertas del tercer milenio, y tras algunas cintas polémicas (La última tentación de Cristo, Jesús de Montreal) que omiten deliberadamente la secuencia de la Resurrección, varias películas se proponen reflejar una nueva imagen de Cristo: más equilibrada e históricamente precisa.

Frente al Jesús exclusivamente divino de los sesenta (Rey de Reyes, La historia más grande jamás contada) y frente al Jesús “revolucionario” de los 70 y 80 (Jesucristo Superstar, Jesús de Montreal), los nuevos filmes van a tratar de mostrar a un Jesús que es Dios y Hombre al mismo tiempo: muy divino en sus milagros y en su mensaje, pero también muy humano en la preocupación por su Madre y por todos los que le siguen.

El primer fruto de esta nueva tendencia vino de la mano de Ettore Bernabei, un productor italiano que produjo con la CBS la miniserie Jesús (1999), de cuatro horas de duración, dirigida por Roger Young e interpretada por Jacqueline Bisset, Jeremy Sisto y Debra Messing. Jesús habla de su condición divina, pero a la vez sonríe, bromea y dialoga afectuosamente con los apóstoles.

En el relato de la Resurrección, Young ha creado una puesta en escena que hila muy bien las distintas versiones de los evangelistas. Sobre todo, sigue muy de cerca el relato de S. Juan. La mañana del Domingo, María Magdalena se dirige al sepulcro. Ve la piedra removida (Jn 20, 1) y corre al cenáculo para decir a los apóstoles que “¡Han robado su cadáver!” (Jn 20, 2). Pedro y Juan salen corriendo hacia el sepulcro (Jn 20, 3). Juan corre más y llega antes, pero sólo se asoma en la entrada. Enseguida llega Pedro y entra (Jn 20, 4-6).

Entonces surge el diálogo entre la razón y el amor, dos caminos para llegar a la Fe. Pedro dice: “No está” (es lógico y razonable pensar que lo han robado), pero Juan contesta: “Ha resucitado”. Pedro sigue hablando el discurso de la razón: “Resucitado no, han robado su cadáver”. Juan, movido por el amor, ha alcanzado ya la Fe: “Pero Él dijo al tercer día resucitaré”. Y Pedro cree al fin (Se trata de una licencia, pues el evangelista dice que el único que creyó es Juan: Jn 20, 10).

Al salir del sepulcro, se topan con María Magdalena, que ha vuelto. Ellos se van corriendo a decir a todos que Jesús ha resucitado (nueva licencia del director) mientras ella se queda desconsolada junto a la tumba (Jn 20, 11). Por detrás de un alto palmeral, se oye una voz que dice: “Mujer, ¿por qué lloras?” (Jn 20, 15). Magdalena no reconoce aún la voz de Jesús, y le dice, tomándole por el hortelano: “Si te has llevado a mi Señor, dime dónde lo has puesto”. Jesús sale de la zona arbolada y dice, a la vista de ella: “¡María!”. Y ella grita: “¡Maestro!” y le abraza emocionada (Jn 20, 16). Una reacción mucho más efusiva que la sugerida en el Evangelio (“No me toques”, le dice Jesús) y más expresiva que las reflejadas en filmes anteriores.

Además, aquí el reconocimiento de Jesús no se produce porque Él se vuelva hacia ella (como en Rey de Reyes) sino por la elevada maleza, lo cual es más razonable. No recoge con exactitud las palabras de S. Juan (“Ella se volvió”), pero sí la sugerencia de que el descubrimiento se produce cuando escucha su nombre. Descubrir que Dios la llama por su nombre, personalmente, con un tono conmovido de infinito cariño, es algo que la cinta sugiere, aunque no lo haya reflejado por completo.

Después vendrá también la reticencia de Tomás y el testimonio de María Magdalena, justo antes de la aparición de Jesús (Jn 20, 24-29), pero esto queda ya fuera del vídeo que ahora presento. Lo que muestro es suficiente para ver cómo Roger Young ha sabido plasmar en imágenes todos los sucesos de aquella intensa mañana y todas las reacciones de los personajes principales. Todo en apenas 3 minutos y siguiendo enteramente el relato de S. Juan.