martes, 19 de enero de 2010

Dios, Haití y los barberos

A propósito de la reciente tragedia de Haití, algunos medios de comunicación han vuelto a formular la pregunta que otros ya habían planteado cuando el 11-S y el 11-M: “Pero, ¿dónde estaba Dios?.

Algunos no pueden comprender la existencia del mal en el mundo: “Si Dios es tan bueno, por qué hay terremotos, guerras y violencia –maldad, en suma- en este mundo que, se supone, ha salido de sus manos?”. Sé que no es fácil de entender y, ciertamente, lo sucedido en Haití no tiene explicación humana: hay que recurrir a la Fe para hallar respuestas. Dios está en cada moribundo, en cada persona que llora y sufre; aunque no le veamos.

Pero en lo que respecta a la maldad que deriva de nuestras decisiones (las guerras, las matanzas, la injusticia generalizada) sí podemos encontrar explicaciones; y no sólo desde la Fe. Porque está claro que somos libres, y más claro aún que Dios no quiere servidores esclavos, ni hombres que automáticamente obren el bien sin comprometer su libertad.

Es cierto que nos ha dado los instrumentos para lograr una sociedad justa y buena: nos ha dado su doctrina y su mandamiento de la Caridad (“Amaos os unos a los otros”); nos ha dado la naturaleza humana y ha grabado su Ley en nuestros corazones; nos ha dado su gracia, su ayuda y, sobre todo, nos ha dado su ejemplo muriendo en la cruz por nosotros: un ejemplo de amor y de perdón, y no de odio ni de barbarie. Pero ama tanto nuestra libertad, que nunca nos hará buenos a pesar nuestro. Tenemos a nuestro alcance todo lo necesario para ser buenos, pero de nosotros depende que lo seamos y que lo sea nuestra sociedad.

A este respecto, viene como anillo al dedo aquella historia de los barberos y Dios:

“Un hombre fue a una barbería a cortarse el cabello y recortarse la barba. Como es costumbre en estos casos entabló una amena conversación con la persona que le atendía. Hablaban de tantas cosas y tocaron muchos temas. De pronto tocaron el tema de Dios y el barbero dijo:

- Fíjese caballero que yo no creo que Dios exista, como usted dice.

- Pero, ¿por qué dice usted eso? - preguntó el cliente.

- Pues es muy fácil, basta con salir a la calle para darse cuenta de que Dios no existe. O dígame, ¿acaso si Dios existiera habría tantos enfermos, tantos niños abandonados? Si Dios existiera no habría sufrimiento, ni odio, ni guerras… Yo no puedo pensar que exista un Dios que permita todas estas cosas.

El cliente se quedó pensando un momento, pero no quiso responder para evitar una discusión. El barbero terminó su trabajo y el cliente salió de la tienda. Nada más salir de la peluquería, vio en la calle a un hombre con la barba sucia y el cabello largo, lleno de greñas. Entonces entró de nuevo a la barbería y le dijo al barbero.

- ¿Sabe una cosa?, los barberos no existen.

- ¿Cómo que no existen? - preguntó el barbero - si aquí estoy yo, y soy barbero.

- ¡No! -dijo el cliente - no existen, porque si existieran no habría personas con el pelo sucio y la barba tan grasienta como la de ese hombre que va por la calle.

- ¡Ah!, los barberos sí existen, lo que pasa es que esas personas no vienen a mí.

- ¡Exacto! -dijo el cliente – Ahí está la respuesta a su pregunta. Dios sí existe; lo que pasa es que las personas no van a Él ni quieren seguir su mensaje. Por eso hay tanto dolor y tanta maldad en el mundo".

15 comentarios:

  1. Si definimos el mal como ausencia de un bien debido, no parece que las consecencias catastróficas de un terremoto sea un mal. Morir forma parte de la vida. Yo me moriré sólo o en compañía de otros en un avión o en un terremoto. Lo malo es no ir al cielo, un bien que nos está reservado y del que prescindimos por propia voluntad.
    No hay que confundir dolor con mal. Algunas consecuencias del terremoto de Haití son muy dolorosas (otras, no, como la solidaridad que se activa en todo el mundo. También es doloroso -con otra intensidad, pero es doloroso- levantarse cada día para ir a trabajar.

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  2. hola que tal

    muy buena la reflexión, si descubrimos a Dios que está en nuestro corazón, las cosas serán diferentes, queremos construir un mundo sin Dios cuando él es el autor de todas las maravillas.
    un abrazo y mi bendición

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  3. Genial, Alfonso. Me encanta, muchas gracias :)

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  4. josé carlos martín palanca19 enero, 2010 18:24

    El tema que aborda el profesor Mendiz ni es baladí ni deja indiferente a casi nadie, entre otras cosas porque nos interpela de manera directa.
    Efectivamente, el mal es la ausencia de un bien debido que, si no mal recuerdo, formuló Plotino. Y si Dios es Amor (con mayúscula), solo el amor podrá salvarnos; no solo el del Señor que ya nos ama infinitamente sino el que nosotros cultivemos amándonos los unos a los otros, como Él nos ama, sin lo cual la aventura es punto menos que imposible.
    Así las cosas, el libre albedrío que el Creador nos otorga para optar por la bondad o por la maldad, nos convierte en árbitros de nuestro propio destino y porvenir, no solo en esta vida sino también en la otra. Dícese que "un acto de contrición da a un alma la salvación". Y es que, aún con nuestras deslealtades y distanciamientos del Señor, Él, dado su infinito Amor, nos perdonará siempre que nos arrepintamos.Su infinita Misericordia no falla.
    Posiblemente, lo del barbero requeriría una levísima atención a los de la SGAE, por si, en un momento dado, pidieran cuenta y razón por las referencias bíblicas del "Cliente" y le reclamasen derechos de autor. Éstos, no sé si son malos, regulares o demasiado listos.
    Saludos cordialísimos.

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  5. Alfonso, si no borrases comentarios quizá tendrías más participación en el blog...

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  6. Procuro eliminar aquellos comentarios que, con argumentación o sin ella, descalifican en todo o en parte la opinión de algún participante.

    Agradezco la participación de todos. Quizás el debate de hoy ha profundizado en el sentido del mal en el mundo, y se ha vuelto decididamente filosófico. Partía de una tragedia: algo que señalaba como difícil de entender, porque no tiene explicación humana. De hecho, con todos ellos está nuestra solidaridad y nuestro afecto. Y en todos ellos debemos descubrir a Cristo que padece y que nos invita a cargar con el dolor de los demás. Como nos dijo con claridad: "cada vez que lo hicisteis con uno de estos pequeños, conmigo lo hicisteis".

    En lo que sí debemos sentirnos responsables -aquí entra la metáfora del barbero- es en el mal que ocasionamos nosotros, en el que proviene de las acciones libres de los hombres. Aquí sí somos culpables, y esta aceptación en nada supone olvido de los damnificados, con quienes está nuestra oración, nuestro cariño y nuestra caridad concretada en obras: en tiempo, en dinero y en todo tipo de colaboración.

    No hay duda de que, si aceptamos que Dios existe y que todos somos iguales ante Dios, nuestra solidaridad será más activa y más comprometida. Es lo que experimentó el cliente de la historia: saber que el Padre tenía preparadas tantas cosas buenas para los hombres le capacitaba para sentir en sus propias carnes el abandono de tantos que no querían -o no sabían- acercarse a la barbería de Dios.

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  7. Bravo, profesor Méndiz!!! Este mediodía fue de maravilla para comentar en la sobremesa con los colegas del trabajo. Gracias!!!

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  8. Anónimo regañón19 enero, 2010 23:46

    OK, Alfonso, es tu espacio y obviamente puedes hacer en él lo que gustes, lo comente sólo porque leí uno que de repente desapareció.
    Por cierto, Dios sí existe, otro tema es que a muchos les interese pensar lo contrario. Ya se sabe que es cuestión de Fe. Añadir que todos los que hemos experimentado o conocemos a alguien que ha experimentado fenómenos de carácter paranormal sabemos que existen los espíritus, y demás entes no corpóreos y por ello creemos en la vida más allá de la muerte y todo "el pack" , por así llamarlo. Y no entro más en ese tema que si no esto va a parecer "Cuarto milenio". Por cierto, estupenda la historia del barbero, el argumento es muy bueno.

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  9. Pues sí, me gusta tu relato del barbero, al estilo "british", que recuerda la prueba de la existencia de Dios de la causa primera. Efectivamente, ya han argumentado los filósofos desde hace un montón de siglos que la existencia de Dios es razonable, más todavía, que el mundo que conocemos no es razonable sin la existencia de un ser inteligente que lo haya diseñado, un ser todopoderoso que lo haya creado y lo conserve en el ser.
    De todas formas para a asentir con firmeza en la existencia de Dios, para confiar en Él, no basta que esa idea sea razonable, que lo es, sino que es necesario el don de la fe, y esto solo el mismo Dios puede concedérnoslo.

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  10. ALFONSO ME HA ENCANTADO Y SE LO VOY A DAR A LAS PROFES Y A MIS ALUMNAS, SIGUE ESCRIBIENDO NOS AYUDAS MUCHO Y NOS LEVANTAS LA MORAL EN CIRCUNSTANCIAS DIFICILES. SALUDITOSSSSSSSSS
    INMA

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  11. Querido Alfonso:

    Enhorabuena por esta nueva perla de este magnífico blog al que sigo con regularidad.

    La historia del barbero es la constatación de dos cosas: la negación de Dios y su posterior afirmación, aunque a regañadientes.

    En cualquier caso no deja de ser un sencillo razonamiento que bien vale un aplauso.

    Gracias por esta labor evangelizadora tan necesaria en esta época de posmodernismo trasnochado en la que se rechaza a Dios sin matices.

    ¡Un abrazo fuerte!

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  12. No es baladí la realidad del mal en el mundo, y mucho menos lo que bajo el se produce. Todas las realidades que producen sufrimiento y destrucción.

    Lo cierto es que todo ello, y sin temor a decirlo, es fruto del pecado. Sí, el sufrimiento, el dolor, la angustia, la desesperanza, e incluso la muerte como la conocemos. También hay que incluir a toda la creación, ésta como nos recuerda San Pablo gime con dolores de parto ver el día de la manifestación de los hijos de Dios. Todo quedó afectado por el pecado original y no solo el hombre.

    Así las cosas, la realidad del mal, no es un principio pues el único es Dios, pero hay que matizar algunas afirmaciones en cuanto que el mal sea ausencia del bien.

    Decir lo anterior, puede llevarnos a omitir la presencia del mal entre nosotros como entidad real y personal, y reducir el problema a planteamientos filósficos y no teológicos. Esta entidad a la que Jesucristo se enfrenta en muchos ocasiones y que la define como una entidad personal es la del demonio o el Maligno y "espíritus inmundos" aunque para muchos sea fruto de conjeturas extremistas o en el peor de los casos de una imaginación enfermiza.

    Por ello lo cierto es que estamos ante un misterio, y como tal solo sabemos lo que Dios ha revelado por medio de su Hijo Jesucristo. En definitivas, que a Dios no se le muere nadie, lo cual no evita que experimentemos el dolor y el sufrimiento.

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  13. El misterio del dolor en el mundo siempre me ha obsesionado, es un tema sobre el que he meditado mucho, porque desde una óptica no cristiana, es difícil entender el porqué de su existencia e incluso, es complicado explicar a quien parte de una postura no creyente porqué existe.

    Por su origen, el dolor puede ser manifestación del mal, en cuyo caso, el que lo provoca pretende imponerse violentamente, haciendo uso del pavor que provoca.

    Pero puede obedecer a algo no maligno. El dolor que sentimos por la muerte de un ser querido, debería alegrar nuestro corazón sabiendo que ha pasado a formar parte de la Iglesia Triunfante.
    Por último el dolor puede salir de catástrofes naturales que son inevitables.

    Pero el que me interesa es el dolor nacido del mal, lo que nos lleva a esta pregunta:

    ¿Por qué existe mal en el mundo? La respuesta sólo puede partir del amor de Dios. Dios pudo crear al hombre como un guiñapo, un ser entre cuyos instintos se encontrase el amarle, algo así como el perro de Paulov que sigue un impulso irrefrenable. Pero Él deseó crear al hombre libre, dejar que decidiese amarle o no, y evidentemente la libertad, fruto del amor divino, significa la capacidad de elegir entre el bien y el mal.

    El mal lleva al dolor, un sentimiento que sufre cada persona de forma individual. Pese a lo que sostengan las tesis marxistas, el dolor colectivo no existe, porque por su propia esencia, el dolor es individual. Si muere la madre de cinco hijos, cada uno de ellos sentirá el dolor de forma individual y distinta, porque Dios, al hacernos libres, nos dio la capacidad de sentir alegría y dolor, la primera fruto del bien.

    Pero ese dolor de cada uno es sentido de forma superior por Dios, que desde la cruz nos amó hasta el infinito. Y aquí hay nueva manifestación del amor divino, porque pese a que el dolor sea individual, Dios sufre ese dolor con nosotros, pues para ello mandó a su hijo al mundo.

    Creo que es suficiente, muchas cosas se pueden decir de mor, del bien del mal… Es un tema inagotable, pero no olvidemos que Dios estaba en la cruz siempre sufriendo con nosotros.

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  14. TRANSCRIBO UN PÁRRAFO DEL COMENTARIO QUE DEDIQUÉ AL TEMA EN MI BLOG 'SENTIRE CUM ECCLESIA':
    [...] Quizá en otras religiones el sufrimiento plantee un problema insoluble, pero el cristiano cree en un Acontecimiento: que Dios mismo ha sufrido por el hombre. En este sentido, si quien pendía de la cruz aquel viernes santo entre dos malhechores era verdaderamente quien decía ser, la terrible pregunta se lanza a favor de nuestra libertad: después de la cruz, ¿es posible creer en Dios? De su respuesta pende toda la historia de la humanidad. Los discípulos de Jesús, Judas incluido, tuvieron que arrostrarla. Una muerte en el lecho o una bajo toneladas de escombros, no nos libran del Juicio [...]

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  15. Muchas gracias por las aclaraciones. Hay que tener cuidado

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