domingo, 30 de noviembre de 2014

La Navidad en el cine (los 15 momentos de la Navidad en 10 películas)

Se acerca la Navidad, tal vez el momento de la vida de Jesús más celebrado en todas las culturas; por eso, he decidido celebrarlo también en este blog con una serie que ya vio la luz aquí. Una buena ocasión para revivir las escenas del evangelio en su traslación a la pantalla.

La Navidad es un hecho trascendente. Y, sin embargo, es un pasaje muy breve de los Evangelios: apenas sale en unos 20 versículos de S. Lucas y otros tantos de S. Mateo. En comparación con el total de los 4 Evangelios (cerca de 4.000 versículos: entre los 678 de S. Marcos y los 1.151 de S. Lucas), es verdaderamente muy poco.

Parece claro que los evangelistas quisieron centrar la redacción de sus libros en la vida pública del Señor: sus discursos y enseñanzas, su atención a los enfermos, sus milagros y prodigios, y –más extensamente– su pasión, muerte y resurrección. Ciertamente, esa parte es la más importante, pues expone la doctrina cristiana y habla de un Dios Redentor, que nos da ejemplo de conducta y nos ama hasta dar la vida en el mayor de los suplicios. Pero esa imagen todopoderosa y divina de Jesús se completa maravillosamente con la imagen de un Dios Niño, que se humilla por amor nuestro y se hace hombre para darnos ejemplo de vida. No se puede decir cuál de las dos imágenes nos conmueve más, ni cuál muestra mayor afecto a la humanidad.

Lo cierto es que ese Dios inerme e indefenso, que es concebido –milagrosamente– en las entrañas de una virgen, que pasa nueve mese en el seno de su Madre, y que nace en la más absoluta pobreza, es el más vivo ejemplo de Amor y de Humildad. Y no sólo eso: también es la muestra más clara de que Jesús es hombre como nosotros, en todo igual a nosotros (concepción, gestación, nacimiento) y, por tanto, verdaderamente un Dios hecho hombre: el auténtico Mediador entre nosotros y Dios. Por eso los hombres contamos los días desde su nacimiento: paradójicamente, desde aquel en que no le dimos cobijo en nuestra posada.

El cine ha reflejado extensamente esas escenas del Nacimiento de Jesús. Cada película ha puesto el acento en una u otra secuencia, y en uno u otro aspecto: la actitud contemplativa de María, el papel decisivo de José, la audacia y generosidad de los Magos, la crueldad y arrogancia de Herodes.

Esta Navidad es una ocasión espléndida para vivir las escenas del nacimiento de Cristo a través del cine. Quizás en el entorno familiar, o tal vez en las clases de Religión o de Historia. En cualquier ámbito -y, muy especialmente, en la catequesis de la Navidad- podemos contemplar esas escenas para redescubrir todo su significado. Una espléndida oportunidad para un cine-forum navideño.  

En el listado que ofrezco a continuación, he seleccionado los filmes que mejor han reflejado cada una de las 15 escenas de la Navidad: desde las dudas de José y el empadronamiento de César Augusto, hasta el viaje a Belén, el nacimiento en la gruta y la matanza de los Inocentes. Serán secuencias breves (entre 30" y 2') y en ellas procuraré dar entrada a todo tipo de filmes: desde clásicos de los sesenta (Rey de Reyes, La historia más grande jamás contada, El Evangelio según San Mateo, e incluso Ben Hur) a películas más recientes y de diversa orientación y estructura narrativa (Jesús de Nazaret, El Mesías, María de Nazaret, El hombre que hacía milagros, La Natividad).

Los 15 pasajes de la Navidad en el cine:

0. Navidad en el Cine: 15 episodios en la gran pantalla
1. Significado de la Navidad
2. Dudas de José y anuncio del Ángel en sueños
3. Empadronamiento de César Augusto

4. Preparativos del viaje. La Virgen decide ir con José
5. Las penalidades del viaje a Belén
6. “No había sitio para ellos en la posada
7. Jesús nace en el pesebre

8. La adoración de los pastores
9. Los Magos preparan su viaje
10. La Estrella guía a los Magos hacia Belén
11. Los Magos en Jerusalén. Entrevista con Herodes

12. Adoración de los Magos al Niño Dios
13. ¿Cuándo llegaron los Magos a Belén?
14. El aviso en sueños a José y la matanza de los Inocentes
15. El recuerdo de Belén en la vida de la Virgen

¡Que paséis una muy feliz Navidad! Y que las buenas películas os ayuden a revivir su auténtico sentido. Agradeceré, muy especialmente, vuestros comentarios.

domingo, 23 de noviembre de 2014

La conversión de Gary Cooper: el valor de un amigo

En la historia de cada conversión, junto a la insondable intervención divina, se da también la mediación humana: un amigo, un familiar, un compañero de fatigas... que sabe orientar, sin violencia, en el momento oportuno…

Frank James Cooper nació en Montana (Estados Unidos) el 7 de mayo de 1901. Era hijo de unos inmigrantes ingleses, que poseían de un inmenso rancho. El futuro actor aprendió allí a montar a caballo, habilidad que demostraría después en numerosos westerns.

Tras cursar estudios primarios en Inglaterra, regresó a Montana y trabajó como dibujante de tiras cómicas en diversas publicaciones. Después decidió probar fortuna en el cine, y en los años veinte logró pequeños papeles en películas del Oeste, en las que ya se acreditaba como Gary Cooper. A mitad de los treinta es una de las máximas estrellas de Hollywood: rueda grandes filmes como “Adios a las armas” (1932), “Tres lanceros bengalíes” (1935) o “Beau Geste” (1939). En 1941 logra su primer Óscar por “El sargento York”, y en 1952, el segundo por “Sólo ante el peligro”.

Precisamente en esos años es cuando tiene lugar su encuentro con el Papa Pío XII. Su esposa y su hija eran católicas, y él accedió a acompañarlas cuando consiguieron ser recibidas por el Santo Padre. En el libro que escribió sobre su padre, su hija Mary recordaba aquel momento: “El entusiasmo nos embargó a todos a medida que se aproximaba la audiencia con el Papa. (…) Estábamos todos en una sala dorada del Vaticano con una veintena de invitados más. Habíamos comprado rosarios, anillos y medallas para que los bendijera Su Santidad, y papá tenía un buen puñado de esos objetos en sus manos. Cuando el Papa llegó a su lado, quiso arrodillarse para besarle la mano, y perdió un poco el equilibrio. Se le cayeron entonces todas las medallas, perlas y rosarios, que rodaron con estrépito por toda la habitación. Algunas quedaron bajo el manto del Pontífice, que supo sacar a mi padre de su monumental vergüenza con una sonrisa y un gesto de comprensión”.

A mitad de los cincuenta –sigue recordado su hija- “comenzó a pensar en su posible conversión. No hablaba mucho de ello, simplemente nos acompañaba a Misa casi todos los domingos. La excusa que daba era que deseaba oír los fantásticos sermones del padre Harold Ford”.

Este joven y celoso sacerdote correspondió al interés de Gary Cooper con una dedicación entusiasta: “No le sermoneó con el azufre y el fuego del infierno –escribe Mary en su libro- sino que supo hacerse amigo suyo. (…). Mi madre le invitó un día a merendar para que pudiera charlar con mi padre. Y, nada más entrar en la sala de armas, se ganó a mi padre manifestando un gran deseo de practicar la caza y la pesca. En los meses siguientes fue su compañero inseparable en el buceo, la caza y todo tipo de excursiones”.

Durante aquellas salidas, el padre Ford fue explicando a Gary Cooper la riqueza insondable de la Fe católica. Y, cuando ya casi estaba decidido, le dio a leer “La montaña de los siete círculos”, una autobiografía del monje Thomas Merton en el que narra su conversión. Aquello fue el empujón definitivo. El ya veterano actor se bautizó en la Iglesia católica en mayo de 1959, apadrinado por su amigo Shirley Burden, que era también converso.

A las pocas semanas de su conversión, empezaron a manifestarse los primeros síntomas del cáncer que le llevaría a la tumba. Luchó en silencio con su enfermedad, mientras rodaba sus últimas películas: “El árbol del ahorcado” (1959), “Misterio en el barco perdido” (1960) y “Sombras de sospecha” (1961). Con la salud ya deteriorada, en 1960 recibió un Óscar especial de la Academia “por su larga y extraordinaria carrera”. Durante 35 años, había intervenido en más de cien películas, la mayoría como protagonista. Murió el 13 de mayo de 1961 y fue enterrado en el cementerio católico de Santa Mónica.

En octubre de ese año, Thomas Merton escribió una carta a su hija Mary en la que le decía: “Como todo el mundo, yo también adoro las películas de Gary Cooper. Aunque sea monje, me encanta verlas. Incluso tuve la secreta esperanza de que, si algún día ‘La montaña de los siete círculos’ se llevaba a la pantalla, tu padre sería el protagonista del filme. Por muchos motivos, me hubiera gustado mucho que hiciera ese papel”.

La influencia de su conversión fue enorme en el mundo de los artistas. Ernest Hemingway, que fue un gran amigo suyo, recuerda que pocas semanas antes de la muerte del actor hablaron largo y tendido sobre el catolicismo. Al final, con la voz muy seria, Gary Cooper le dijo: “Tú sabes que tomé la decisión correcta”. Según reconoció después, Hemingway no olvidaría nunca aquella conversación. Aquel moribundo tumbado en la cama le había parecido la persona más feliz de la tierra.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Estreno de "Thomas vive": un drama teatral sobre la honestidad y la conciencia

(JUAN JESÚS DE COZAR).- Es posible que algunos lectores recuerden un artículo publicado en este blog  el año pasado, en el que se prometía una reseña crítica de “Thomas vive”, la película que el director onubense Antonio Cuadri (Trigueros, 1960) rodó en 2013. El momento de ese post ha llegado, porque el film se preestrena el próximo 20 de noviembre en una sesión especial dentro de la 40ª edición del Festival Iberoamericano de Huelva. Un día más tarde, el 21, tendrá lugar el estreno nacional.

El Thomas de la película es, naturalmente, Santo Tomás Moro, aquel que afirmó: “Un hombre puede perder la cabeza fácilmente, y, sin embargo, no sucederle por esto ningún mal”. Un santo al que conviene recordar mucho en nuestros días, porque la palabra corrupción se ha convertido en la más gastada del DRAE, y Moro murió “incorrupto”. Conviene recordarle porque las portadas de la prensa escrita o digital nos presentan a diario comportamientos éticamente lamentables, y Moro actuó siempre con integridad. Y, sobre todo, nos conviene recordarle porque, en medio de tanta confusión moral, muchos intentan descubrir la luz de la propia conciencia, y Moro es un ejemplo actual de cómo seguir con heroica fidelidad los dictados de la conciencia.

El magnífico cartel de la película resulta revelador desde el mismo título, donde un historiado “Thomas” interacciona con un moderno “vive; y donde unos actores vestidos de época posan para una fotografía con móvil. El guión del film –de Claudio Crespo y del propio Cuadri– nos presenta las inquietudes de una compañía de teatro, mientras prepara una obra sobre los últimos días de Thomas Moro. Los ensayos se enmarcan en el Monasterio de San Isidoro del Campo de Sevilla, una auténtica joya arquitectónica.

Al ritmo sosegado de la obra teatral, se contrapone el estrés del presente (la madre con su hijo enfermo, dos amigos apunto de romper); y al dilema de Moro, las preocupaciones del hombre y la mujer actuales. “Al final –afirma Cuadri–, las tramas y los conflictos de actores y actrices de hoy en día se entremezclan con las de los personajes de la obra, en un sutil pero evidente juego de espejos”. Un juego –podríamos concluir– en el que adquieren sentido y vigencia la actitud y el sacrificio de Moro.

Aunque Cuadri ha rodado con el escaso presupuesto que le han concedido, ha sabido sacar partido a los bellos interiores, al empleo de diversas texturas y colores, y a las estupendas interpretaciones de los actores de la compañía Teatro Clásico de Sevilla, bastantes de ellos con numerosas funciones a las espaldas, y alguna que otra incursión en el cine. A Juan Motilla, por ejemplo, lo hemos podido ver recientemente en “El Niño” (Daniel Monzón, 2014).

La película rinde un intencionado –y merecido– homenaje al teatro, y la puesta en escena es fiel a este compromiso. “Pretende ser, nada más y nada menos –explica el director–, que Cine de Actores, película para amantes del teatro y de la historia, y una humilde pero profunda reivindicación de la cultura, de los valores de la integridad del ser humano en este ‘nuestro mundo después de Internet’, en plena efervescencia de redes sociales y soledades globales digitalmente compartidas, en las que quizás es más necesaria que nunca la mirada al interior de nosotros mismos”.

Sin duda, una buena elección para los amantes del cine de calidad.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Las 50 mejores películas sobre la madre

Parece que nuestra sociedad esté valorando poco una cualidad que la mujer está desarrollando hoy más que el hombre: su capacidad de sacrificio por los demás. Esa madre que es capaz de dar su tiempo, sus energías ¡su vida! por un hijo, o por su marido, o por su familia.

Una mujer fuerte, una madre "coraje" que saca adelante una familia numerosa, o que redime al marido a base de constancia. Una madre generosa que tira de la familia y de los hijos cuando el padre ha muerto o está ausente.

Es una pena, porque esta figura es un ejemplo paradigmático de cómo la mujer, muchas veces de forma silenciosa y oculta, es el auténtico pilar de la familia y de la sociedad.

Quizás por eso me alegró descubrir hace tiempo la lista que publicó Decine21 con "las 100 mejores películas de madres fuertes y con coraje". Como suele suceder, no todas me convencen ni me parecen igualmente loables. Pero el listado es magnífico. Os lo ofrezco, con algunas adiciones y omisiones- en el orden en el que yo las pondría, por si os ayuda a seleccionar películas que podáis ver en casa, en un centro educativo o en una sesión de cine-fórum.

Como siempre, espero que me indiquéis cuáles os gustaron más, o cuáles añadiríais a este listado.

1. Mi pie izquierdo (Jim Sheridan, 1989)
2. La vida es bella (Roberto Benigni, 1997)
3. La pasión de Cristo (Mel Gibson, 2004)
4. The Blind Side (Un sueño posible) (John Lee Hancock, 2009)
5. No sin mi hija (Brian Gilbert, 1991)
6. Las uvas de la ira (John Ford, 1940)
7. La Sra. Miniver (William Wyler, 1942)
8. En un lugar del corazón (Robert Benton, 1984)
9. Madre e hijo (Aleksandr Sokurov, 1997)
10. La ganadora (Jane Anderson, 2005)

11. La habitación de Marvin (Jerry Zaks, 1996)
12. El aceite de la vida (George Miller, 1992)
13. Rocco y sus hermanos (Luchino Visconti, 1960)
14. Bellísima (Luchino Visconti, 1951)
15. Once (John Carney, 2006)
16. Sonrisas y lágrimas (Robert Wise, 1965)
17. Mahanagar (Satyajit Ray, 1963)
18. Mujercitas (Gillian Armstrong, 1994)
19 . Una familia de Tokio (Yoji Yamada, 2013)
20. El intercambio (Clint Eastwood, 2008)

21. La boda de Tuya (Wang Quanan, 2006)
22. Solas (Benito Zambrano, 1999)
23. Una mamá en apuros (Katherine Dieckmann, 2009)
24. La mujer obsesionada (Henry Hathaway, 1959)
25. London River (Rachid Bouchareb, 2009)
26. Agnes Browne (Anjelica Huston, 1999)
27. Frozen River (Courtney Hunt, 2008)
28. La decisión de Anne (Nick Cassavetes, 2009)
29. Río salvaje (1994) (Curtis Hanson, 1994)
30. Un grito en la oscuridad (Fred Schepisi, 1988)

31. Tierras de penumbra (Richard Attenborough, 1993)
32. The Visitor (Thomas McCarthy, 2007)
33. Terminator 2: El juicio final (James Cameron, 1991)
34. El león en invierno (Anthony Harvey, 1968)
35. Amerrika (Cherien Dabis, 2009)
36. Paso decisivo (Herbert Ross, 1977)
37. Madame Curie (Mervyn LeRoy, 1943)
38. Corona de lágrimas (Alejandro Galindo, 1968)
39. La jurado (Brian Gibson, 1996)
40. El orfanato (Juan Antonio Bayona, 2007)

41. Stella Dallas (King Vidor, 1937)
42. La habitación del pánico (David Fincher, 2002)
43. Eclipse total (Taylor Hackford, 1995)
44. Los otros (Alejandro Amenábar, 2001)
45. A propósito de Henry (Mike Nichols, 1991)
46. Bailar en la oscuridad (Lars von Trier, 2000)
47. Erin Brockovich (Steven Soderbergh, 2000)
48. ¡Qué bello es vivir! (Frank Capra, 1946)
49. En el estanque dorado (Mark Rydell, 1981)
50. Raíces profundas (George Stevens, 1953)

lunes, 3 de noviembre de 2014

Encontrar la libertad interior (Historia de un secuestro)

(JUAN JESÚS DE CÓZAR).- Algunos recordarán la noticia del secuestro del arquitecto mexicano Bosco Gutiérrez Cortina en agosto de 1990. Una pesadilla de 9 meses que él mismo decidió contar públicamente con todo lujo de detalles.

“En el zulo llegué a una situación infrahumana; los primeros 15 días los pasé tirado en el suelo, sin ganas, sin autoestima y sin voluntad, declaró. Pero logró rehacerse y decidió abordar su encierro forzoso desde una perspectiva distinta: “En la vida hay que tener concentración de esfuerzo y lograr un equilibrio de cuerpo, de mente y de alma. La salud mental te libra de la angustia. Para lograr la salud física, era vital el ejercicio y la alimentación, y para la salud del alma fue imprescindible volver a plantearme mi fe para creer o no creer, porque en momentos críticos la vida te compromete. Si crees en Dios, debes ser coherente, pero si no crees, dependerás entonces de tus propias fuerzas”.

Pues bien, este viernes 7 de noviembre llega a las pantallas españolas “Espacio interior”, la película mexicana que recrea minuciosamente y con gran realismo la odisea de Bosco. No resultaba fácil la empresa de filmar la reclusión de una persona en un espacio de 1,5 por 3 metros sin provocar el cansancio del espectador, pero Kai Parlange (México D.F., 1979), el director del filme, logra salvar el escollo con una variada puesta en escena, situando la cámara en todos los ángulos posibles. Además, sabe dosificar la narración con jugosos flashbacks que nos trasladan a la infancia del protagonista, a escenas domésticas con sus hijos, a recuerdos del amor de su esposa…, o utilizar el recurso de visualizar los sueños de libertad de Lázaro (nombre ficticio, porque en la película se decidió no usar el de Bosco).

La interpretación del actor mexicano Kuno Becker dando vida a Lázaro, que ocupa casi la totalidad del metraje, es digna de elogio. No sólo por su alarde físico sino porque dota a su personaje de una gama de registros a nivel psicológico, que hacen creíble tanto su sufrimiento como su afán de superación. Se nota que ha sido muy asesorado por el propio Bosco y que ha preparado a conciencia su papel.

Es un relato original en cuanto a su narrativa –afirma el director– pues la historia es contada exclusivamente desde el punto de vista del secuestrado; desde sus pensamientos, vivencias, ensoñaciones, caídas y logros (…) La lucha constante de Lázaro consiste en encontrar motivaciones y herramientas para sobrevivir y no dejarse vencer por las terribles condiciones que la vida le ha puesto delante”.

Esto lo decido yo”, se dice a sí mismo el protagonista en un momento dado de la película, y en esta frase se puede encontrar la clave de su cambio de actitud. En ese redescubrimiento de la libertad interior que toda persona posee hasta en las circunstancias más desoladoras.

El filme es –resume Parlange– “un inquietante viaje que expone la esencia del ser humano y lo que da sentido a nuestras vidas: nuestro espacio interior”. Y el propio Bosco Gutiérrez lo confirma con la siguiente consideración: “La sociedad nos mueve a interiorizar poco, no tenemos espacio para reflexionar y por tanto poco crecimiento personal, de manera que tus relaciones con los demás son atropelladas. (...) Entendí con todo mi ser que mi tesoro es mi gente y no mi trabajo o mi cuenta bancaria. En el zulo lo hubiera dado todo por abrazar un minuto a uno de mis hijos. Desde entonces valoro a la gente por lo positivo y no por sus errores”.