lunes, 21 de septiembre de 2015

Un filme luminoso: "Francisco. El Padre Jorge"

La primera película sobre el Papa Francisco, estrenada el pasado viernes 18 en más de 80 cines de nuestro país, venía precedida de una comprensible expectación, porque siempre supone un riesgo realizar un biopic sobre un gran personaje qué todavía vive. Beda Docampo Feijóo, el director, y las empresas productoras ‑Pampa Films y Gloriamundi‑ decidieron correrlo. El resultado es “Francisco. El Padre Jorge”, una cinta argentino-española que se mueve dentro de una acertada sencillez cinematográfica, muy acorde con la personalidad del biografiado.

El guión, del propio Beda Docampo, se inspira en el libro “Francisco. Vida y revolución” de la periodista argentino-italiana Elisabetta Piqué, que se ha convertido en una ferviente admiradora del Papa. No es la única periodista argentina que siente predilección por Francisco, porque también Alicia Barrios se considera gran amiga suya y ha escrito un libro sobre él: “Mi amigo el Padre Jorge”. Quizá por ese particular magnetismo que el Papa ejerce sobre los profesionales de los medios, Docampo ha diseñado un personaje de ficción que resulta clave en la estructura del film: la periodista Ana, muy bien encarnada por Silvia Abascal. Alrededor de ella se articulan diversos flashbacks –a modo de pinceladas–, que componen la trayectoria de Jorge Mario Bergoglio desde su juventud hasta su elección para ocupar la Cátedra de San Pedro.

Que Darío Grandinetti no se parece físicamente al Papa es tan evidente como, tal vez, intencionado. Sin embargo, su interpretación es tan natural y convincente que el espectador no duda del parecido moral con Francisco y reconoce su humanidad, su cercanía, su humildad, su firmeza, sus réplicas ingeniosas, sus bromas porteñas…: todo le recuerda al primer Pontífice sudamericano de la historia.

Una de las bazas fuertes de la película es la hermosa fotografía de Kiko de la Rica (Goya por Blancanieves, Pablo Berger, 2012), que aprovecha los luminosos exteriores bonaerenses y sabe crear atmósferas intimistas, familiares o –pocas veces– siniestras, cuando la trama lo pide. La música es de Federico Jusid, conocido sobre todo por su buen trabajo en El secreto de sus ojos (Juan José Campanella, 2009).

Desde luego, el título no engaña a nadie y quienes vayan a ver “Francisco. El Padre Jorge” buscando intrigas políticas o vaticanas se sentirán defraudados, porque es un film con vocación de agradar a todo tipo de público, a creyentes y a no creyentes. Una opción no sólo legítima sino, en mi opinión, atinada. Es verdad que se podría poner algún reparo a algún punto del guión y al desarrollo narrativo, pero Beda Docampo acierta al subrayar los rasgos más característicos de su vida espiritual y de lo que será su pontificado: su devoción a la Virgen –a la que gusta invocar como Virgen de los Nudos‑ y a San José, su debilidad por los pobres y los enfermos, su compromiso con la vida y con la justicia, su mirada misericordiosa ante el error…

Como epílogo se insertan, a modo de flashes, imágenes auténticas del Papa Francisco, que redondean una cinta grata y entretenida, que –sin alardes cinematográficos– cumple con creces el objetivo de acercar a jóvenes y mayores la amable figura del Papa Francisco. Como primer filme, merece nuestro más sincero aplauso.

Juan Jesús de Cózar

lunes, 14 de septiembre de 2015

"El Maestro": Nunca es demasiado tarde

Cuando se estrena en la gran pantalla una película que procede de una serie para la televisión, parece obligado que el crítico incluya en su reseña frases como “no puede ocultar su condición de producto televisivo” o “desprende un tufillo a telefilme”, o alguna otra equivalente. Expresiones peyorativas que se han convertido en lugares comunes y en recursos fáciles, porque actualmente se realizan series con igual o mayor calidad que muchos largometrajes.

El Maestro (Giacomo Campiotti, 2014) tiene su origen en una miniserie de dos capítulos producida por la RAI, con una duración total de 200 minutos. Su presupuesto, 4 generosos millones de euros. En Italia existe una larga tradición de este tipo de series, que suelen conquistar a una audiencia de unos 6-8 millones de espectadores por capítulo. En este caso, además, ambas partes se han rodado con la previsión de que puedan ser emitidas de forma independiente, circunstancia que ha facilitado el estreno de la primera mitad en las salas de cine de nuestro país.

El filme se inspira en la vida de Alberto Manzi, un profesor muy reconocido en Italia por su labor educativa y docente. La acción se sitúa en 1946, cuando Manzi acaba de regresar de la guerra y está buscando trabajo como maestro; una tarea nada fácil para alguien que no cuenta con recomendación alguna. Finalmente consigue un empleo que nadie acepta: enseñar a los niños y jóvenes de un reformatorio de la ciudad. Aunque se trata de unos alumnos difíciles que no tienen interés por aprender, el maestro logra ganarse poco a poco su confianza -no sin gran esfuerzo‑ y ellos acaban por confiarle sus sueños y sus verdaderas historias.

Se suele decir que dirigir niños y adolescentes es de las tareas más complicadas para un realizador -quizá otro lugar común‑, pero Campiotti acumula una amplia experiencia en este apartado, como lo demuestra su buena labor en Prefiero el paraíso (2010) o en Blanca como la nieve, roja como la sangre (2013). En esta ocasión también sale airoso, y consigue arrancar unas actuaciones naturales y simpáticas a los más jóvenes, muy bien arropados por Claudio Santamaria en el papel de Manzi.

La cuidada ambientación -calles, automóviles de época, vestuario…‑, una emotiva banda sonora de Stefano Lentini y la fotografía en tonos sepia de Fabrizio Lucci, contribuyen a la credibilidad de la cinta, que quiere ser también un homenaje a Alberto Manzi (Roma, 1924-Pitigliano, 1997). Profesor de escuela, escritor y presentador de la televisión italiana, Manzi es conocido sobre todo por conducir el programa Non è mai troppo tardi (Nunca es demasiado tarde), retransmitido entre los años 1959 y 1968. Se estima que casi millón y medio de espectadores fueron capaces de conseguir conocimientos similares a los adquiridos en la enseñanza primaria, a través de sus innovadoras clases de aprendizaje a distancia. También publicó varias novelas, entre ellas la famosa Orzowei (1955), que dio pie a una serie televisiva para niños.

Con motivo de su estreno en Italia, Giacomo Campiotti, el director de la película, declaró: “Contar la historia del maestro Manzi es importante no solo para recordar a un gran hombre, sino también para poner en el centro de atención, en este momento dramático, la importancia de la escuela y de la educación de los chicos, como base necesaria para la supervivencia de una convivencia social civilizada. Alberto Manzi es un maestro que no enseña nociones a los niños: les enseña a pensar. Trabaja con ellos para formar hombres libres, capaces de decisiones libres. Para lograrlo, lucha con tenacidad contra cada obstáculo: la ignorancia y la pereza de cada uno, o el embotamiento de las grandes instituciones. Pero nunca se rinde y nunca encuentra excusas para renunciar a hacer todo lo que puede”.

Juan Jesús de Cózar
Fila Siete

domingo, 6 de septiembre de 2015

"Atrapa la bandera": la mejor cinta de animación

Estrenada el 28 de agosto, Atrapa la bandera está levantando oleadas de entusiasmo entre los espectadores y llenando las arcas de la taquilla española. Con un arranque espectacular el pasado fin de semana, ganó aún más fuerza el miércoles, día del espectador, cuando acumulaba 3 millones de euros. Ya entonces –queda por saber lo que recaudará este fin de semana- se situaba como la tercera producción española más vista del año.

De continuar la excelente promoción “boca a boca”, habrá éxito para rato. Además, durante todo el mes de septiembre no hay ningún estreno de animación programado, por lo que este filme familiar tiene un largo recorrido por delante y puede convertirse en uno de los grandes éxitos del cine español de 2015. Entre otras cosas, ha sido la primera película española que se ha estrenado en la NASA, y lo ha hecho con un éxito “astronómico”.

A mí todo esto me llena de alegría y de orgullo, porque su equipo de producción –que ya mostró su talento en Las aventuras de Tadeo Jones- incluye a un buen grupo de antiguos alumnos míos, cuando daba clase en la Universidad de Navarra: Jordi Gasull es productor y guionista del filme, y en la escritura del guión han colaborado también Patxi Amezcua y Javier López Barreira.

Por otra parte, los artículos que se han publicado en estos días son particularmente elogiosos (en El País, La Vanguardia o El Mundo), también los que escriben algunos padres y madres que han ido a ver la cinta. Entre todas las reseñas, destaco ésta de Alberto Fijo ("De la playa a la luna") para Fila Siete. Os animo sinceramente que vayáis a verla en familia.

De la playa a la luna

El equipo liderado por Enrique Gato demuestra con esta película que tiene oficio y pericia para hacer muy buen cine de animación y contar historias que puedan gustar en España y también en otros países, aunque no sean de habla hispana.

Después del gran éxito obtenido con Las aventuras de Tadeo Jones, con un héroe hispano que viajaba a una aventura con el modelo del personaje de Spielberg como divertida referencia, la propuesta es nada menos que una historia de ajustes familiares con la carrera espacial como eje de giro.

Hay audacia en el guión de Gasull, López Barreira y Landau porque la película conjuga la aventura, la acción espectacular y el conflicto generacional trenzado con la pasión por el espacio y los vuelos tripulados. Y todo, con gracia, amenidad y una puesta en escena excelente.

Los autores son conscientes de que no inventan la pólvora y también saben que los espectadores tienen muchas películas vistas. Otros se habrían entregado a la parodia y a una ristra de situaciones calcadas de los distintos géneros que se dan cita en Atrapa la bandera.

Gato y compañía levantan su historia sin complejos, con una soltura llamativa y un sentido del ritmo envidiable.Los personajes están bien dibujados e interactúan bien: las tres generaciones de la familia Goldwing, los pequeños amigos de Mike -Amy y Marty- y el malvado Carson.

La película, por su tema y por la calidad en video y audio del relato, pide la pantalla grande y gustará a un público muy amplio, cosa difícil de lograr.

Alberto Fijo