domingo, 27 de diciembre de 2015

La Navidad en el cine: El recuerdo de Belén en la vida de la Virgen

La Virgen guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón” (Lc 2, 19). Todos los sucesos de la infancia de Jesús fueron, para su Madre, tema constante de meditación. Y el recuerdo de Belén, más que ningún otro. Ésta es la idea que han querido reflejar dos filmes de muy variada orientación: “El hombre que hacía milagros” (1999) y la miniserie Jesús (1999). Ambas cintas han querido mostrar al espectador hasta qué punto estuvo presente Belén en la memoria de María.

En “El hombre que hacía milagros” (1999), el relato arranca cuando Jesús adulto, al regreso de un día de trabajo, comunica a su Madre que va a comenzar la obra que le encargó su Padre. Sin poder evitarlo, María recuerda dos escenas de la infancia de su Hijo en que esas mismas palabras sonaron en sus oídos. La primera es cuando se perdió en el Templo y le buscaron durante tres días. “¿Por qué me buscabais? –responde Jesús- ¿No sabíais que debo dedicarme a las obras de mi Padre?”. La segunda es la escena de Belén y la llegada de los Magos, que señalaba inequívocamente unos planes de Dios que el Niño venía a cumplir. Ahora, cuando está a punto de iniciar su vida pública, María recuerda todas esas cosas que guardaba en su corazón.




Un recuerdo similar de lo acontecido en Belén es lo que vemos en la miniserie Jesús (1999). El Señor ha regresado de los 40 días en el desierto y la Virgen se apresta a cuidarle para que se reponga. Después de tres días durmiendo, Jesús despierta y refiere a su Madre el sueño que ha tenido, en el que aparecía José. Ese recuerdo conmueve a María. Ella se dirige entonces a la ventana y ve a dos jóvenes –Juan y Andrés- que le aguardan fuera. “¿Qué quieren?”, pregunta. Y Jesús responde: “Ser mis seguidores. ¡Ja! Puede que no esté preparado, Madre”. Ante esta respuesta de tono irónico, María saca un pequeño cofre que tenía bien guardado: allí están, cubiertos con un paño, los regalos que trajeron los Magos. Recuerda a Jesús su llegada a Belén para adorarle, y comenta (evidenciando que ha meditado muchas veces esa escena): “Aquellos hombres no hubieran hecho un largo viaje siguiendo a aquella estrella si la Voluntad de Dios no les hubiera guiado”.

domingo, 20 de diciembre de 2015

15 versiones de "Cuento de Navidad", de Dickens

Cuento de Navidad (A Christmas Carol) es probablemente el relato navideño más famoso de la historia. Escrito por Charles Dickens en diciembre de 1843, cuenta la historia de Scrooge, un hombre avaro y egoísta que experimenta una profunda transformación tras la visita de tres fantasmas (pasado, presente y futuro) en Nochebuena. La novela corta consiguió un éxito inmediato y el aplauso de la crítica; a ello contribuyó el perfecto retrato de su personaje y  la sincera hermosura de su mensaje. Llegó, además, en el momento oportuno: en una época en que surgió una gran nostalgia por las viejas tradiciones navideñas unida a nuevas costumbres como los árboles de Navidad o las tarjetas de felicitación.

De ese precioso relato se han hecho varias versiones cinematográficas. Éstas son las 15 más importantes.

La primera data de 1901: “Scrooge, or Marley’s ghost”, realizada por Walter R. Booth. Dura sólo 5 minutos, pero resume lo más conocido del relato. Su principal novedad radica en que, para suprimir personajes, es el propio Marley, el difunto socio de Scrooge, quien hace ver al anciano su pasado, su presente y su futuro.



En 1910 se estrena “A Christmas Carol”. Es la versión muda más popular, una producción norteamericana con buenos efectos especiales, que cuenta todo el argumento en tan solo 17 minutos. De hecho, es sorprendentemente muy dinámica. Marc McDermott, uno de los mejores actores del Estudio de Edison, interpreta el papel de Scrooge. Y lo hace bastante bien.

En 1928 se filmó la primera película hablada, realizada por Hugh Croise. Hoy apenas conocida. En 1935, Henry Edwards haría su “Scrooge”, con el actor Seymour Hicks en el papel del avaro (tanto anciano como joven, lo cual resulta llamativo a sus sesenta y tantos años). Fue notorio su atrevimiento al mostrar muerto al Pequeño Tim en las Navidades Futuras, algo que solo se trata de forma elíptica en la mayoría de las versiones. Aquí ofrezco la película completa.



En 1938, la Metro-Goldwyn-Mayer rodó “A Christmas Carol” (1938), realizada por Edwin L. Marin. La versión clásica por excelencia: llena de sentimiento, muy melodramática, en un cuidadoso blanco y negro. Reginald Owen dio vida al Scrooge de toda la vida, aquel en el que se han inspirado todos sus sucesores.

En 1947, tenemos la primera versión hecha en España: “Leyenda de Navidad”, de Manuel Tamayo. En 1951 Brian Desmond Hurst dirige "Scrooge", otra versión clásica, muy popular y repleta de estrellas británicas que recitan con deje teatral los diálogos de Dickens. Alastair Sim da vida al avaro, justificando su conducta miserable por la influencia de un mentor miserable. Es la versión que retrata de forma más amable la figura de Scrooge.

De 1970 es el musical “Muchas gracias, Mr. Scrooge”, de Ronald Neame. Con Albert Finney como Scrooge y Alec Guinness como su difunto socio Marley. Es una de las versiones más populares en el mundo anglosajón, y dejó deslizar, sobre todo gracias a las interpretaciones, cierto humor sardónico en el relato de Dickens. Podéis ver aquí la película completa en versión original.



En 1983 la Disney rueda la versión en dibujos animados: “Una Navidad con Mickey”. Estaba claro que el Tío Gilito (llamándose Scrooge en su encarnación original), tenía que tener su correspondiente adaptación del cuento. Aquí el humor vence al sentimiento, aunque no falta la enseñanza moral que esta fábula encierra.

En 1984 hay una nueva producción británica: "A Christmas Carol", un telefilme con George C. Scott en el papel de Scrooge y un amplio elenco de actores ingleses. Tuvo numerosos premios, y el propio Scott fue nominado al mejor actor en los premios Emmy. Aquí os dejo la película completa, con audio en español latino.



En 1988 se estrena “Los fantasmas atacan al jefe”, una adaptación en clave de comedia, con protagonismo absoluto de Bill Murray, dirección de Richard Donner y manifiesta intención de aprovechar el éxito de Los Cazafantasmas. A pesar de lo descarado del proyecto, la película fue un éxito, lo que demuestra el carismo y la atemporalidad de Cuento de Navidad.

En 1992: “Los Teleñecos en Cuento de Navidad”. Junto a los famosos teleñecos, tres actores dan al cuento un aire relamente nuevo: Michael Caine como Scrooge, y Statler y Waldorf como “Marley duplicado” que llegan para atormentar a su antiguo socio. Cameos de todos los Muppets en esta película que reactivó la franquicia de los teleñecos durante los noventa.

En 1999 se produjo un nuevo filme: "A Christmas Carol", dirigido por David Hugh Jones y protagonizado por Patrick Stewart, Richard E. Grant y Joel Grey. Y en 2005 Arthur Allan Seidelman dirigió "A Christmas Carol: The Musical", en el que actuó Kelsey Grammer como Scrooge.

Finalmente, en 2009 se estrena "Cuento de Navidad", la versión animada de Robert Zemeckis, que es también autor también del guión. Esta producción de la Disney muestra la vigencia del cuento, sus valores universales y su fondo cristiano. Nos habla del tiempo limitado de que disponemos los seres humanos en este mundo, y de la necesidad de aprovecharlo para hacer el bien y ocuparse de los demás. Los actores, que han sido filmados con sensores para luego trabajar las imágenes en la animación fotorrealista, están muy bien, de modo especial Jim Carrey, que no sólo compone un Scrooge contenido en sus diversas edades, sino que pone voz a otros personajes como los fantasmas de las navidades. Aquí tenéis el tráiler.



Existen algunas versiones más, pero éstas son las más importantes. En todo caso, una cosa está clara: el cuento de Dickens ha dado mucho –y seguirá dándolo– en el argumentario del Séptimo Arte.

¡Felices fiestas de Navidad!

sábado, 12 de diciembre de 2015

Las escenas de la Navidad en el cine

Se acerca la Navidad, tal vez el momento de la vida de Jesús más celebrado en todas las culturas; por eso, he decidido celebrarlo también en este blog con una serie que ya vio la luz aquí. Una buena ocasión para revivir las escenas del evangelio en su traslación a la pantalla.

La Navidad es un hecho trascendente. Y, sin embargo, es un pasaje muy breve de los Evangelios: apenas sale en unos 20 versículos de S. Lucas y otros tantos de S. Mateo. En comparación con el total de los 4 Evangelios (cerca de 4.000 versículos: entre los 678 de S. Marcos y los 1.151 de S. Lucas), es verdaderamente muy poco.

Parece claro que los evangelistas quisieron centrar la redacción de sus libros en la vida pública del Señor: sus discursos y enseñanzas, su atención a los enfermos, sus milagros y prodigios, y –más extensamente– su pasión, muerte y resurrección. Ciertamente, esa parte es la más importante, pues expone la doctrina cristiana y habla de un Dios Redentor, que nos da ejemplo de conducta y nos ama hasta dar la vida en el mayor de los suplicios. Pero esa imagen todopoderosa y divina de Jesús se completa maravillosamente con la imagen de un Dios Niño, que se humilla por amor nuestro y se hace hombre para darnos ejemplo de vida. No se puede decir cuál de las dos imágenes nos conmueve más, ni cuál muestra mayor afecto a la humanidad.

Lo cierto es que ese Dios inerme e indefenso, que es concebido –milagrosamente– en las entrañas de una virgen, que pasa nueve mese en el seno de su Madre, y que nace en la más absoluta pobreza, es el más vivo ejemplo de Amor y de Humildad. Y no sólo eso: también es la muestra más clara de que Jesús es hombre como nosotros, en todo igual a nosotros (concepción, gestación, nacimiento) y, por tanto, verdaderamente un Dios hecho hombre: el auténtico Mediador entre nosotros y Dios. Por eso los hombres contamos los días desde su nacimiento: paradójicamente, desde aquel en que no le dimos cobijo en nuestra posada.

El cine ha reflejado extensamente esas escenas del Nacimiento de Jesús. Cada película ha puesto el acento en una u otra secuencia, y en uno u otro aspecto: la actitud contemplativa de María, el papel decisivo de José, la audacia y generosidad de los Magos, la crueldad y arrogancia de Herodes.

Esta Navidad es una ocasión espléndida para vivir las escenas del nacimiento de Cristo a través del cine. Quizás en el entorno familiar, o tal vez en las clases de Religión o de Historia. En cualquier ámbito -y, muy especialmente, en la catequesis de la Navidad- podemos contemplar esas escenas para redescubrir todo su significado. Una espléndida oportunidad para un cine-forum navideño.

En el listado que ofrezco a continuación, he seleccionado los filmes que mejor han reflejado cada una de las 15 escenas de la Navidad: desde las dudas de José y el empadronamiento de César Augusto, hasta el viaje a Belén, el nacimiento en la gruta y la matanza de los Inocentes. Serán secuencias breves (entre 30" y 2') y en ellas procuraré dar entrada a todo tipo de filmes: desde clásicos de los sesenta (Rey de Reyes, La historia más grande jamás contada, El Evangelio según San Mateo, e incluso Ben Hur) a películas más recientes y de diversa orientación y estructura narrativa (Jesús de Nazaret, El Mesías, María de Nazaret, El hombre que hacía milagros, La Natividad).

Los 15 pasajes de la Navidad en el cine:

0. Navidad en el Cine: 15 episodios en la gran pantalla
1. Significado de la Navidad
2. Dudas de José y anuncio del Ángel en sueños
3. Empadronamiento de César Augusto

4. Preparativos del viaje. La Virgen decide ir con José
5. Las penalidades del viaje a Belén
6. “No había sitio para ellos en la posada
7. Jesús nace en el pesebre

8. La adoración de los pastores
9. Los Magos preparan su viaje
10. La Estrella guía a los Magos hacia Belén
11. Los Magos en Jerusalén. Entrevista con Herodes

12. Adoración de los Magos al Niño Dios
13. ¿Cuándo llegaron los Magos a Belén?
14. El aviso en sueños a José y la matanza de los Inocentes
15. El recuerdo de Belén en la vida de la Virgen

¡Que paséis una muy feliz Navidad! Y que las buenas películas nos ayuden a revivir su auténtico sentido. Agradeceré, muy especialmente, vuestros comentarios.

domingo, 15 de noviembre de 2015

La influencia del cine en los valores y estilos de vida

Cuando oímos hablar de la “influencia del cine”, es fácil que asome a nuestro ánimo el escepticismo: “¡Otra vez la visión tremendista sobre las películas! Siempre con el mismo cuento…”. En realidad, rara vez se ha hablado de ello en profundidad, desde una perspectiva antropológica.

Ciertamente, el cine ha actuado siempre, desde sus orígenes, como un modelo conformador de actitudes y estilos de vida, como un espejo en el que todos nos miramos para decidir nuestros modelos y nuestras pautas de comportamiento a partir de una determinada percepción de la realidad. Veamos algunos ejemplos.

Una película como Amadeus (1984) cambió por completo la imagen cultural que de Mozart tenía el gran público; lo convirtió en un genio infantil, creador de obras sublimes y, a la vez, inmaduro y zafio. Para el 98% de los espectadores, que jamás tendrán acceso a una biografía del músico, esa es “la verdad” sobre Mozart, la imagen de la que ya nunca podrán liberarse.

Está también el caso de Vacaciones en Roma (1953), dirigida por William Wyler y protagonizada por Audrey Hepburn y Gregory Peck, que cambió por completo la imagen deteriorada y problemática que, durante los años cuarenta, había creado el Neorrealismo italiano en torno a la Ciudad Eterna. Las películas de Rossellini, Zavattini y Vittorio de Sica habían difundido un mito de decadencia; este filme, en cambio, hizo que los norteamericanos volvieran a ver Roma como "la ciudad del amor", un símbolo de la ilusión y del romanticismo.

Más decisivo aún fue el estreno en todo el mundo de El Club de los poetas muertos (1989). Dirigida por el australiano Peter Weir, contaba la historia de un joven profesor de Literatura (Robin Williams) que se incorpora a un elitista colegio privado en la América puritana de los cincuenta. Con sus nuevas formas de enseñanza (les hace andar por el patio, para que cada uno coja “su paso”; les anima a buscar su propia voz; les incita a ser actores, a leer poesía, a soñar con otras cosas que ganar dinero y seguir el patrón de sus mayores), se granjea la suspicacia de los directivos del colegio. Y su mensaje “Carpe diem!” —aprovecha el momento— provoca una verdadera revolución, a la par que termina en tragedia.

Nadie pensaba que esta película pudiera influir en la conciencia de los jóvenes. Es más, por su temática de corte elevado (relaciones padres-hijos, libertad en la elección de la carrera, sistemas pedagógicos en conflicto) se pensó que a los chicos les aburriría, y que sólo podría interesar a padres y educadores. Bastaron unos pases previos para descubrir que la película despertaba un verdadero entusiasmo entre los adolescentes. Nuevos pases en institutos y colegios confirmaron esa tendencia, hasta el punto de que el filme era recibido como el abanderado de “la revolución docente” que los estudiantes de entonces ansiaban. Con estos datos a la vista, la productora del filme decidió cambiar por completo el marketing inicialmente previsto: se modificó el cartel, que iba a estar centrado en la figura del actor, para dar paso a los jóvenes protagonistas; se promocionó como símbolo de la rebeldía estudiantil y alcanzó un éxito entre la juventud como no se había imaginado ni de lejos.

Hace unos años se vivió en todo el mundo un caso especialmente sonoro con el estreno de Luna nueva (2009), la continuación de la saga Crepúsculo (2008). Se convirtió en un auténtico fenómeno de locura juvenil, especialmente en España. El 3 de octubre de 2009 más de 1.400 adolescentes pasaron la noche en los alrededores de un cine de Sitges donde al día siguiente iba a presentarse la película. Con ellos tuvieron que hacer noche también sus sufridos padres o hermanos mayores. Y lo sorprendente es que no iban a ver Luna nueva, sino sólo… ¡dos escenas del filme! y el tercer tráiler de la película. A eso se añadía que iban a recibir como regalo merchandising del filme y, lo más importante, iban a conocer a uno de sus actores: el inglés Jamie Campbell Bower. El destrozo que esa masa descontrolada provocó al día siguiente fue tema del día en numerosas publicaciones. ¡Y todo ello sin poder ver siquiera el filme!

Sí, el cine puede provocar auténticos movimientos de masas. Porque es una representación muy intensa: muy viva y muy dramática. Y puede conmover nuestras emociones y nuestros valores más íntimos. No en vano, los clásicos decían que una representación bien elaborada puede provocar una genuina “catarsis. Y esto no debe tomarse a broma...

domingo, 8 de noviembre de 2015

Los 25 años de "Despertares"

(JUAN JESÚS DE CÓZAR) El final de la década de 1980 estuvo marcado por varias tendencias cinematográficas. Una de ellas fue la irrupción de una serie de películas cuyos protagonistas resultaban ser personas disminuidas física o psíquicamente. Recuérdese, por ejemplo, Hijos de un dios menor (1986), protagonizada por una sordomuda; Rain man (1988), en la que Dustin Hoffman encarna el papel de un autista; o Mi pie izquierdo (1989), con Daniel Day Lewis interpretando a un paralítico cerebral.

Durante los años 90 se siguió cultivando un género que conectaba bien con el público, sensible a la atención de las personas con discapacidad. Una de las primeras muestras fue Despertares (1990), que llegó a ser candidata al Oscar a la mejor película.

Han pasado 25 años desde su estreno y Despertares sigue conservando la capacidad de emocionar al espectador como lo hizo en 1990. Como es frecuente en este tipo de filmes, su argumento está basado en hechos reales que el neurólogo norteamericano Oliver Sacks recogió en un relato autobiográfico del mismo título. Por delicadeza, los nombres de las personas en la vida real se sustituyeron por otros de ficción. El encargado de realizar la adaptación cinematográfica fue el entonces poco conocido Steven Zaillian, que logró su nominación al Oscar por este guión y que lo conseguiría más tarde con el que escribió para La lista de Schindler. Por su parte, Penny Marshall asumió la dirección.

Verano de 1969. Malcolm Sayer (Robin Williams), un médico tímido y poco sociable, es contratado por un hospital de Nueva York para cubrir una vacante. A pesar de su falta de experiencia clínica ‑es un investigador nato‑ no le falta sensibilidad y humanidad en el trato con los enfermos. Con gran empeño y con la ayuda de Eleanor (Julle Kavner), una inteligente y responsable enfermera, consigue “despertar” a una serie de pacientes del hospital, que sufrieron en los años 20 una encefalitis letárgica y que desde entonces se encontraban como ausentes: son niños que se quedaron dormidos, afirmará un veterano médico que conoció muchos casos. La administración a estas personas de la L-Dopa, una droga empleada contra el Parkinson, fue la clave para este regreso a la vida.

A partir de aquí el film se centra en Leonard Lowe (Robert de Niro), enfermo desde los 11 años, y en sus relaciones con el doctor Sayer. Los diálogos entre ellos están llenos de emoción y sinceridad. Sayer encuentra en el discapacitado Leonard un amigo a quien confiarse y una ayuda para resolver su problema de incomunicación. Especialmente sugerente resulta la escena en la que Leonard despierta de madrugada al doctor Sayer para transmitirle su entusiasmo: “La gente se ha olvidado de lo que es la vida ‑le dice Leonard‑; han olvidado el milagro de estar vivo. Necesitan que se lo digan. Necesitan que alguien les recuerde lo que tienen y lo que pueden perder. Necesitan que les hablen de la alegría de vivir, del don de la vida, de la libertad de vivir, de la maravilla de la vida”.

Robert de Niro borda su papel, que también mereció su nominación al Oscar. Robin Williams no le va a la zaga y el duelo interpretativo entre ambos es magnífico. A esto se añade una bella fotografía de Miroslav Ondricek y una preciosa banda sonora de Randy Newman, salpicada de temas de diversas épocas. La realización de Penny Marshall es algo efectista, pero eficaz, sabiendo no alargar los momentos de ternura y manteniendo una gran fluidez narrativa.

Película simpática y positiva, que transmite el optimismo del que ha aprendido ‑como acaba diciendo el doctor Sayer‑ “que el espíritu humano es más poderoso que cualquier droga y que eso es lo que debemos alimentar, con trabajo, ocio, amistad y familia, que son las cosas importantes, las que teníamos olvidadas, las más sencillas”.

domingo, 25 de octubre de 2015

Llega a España “Little Boy”, de Eduardo Verástegui

(JUAN JESÚS DE CÓZAR) La segunda producción del artista mexicano Eduardo Verástegui se estrena en nuestras pantallas el próximo 30 de octubre. El productor y actor de “Bella”·(2008) se encuentra estos días en nuestro país para promocionar “Little Boy”, una cinta sobre la que ya informamos en este blog, y que viene precedida de su buena acogida en USA (6,5 millones de dólares de recaudación) y de un éxito rotundo en México, donde ha sido vista por más de 3 millones de espectadores.

Como en el caso de “Bella”, Verástegui ha contado para la dirección de “Little Boy” con su amigo Alejandro Monteverde, al que desde este blog enviamos todo nuestro apoyo con motivo del secuestro y posterior asesinato de su padre y uno de sus hermanos, el pasado mes de septiembre.

Little Boy” cuenta con un inspirado guión del propio Monteverde y de Pepe Portillo, con una vistosa producción –se notan los 20 millones de dólares del presupuesto– y con actores de la talla Emily Watson y Tom Wilkinson, bien secundados por Ben Chaplin, Michael Rapaport, Jakob Salvati, Cary-Hiroyuki, Kevin James y el propio Verástegui, que se reserva un breve papel.

El film transcurre en una pequeña localidad de California y se centra en la historia del pequeño Pepper Busbee. Aunque acosado por algunos de sus compañeros de colegio a causa de sus problemas de crecimiento, es un niño feliz junto a su padre –amigo y compañero de imaginarias aventuras–, su madre y su hermano mayor. La movilización del padre para participar en la segunda guerra mundial es un duro golpe para toda la familia, pero en especial para Pepper, que a partir de ese momento se empeñará en lograr su regreso, inspirado por su héroe de cómic; una empresa aparentemente desproporcionada, que le conducirá por un camino de crecimiento interior.

Muchos son los temas que toca “Little Boy”, pero dejemos que sea el propio Verástegui quien lo explique: “Vamos a ver, a través de la mirada de un niño de ocho años, cómo enfrenta los prejuicios, el maltrato, la discriminación, el racismo…, cómo resuelve todos esos problemas poniendo el amor en acción”. La película tiene como objetivo ‑continúa‑ “despertar la niñez que hay dentro de cada uno” y busca poner en valor tres elementos: “Fe, amor y esperanza”.

Alejandro Sanz, amigo de Verástegui, ha grabado un vídeo recomendando la película, que puede verse aquí. Un apoyo que Verástegui agradece, porque “en Hollywood, y en cualquier parte del mundo, vivir una vida coherente, con principios, tratando de ser una persona íntegra, es difícil. (…) Y yo conozco mucha gente en Hollywood que todos los días lucha duro para vivir esa congruencia y eso me inspira a querer hacer lo mismo”. Ojalá el público español sepa también apreciar el esfuerzo del productor.

domingo, 18 de octubre de 2015

"Marte", de Ridley Scott: 'Bring him home'

Al poco de ver Marte hice un comentario que ahora rescato: es lo mejor de Ridley Scott desde Black Hawk derribado (2002). Ambas son películas de supervivencia, como lo fue Alien, la obra maestra del director británico de 77 años.

Porque lo que nos mantiene interesados durante 144 minutos es cómo sobrevivirá el astronauta Mark Watney, el primero que pisó Marte y que parece condenado a ser el primero en morir allí, en ese planeta rojo con montañas de 21 kilómetros de altura y temperaturas entre los 6 y los 90 grados bajo cero, que se ha recreado de manera impactante en Jordania y Bulgaria.

Cine de aventuras del bueno es lo que ha logrado Scott después de casi cuatro décadas y 23 largometrajes. Tras un comienzo espectacular (Los duelistas, Alien, Blade Runner) hubo de todo: cine normalito, bodrios populacheros y megalómanos, dos o tres películas de buen nivel y una apañada de romanos, Gladiator, que se llevó cinco Oscar en 2000 y me sigue pareciendo más hábil que buena; un caso parecido a Braveheart. Gibson y Scott tienen películas infinitamente mejores.

En Marte, con un guion estupendo de Drew Goddard que parte de una gran novela de Andy Weir -en la que, por cierto, hay menos “errores científicos”: esa tormenta de arena… ejem, ejem, ¿en Marte?-, Scott recupera algo que tenía perdido desde hace 15 años: el tempo narrativo. Logra una película coral en la que se equilibra la soledad de un hombre que no se da por vencido con el trabajo de centenares de personas que llevan años trabajando para que la aventura espacial tenga un final feliz.

Matt Damon saca adelante su personaje con una inteligencia enorme, sin muecas ni estupideces: es un actor soberbio. El casting realizado por Carmen Cuba y Nina Gold es excelente, y los actores que dan vida a los compañeros de Watney y al personal de la NASA hacen un trabajo muy afinado.

Scott es un tipo muy experimentado y ha sabido ver que el guion del productor y escritor de series como Daredevil, Perdidos y Alias, y de películas truncadas como Monstruoso y Guerra Mundial Z tenía cimientos para levantar una odisea espacial que valiese la pena, teniendo en cuenta que el asunto ya lo habían abordado con talento gente como Cuarón, Howard y Kubrick.

Marte es de esas películas que llenarán las salas. En buena medida porque Ridley Scott, para bien y para mal, es un excelente vendedor. No en vano, si algo define su estilo como director de cine es el uso que hace del lenguaje publicitario. Y aquí lo que había que vender es ese “traedle a casa” del lema promocional. Un retrato de la NASA que si tuviesen que pagarlo como campaña para captar recursos, costaría una fortuna.

Alberto Fijo
Fila Siete

domingo, 11 de octubre de 2015

"Oda a mi padre": un canto a los valores universales

Cuando en 1950 estalla la guerra que divide a Corea, un niño llamado Deok-Su tiene que despedirse de su padre y le promete que siempre protegerá a la familia en su lugar. Este es el punto de partida de “Oda a mi padre”, un emotivo film que han visto 14 millones de surcoreanos y que se estrenó en España el pasado 2 de octubre.

Dirigida por Youn Je-Kyun (Busan, Corea del Sur, 1969), esta película-río de dos horas nos cuenta la epopeya de Deok-Su durante 6 décadas: un “viaje a la esperanza” desde su convulsa infancia y juventud, hasta una serena madurez junto a su mujer, sus hijos y sus nietos. Y lo hace tocando con frecuencia la “fibra” del espectador –el melodrama es un género muy querido por el público oriental–, que contempla sobrecogido, emocionado o divertido, los avatares del protagonista.

Se comprende que “Oda a mi padre” haya tenido un éxito espectacular en su país, porque lo que narra forma parte de la historia reciente de Corea del Sur, de sus gentes, de sus dramas y de sus alegrías. Pero no es menos cierto que la cinta está salpicada de valores universales, fácilmente reconocibles por cualquier tipo de espectador: el valor del sacrificio, de la constancia, de la lealtad en los afectos, del perdón, de la compasión, de la generosidad…

El amplio presupuesto del film ha permitido una cuidada producción, que brilla tanto en las impresionantes escenas de masas, como en las bélicas, en las costumbristas o en las más íntimas. La interpretación, la música y la fotografía rayan también a gran altura, y contribuyen a dar a “Oda a mi padre” el empaque de película grande.

Ahora que los efectos especiales parecen inundar las salas de cine, es muy buena noticia encontrar en la cartelera un título en el que priman los “efectos emocionales”, que diría Garci. Unas emociones que –en el caso de “Oda a mi padre”‑ no sólo se experimentan sensiblemente sino que nos dejan con ganas de ser mejores personas.
Juan Jesús de Cozar

lunes, 21 de septiembre de 2015

Un filme luminoso: "Francisco. El Padre Jorge"

La primera película sobre el Papa Francisco, estrenada el pasado viernes 18 en más de 80 cines de nuestro país, venía precedida de una comprensible expectación, porque siempre supone un riesgo realizar un biopic sobre un gran personaje qué todavía vive. Beda Docampo Feijóo, el director, y las empresas productoras ‑Pampa Films y Gloriamundi‑ decidieron correrlo. El resultado es “Francisco. El Padre Jorge”, una cinta argentino-española que se mueve dentro de una acertada sencillez cinematográfica, muy acorde con la personalidad del biografiado.

El guión, del propio Beda Docampo, se inspira en el libro “Francisco. Vida y revolución” de la periodista argentino-italiana Elisabetta Piqué, que se ha convertido en una ferviente admiradora del Papa. No es la única periodista argentina que siente predilección por Francisco, porque también Alicia Barrios se considera gran amiga suya y ha escrito un libro sobre él: “Mi amigo el Padre Jorge”. Quizá por ese particular magnetismo que el Papa ejerce sobre los profesionales de los medios, Docampo ha diseñado un personaje de ficción que resulta clave en la estructura del film: la periodista Ana, muy bien encarnada por Silvia Abascal. Alrededor de ella se articulan diversos flashbacks –a modo de pinceladas–, que componen la trayectoria de Jorge Mario Bergoglio desde su juventud hasta su elección para ocupar la Cátedra de San Pedro.

Que Darío Grandinetti no se parece físicamente al Papa es tan evidente como, tal vez, intencionado. Sin embargo, su interpretación es tan natural y convincente que el espectador no duda del parecido moral con Francisco y reconoce su humanidad, su cercanía, su humildad, su firmeza, sus réplicas ingeniosas, sus bromas porteñas…: todo le recuerda al primer Pontífice sudamericano de la historia.

Una de las bazas fuertes de la película es la hermosa fotografía de Kiko de la Rica (Goya por Blancanieves, Pablo Berger, 2012), que aprovecha los luminosos exteriores bonaerenses y sabe crear atmósferas intimistas, familiares o –pocas veces– siniestras, cuando la trama lo pide. La música es de Federico Jusid, conocido sobre todo por su buen trabajo en El secreto de sus ojos (Juan José Campanella, 2009).

Desde luego, el título no engaña a nadie y quienes vayan a ver “Francisco. El Padre Jorge” buscando intrigas políticas o vaticanas se sentirán defraudados, porque es un film con vocación de agradar a todo tipo de público, a creyentes y a no creyentes. Una opción no sólo legítima sino, en mi opinión, atinada. Es verdad que se podría poner algún reparo a algún punto del guión y al desarrollo narrativo, pero Beda Docampo acierta al subrayar los rasgos más característicos de su vida espiritual y de lo que será su pontificado: su devoción a la Virgen –a la que gusta invocar como Virgen de los Nudos‑ y a San José, su debilidad por los pobres y los enfermos, su compromiso con la vida y con la justicia, su mirada misericordiosa ante el error…

Como epílogo se insertan, a modo de flashes, imágenes auténticas del Papa Francisco, que redondean una cinta grata y entretenida, que –sin alardes cinematográficos– cumple con creces el objetivo de acercar a jóvenes y mayores la amable figura del Papa Francisco. Como primer filme, merece nuestro más sincero aplauso.

Juan Jesús de Cózar

lunes, 14 de septiembre de 2015

"El Maestro": Nunca es demasiado tarde

Cuando se estrena en la gran pantalla una película que procede de una serie para la televisión, parece obligado que el crítico incluya en su reseña frases como “no puede ocultar su condición de producto televisivo” o “desprende un tufillo a telefilme”, o alguna otra equivalente. Expresiones peyorativas que se han convertido en lugares comunes y en recursos fáciles, porque actualmente se realizan series con igual o mayor calidad que muchos largometrajes.

El Maestro (Giacomo Campiotti, 2014) tiene su origen en una miniserie de dos capítulos producida por la RAI, con una duración total de 200 minutos. Su presupuesto, 4 generosos millones de euros. En Italia existe una larga tradición de este tipo de series, que suelen conquistar a una audiencia de unos 6-8 millones de espectadores por capítulo. En este caso, además, ambas partes se han rodado con la previsión de que puedan ser emitidas de forma independiente, circunstancia que ha facilitado el estreno de la primera mitad en las salas de cine de nuestro país.

El filme se inspira en la vida de Alberto Manzi, un profesor muy reconocido en Italia por su labor educativa y docente. La acción se sitúa en 1946, cuando Manzi acaba de regresar de la guerra y está buscando trabajo como maestro; una tarea nada fácil para alguien que no cuenta con recomendación alguna. Finalmente consigue un empleo que nadie acepta: enseñar a los niños y jóvenes de un reformatorio de la ciudad. Aunque se trata de unos alumnos difíciles que no tienen interés por aprender, el maestro logra ganarse poco a poco su confianza -no sin gran esfuerzo‑ y ellos acaban por confiarle sus sueños y sus verdaderas historias.

Se suele decir que dirigir niños y adolescentes es de las tareas más complicadas para un realizador -quizá otro lugar común‑, pero Campiotti acumula una amplia experiencia en este apartado, como lo demuestra su buena labor en Prefiero el paraíso (2010) o en Blanca como la nieve, roja como la sangre (2013). En esta ocasión también sale airoso, y consigue arrancar unas actuaciones naturales y simpáticas a los más jóvenes, muy bien arropados por Claudio Santamaria en el papel de Manzi.

La cuidada ambientación -calles, automóviles de época, vestuario…‑, una emotiva banda sonora de Stefano Lentini y la fotografía en tonos sepia de Fabrizio Lucci, contribuyen a la credibilidad de la cinta, que quiere ser también un homenaje a Alberto Manzi (Roma, 1924-Pitigliano, 1997). Profesor de escuela, escritor y presentador de la televisión italiana, Manzi es conocido sobre todo por conducir el programa Non è mai troppo tardi (Nunca es demasiado tarde), retransmitido entre los años 1959 y 1968. Se estima que casi millón y medio de espectadores fueron capaces de conseguir conocimientos similares a los adquiridos en la enseñanza primaria, a través de sus innovadoras clases de aprendizaje a distancia. También publicó varias novelas, entre ellas la famosa Orzowei (1955), que dio pie a una serie televisiva para niños.

Con motivo de su estreno en Italia, Giacomo Campiotti, el director de la película, declaró: “Contar la historia del maestro Manzi es importante no solo para recordar a un gran hombre, sino también para poner en el centro de atención, en este momento dramático, la importancia de la escuela y de la educación de los chicos, como base necesaria para la supervivencia de una convivencia social civilizada. Alberto Manzi es un maestro que no enseña nociones a los niños: les enseña a pensar. Trabaja con ellos para formar hombres libres, capaces de decisiones libres. Para lograrlo, lucha con tenacidad contra cada obstáculo: la ignorancia y la pereza de cada uno, o el embotamiento de las grandes instituciones. Pero nunca se rinde y nunca encuentra excusas para renunciar a hacer todo lo que puede”.

Juan Jesús de Cózar
Fila Siete

domingo, 6 de septiembre de 2015

"Atrapa la bandera": la mejor cinta de animación

Estrenada el 28 de agosto, Atrapa la bandera está levantando oleadas de entusiasmo entre los espectadores y llenando las arcas de la taquilla española. Con un arranque espectacular el pasado fin de semana, ganó aún más fuerza el miércoles, día del espectador, cuando acumulaba 3 millones de euros. Ya entonces –queda por saber lo que recaudará este fin de semana- se situaba como la tercera producción española más vista del año.

De continuar la excelente promoción “boca a boca”, habrá éxito para rato. Además, durante todo el mes de septiembre no hay ningún estreno de animación programado, por lo que este filme familiar tiene un largo recorrido por delante y puede convertirse en uno de los grandes éxitos del cine español de 2015. Entre otras cosas, ha sido la primera película española que se ha estrenado en la NASA, y lo ha hecho con un éxito “astronómico”.

A mí todo esto me llena de alegría y de orgullo, porque su equipo de producción –que ya mostró su talento en Las aventuras de Tadeo Jones- incluye a un buen grupo de antiguos alumnos míos, cuando daba clase en la Universidad de Navarra: Jordi Gasull es productor y guionista del filme, y en la escritura del guión han colaborado también Patxi Amezcua y Javier López Barreira.

Por otra parte, los artículos que se han publicado en estos días son particularmente elogiosos (en El País, La Vanguardia o El Mundo), también los que escriben algunos padres y madres que han ido a ver la cinta. Entre todas las reseñas, destaco ésta de Alberto Fijo ("De la playa a la luna") para Fila Siete. Os animo sinceramente que vayáis a verla en familia.

De la playa a la luna

El equipo liderado por Enrique Gato demuestra con esta película que tiene oficio y pericia para hacer muy buen cine de animación y contar historias que puedan gustar en España y también en otros países, aunque no sean de habla hispana.

Después del gran éxito obtenido con Las aventuras de Tadeo Jones, con un héroe hispano que viajaba a una aventura con el modelo del personaje de Spielberg como divertida referencia, la propuesta es nada menos que una historia de ajustes familiares con la carrera espacial como eje de giro.

Hay audacia en el guión de Gasull, López Barreira y Landau porque la película conjuga la aventura, la acción espectacular y el conflicto generacional trenzado con la pasión por el espacio y los vuelos tripulados. Y todo, con gracia, amenidad y una puesta en escena excelente.

Los autores son conscientes de que no inventan la pólvora y también saben que los espectadores tienen muchas películas vistas. Otros se habrían entregado a la parodia y a una ristra de situaciones calcadas de los distintos géneros que se dan cita en Atrapa la bandera.

Gato y compañía levantan su historia sin complejos, con una soltura llamativa y un sentido del ritmo envidiable.Los personajes están bien dibujados e interactúan bien: las tres generaciones de la familia Goldwing, los pequeños amigos de Mike -Amy y Marty- y el malvado Carson.

La película, por su tema y por la calidad en video y audio del relato, pide la pantalla grande y gustará a un público muy amplio, cosa difícil de lograr.

Alberto Fijo

domingo, 9 de agosto de 2015

Todos necesitamos descansar. También mi blog...

Hace nueve días que comenzó el mes de agosto: un mes para salir de la rutina diaria y descansar un poco. Eso es lo que yo voy a hacer en las próximas tres semanas: descansar. Pero descansar no quiere decir tumbarse a la bartola y ver pasar los días, sin hacer nada. Ese es el camino más fácil para el aburrimiento máximo. Descansar es hacer algo diferente y atractivo, a la vez que se reponen las fuerzas.

Yo procuro hacer como mis mejores alumnos. Ellos hacen prácticas –trabajan en periódicos o emisoras de radio, en agencias de publicidad o productoras audiovisuales– para completar lo aprendido durante el curso: para poner en práctica lo que, de modo teórico, han aprendido en todo el año. Es una idea estupenda. Yo voy a aprovechar las vacaciones para seguir un curso intensivo: para ponerme al día en los temas profesionales y en otros que me interesan. Os deseo lo mismo: un verano enriquecedor, relajante y fructífero.

El blog seguirá abierto, pero no habrá nuevas entradas hasta el 1 de septiembre. En este tiempo podéis hacer búsquedas, a través de las etiquetas de la barra superior o del buscador de arriba a la derecha, para releer algunas de las entradas más interesantes.

También os dejo un libro (ver foto arriba) para las largas tardes de verano: Cómo se hicieron las grandes películas. Lo escribí para enseñar a disfrutar el buen cine: el cine con valores, tanto clásico como moderno; por eso tiene una idea de fondo muy cercana a la que trato en este blog. Podéis encontrar una breve reseña en este enlace.

¡Nos vemos en septiembre!

domingo, 2 de agosto de 2015

Estrenos: "Todo saldrá bien", "Ghadi" y "Unos días para recordar"

Todo saldrá bien
Director: Wim Wenders. Guion: Bjørn Olaf Johannessen. Intérpretes: James Franco, Rachel McAdams, Charlotte Gainsbourg, Marie-Josée Croze, Julia Sarah Stone, Patrick Bauchau, Robert Naylor, Lilah Fitzgerald, Jack Fulton.- 118 min. Jóvenes-Adultos.

Un día de nieve, un joven escritor atropella a un niño. Muchos años después, el fantasma de aquel accidente persigue al autor encerrado en un bloqueo existencial y artístico que le impide no solamente publicar sino relacionarse con quienes, hasta ese momento, formaban parte de su vida.
Se esperaba mucho de la vuelta del veterano cineasta alemán Win Wenders, que llevaba siete años dedicado a rodar documentales (casi todos ellos magníficos). Sin embargo, Todo saldrá bien es una borrón en la valiosa filmografía de Wenders. Después de un prometedor arranque (esos paisajes nevados y ese accidente contado en dos tiempos: espeluznante la elipsis del segundo tiempo), la narración empieza a girar sobre sí misma o, lo que es peor, sobre James Franco. Es cierto que, parte del problema de Todo saldrá bien es pretender que un actor tan limitado pueda sostener un drama fundamentalmente psicológico. Pero la culpa no es solo de Franco. Su personaje es errático, pero también lo es el interpretado por Charlotte Gainsbourg (y aquí no hay un problema de falta de talento). Y es errático el guion, que fluye (aunque aquí fluir es un verbo demasiado generoso) entre silencios, miradas supuestamente reveladoras, sucesos caprichosos e inverosímiles y líneas de diálogo que pretenden ser trascendentes y se quedan en frases impostadas y artificiales, cuando no ridículas. Los maestros también patinan. Y esta película es solo un ejemplo de esta evidencia. (Ana Sánchez de la Nieta)

Ghadi
Director: Amin Dora. Guion: Georges Khabbaz. Intérpretes: Georges Khabbaz, Lara Rain, Emmanuel Khairallah, Camille Salameh, Rodrigue Sleiman, Samir Youssef, Caroline Labaki, Tarek Bacha.- 100 min. Jóvenes.

Leba es un profesor de música que lleva toda su vida en Mshakkal, popular barrio cristiano de la ciudad costera de Batroun, en Líbano. Allí se educó, allí se casó con Lara —una bella profesora de literatura francesa— y allí viven ambos felizmente con sus dos hijas. Cuando nace su primer hijo varón, Ghadi, que padece síndrome de Down, lo acogen como un regalo del cielo. Pero los vecinos no opinan lo mismo, pues Ghadi se pasa el día cantando y berreando. Cuando la situación parece insostenible, a Leba se le ocurre una solución… angelical.
Con esta fábula moral, el libanés Amin Dora debuta brillantemente, articulando una ágil y emotiva tragicomedia, cuyos personajes derrochan humanidad, y en la que su luminosa celebración de toda vida humana –de nítida inspiración cristiana– se completa con una lúcida crítica al individualismo materialista e insolidario. Dora dice lo que piensa sin complejos ni subrayados moralizantes, encarnando sus ideas en los personajes con veracidad, respeto y un sentido del humor muy oxigenante. Una gratísima sorpresa, en definitiva, culta y popular a la vez, rotunda en su defensa de la dignidad de cualquier ser humano. (Jerónimo José Martín).

Unos días para recordar
Director: Jean Becker. Guion: Jean Becker, Jean-Loup Dabadie. Intérpretes: Gérard Lanvin, Fred Testot, Jean-Pierre Darroussin, Swann Arlaud, Daniel Guichard, Anne-Sophie Lapix, Claudia Tagbo, Philippe Rebbot, Mona Jabeur.- 81 min. Jóvenes. (D)

París: un hombre cae al Sena, un joven se lanza a salvarlo. Más tarde, en el hospital, obligado a guardar cama, descubrimos a Pierre, un sesentón, solitario y cascarrabias cuyo único deseo es marcharse –no le dejan– y que le dejen en paz, ya que todo el hospital parece conspirar por entrar en su habitación. Obligado a permanecer inmóvil varias semanas, Pierre va a aprender a conocerse y a tratar a los demás.
Jean Becker es autor de Conversaciones con mi jardinero y otras cintas sobre personas normales, próximas al espectador, que quieren ser felices y descubren que para ello deben preocuparse de los demás. En Unos días para recordar Becker vuelve a conseguir esa mirada humana, que llega al corazón de los personajes y es capaz de pasar por alto sus evidentes defectos, y cobrarles afecto. Pierre descubre que no debe juzgar, sino aceptar a la gente como es, y dar. (Fernando Gil-Delgado).

(Reseñas tomadas de la web Aceprensa)

domingo, 26 de julio de 2015

"Del revés", de Pixar: El valor de las emociones

Tras una serie de películas que se alejaban del nivel al que nos tenían acostumbrado, Del revés (Inside Out) ha vuelto a traspasar las fronteras de la animación conocida y ha devuelto a Pixar al lugar de prestigio que tenía.

Dirigida por Peter Docter (Monstruos S.A., Up), nos cuenta la historia de Riley, una joven de 12 años, a través de las emociones que hay en su cabeza: Alegría, Tristeza, Miedo, Rabia y Asco (cuestionable traducción de Disgust, de la versión original). Riley, junto a sus padres, tienen que mudarse por problemas laborales y eso sirve de detonante/conflicto para que las experiencias nuevas que vaya viviendo pongan a prueba a sus cinco emociones, que son las verdaderas protagonistas. Con una creatividad propia solo de grandes maestros, Del Revés se introduce en la mente de los tres miembros de la familia mostrándonos quiénes son y por qué hace lo que hacen. En este caso, centrada en la mente de una pre-adolescente con sus conflictos, sueños, y recuerdos significativos de su infancia.

¿Hay alguien todavía que al ver una película de animación (con dibujos animados) piense que es sólo para niños y que no puede atrapar también al adulto? Toda buena película de animación, como casi todas las de Pixar, presenta una doble lectura: una primera, más obvia para niños, pero también hay una mirada adulta para todos aquellos que quieran encontrarla…

Quién no se ha divertido con los juguetes más famosos del cine (trilogía de Toy Story), a la vez que reflexionaba sobre la pertenencia, las etapas de la vida y la necesidad de una compañía humana; quién no se ha conmovido durante los primeros minutos de Up, una de las mejores aperturas de la historia del cine; quién no ha recuperado la capacidad de asombrarse y vibrar, al vivir la aventura de Monstruos S.A.; y quién no ha mirado con positividad, creatividad y hermosa curiosidad cualquier circunstancia gracias a Remy y a la maravillosa Ratatouille. Por ejemplo.

Del revés, sigue esta línea de doble lectura, aunque quizás, como le pasaba a Wall-e, sea menos apta para la comprensión de los más pequeños y puedan perderse a ratos en un laberinto bellamente construido. Para poder abordar este proyecto de gran envergadura han tocado y desarrollado temas como: la psicología masculina y femenina, el riesgo que implica vivir de la abstracción que nos lleva a confundir hechos con opiniones, la importancia de la sinceridad a un tú para poder pensar libremente (moral: una relación sincera ante un tú con el que cambio), la necesidad de vínculos para formar nuestra identidad o la dignidad de una cierta tristeza para descubrir nuestra misión y vocación en la vida. Y todo eso con una mirada alegre por la vida, nada psicologicista, que afirma y ensalza la familia como lugar privilegiado para todo. ¿Se puede encontrar todo eso en una película para niños? Sí, todo eso y mucho más.

En definitiva, una película apta para toda la familia que expresa con sabiduría, inteligente sentido del humor y gran originalidad la psique humana, y abre caminos interesantes que indican una nueva saga que dará mucho que hablar. Del revés debería ser una de las películas del año y alcanzar mucho más que el Oscar a la mejor película de animación…

Pixar ha recordado que las películas son experiencias que impulsan el cambio. Y hoy, como otras muchas veces en la historia, estamos hambrientos de una palabra distinta de crisis. Todas estas indignaciones, lamentos y frustraciones, quejas y olvidos, gritos y silencios ahogados, culminan, si somos serios, con una mirada hacia dentro… Pixar nos indica que así no, que mejor… Del revés.

Carlos Aguilera
Pantalla 90

domingo, 19 de julio de 2015

"El Apóstol": un filme valiente sobre la conversión de un musulmán a la Fe católica


(JUAN JESÚS DE CÓZAR).- Esta interesantísima película se estrenará en España el próximo 7 de agosto y corre el peligro de pasar inadvertida. Se trata de una cinta francesa dirigida por Cheyenne Marie Carron, una realizadora de 39 años de origen argelino, cuya historia personal vale la pena conocer para entender mejor “El Apóstol” (L’Apôtre, 2014).

Nací en suelo francés –explicaba Carron en una entrevista‑ y me abandonaron a la edad de tres meses. Crecí en una familia francesa. Fui a la iglesia toda mi infancia y adolescencia, y siempre me sentí amada por Dios. Pero mis padres no tenían el derecho a bautizarme porque no eran mis tutores legales. Yo estaba bajo la tutela del Estado francés”.

A los 20 años decidió iniciar la preparación para bautizarse en la Iglesia Católica, pero “no me sentía capaz de recibir el Bautismo –recordaba‑ y llevar una vida conforme a ese Sacramento. Porque yo, cuando me lanzo a algo, me lanzo a fondo. Y yo tenía miedo de que el Bautismo me apartase de mis objetivos [el cine]. Cuando uno empieza a estudiar los Evangelios, toca con los dedos lo esencial. Y lo esencial no habría podido ser el cine”.

En 2012, después de rodar un largometraje semi-autobiográfico (“La fille publique”), decidió culminar su incorporación a la Iglesia. El padre Faure, su párroco, que la conocía desde pequeña, le ayudó a prepararse para el Bautismo, que tuvo lugar en la Pascua de 2014. A partir de ese momento Cheyenne completó su nombre con el de Marie.

El Apóstol” tuvo su première mundial en el Festival Mirabile Dictu de Roma, donde recibió el premio especial de la Fundación Capax Dei. Unos meses después, el 1 de octubre de 2014, se estrenó en Francia… ¡en una sola sala! “He hecho esta película para todos los que eligen seguir los pasos de Cristo y sufren persecuciones en cualquier lugar del mundo”, manifestaba la directora a Le Figaro. Una declaración que puede ayudar a entender el temor de muchos exhibidores y su negativa a estrenarla. No obstante, la cinta continuó proyectándose con éxito en sucesivas salas. Porque, hay que decirlo ya, el filme es francamente bueno y de una autenticidad apabullante.

El argumento de “El Apóstol” se centra en Akim (Fayçal Safi), un bondadoso joven musulmán que trabaja en una panadería y que se prepara para ser Imán. Vive en el seno de una familia muy unida, junto a sus cariñosos padres, a su hermano Youssef y a su hermana Hafsa. Cierto día, un musulmán estrangula a una vecina, hermana del párroco católico del barrio; Akim presencia la retirada del cadáver y se entera después de que el sacerdote ha tomado la heroica decisión de vivir junto a los padres del asesino, porque con su presencia los ayuda a seguir viviendo. Este suceso –basado en un hecho real que impactó a la directora‑, junto al conocimiento casual de un mecánico católico, tendrá consecuencias muy importantes en la vida de Akim.

El estilo documental que Carron imprime al filme, paseando vigorosamente su cámara por los escenarios, involucrándola en los conflictos, acercándola a los protagonistas…, transmite una plena sensación de veracidad al espectador, que se siente inevitablemente implicado en los dilemas de Akim y de su familia. Los colores apagados y la reiterativa e “incómoda” música de Patrick Martens, contribuyen también a evidenciar la crisis interior de Akim y de su familia; una crisis que Carron resuelve mediante un desenlace modélico.

El Apóstol” es una cinta valiente, sensible y equilibrada, que deberían ver muchos cristianos y muchos musulmanes. Si tuviera que resumirla en dos palabras, ésas serían LIBERTAD y RESPETO; así, con mayúsculas. En la entrevista mencionada más arriba, la directora declaraba lo siguiente: “La vuelta del deseo religioso en muchos jóvenes franceses es algo real y hermoso. Yo formo parte de estos jóvenes. El reparto del filme reunió a actores ateos, musulmanes, católicos, judíos convertidos… Unidos generamos una película que afirma el deseo de creer en Dios y la tolerancia”.

Aquí se puede ver el extenso tráiler en versión original con subtítulos en español:


domingo, 12 de julio de 2015

La fe de Ennio Morricone (Entrevista por sus 50 años de carrera musical)

El compositor Ennio Morricone (400 películas en su haber, 7 discos de platino) explica en Credere.it la intimidad de su fe, desde los rosarios rezados con su madre a la oración diaria: una hora al día entre música e intenciones.

Subiendo por las escaleras de entrada a la casa de Ennio Morricone parece que volvemos a ver un encuadre de gran potencia: la cámara se eleva mientras Noodles (Robert De Niro), desesperado y destrozado por su propia violencia, se aleja hacia el mar donde reverbera el amanecer. El encuadre es de Sergio Leone en la película Érase una vez en América; la música, desgarradora, es del gran compositor que ha aceptado abrirnos su corazón.

-Maestro, siempre he pensado que esta música había sido creada antes del rodaje de la película.

-¡Es verdad! Leone me hacía trabajar antes de empezar a rodar. Los directores que dan más tiempo facilitan el trabajo tanto a ellos mismos como a mí: yo puedo dedicarme a la creación, ellos se acostumbran a la música que les propongo. Llegar al último momento puede comportar una decepción. La mayor parte de las colaboraciones creativas entre los directores y yo ha ido bien, ¡pero no todas!
»La música es un arte que para que se convierta en esposo o hermano de la película necesita el mismo elemento que caracteriza a la película: tiempo. La temporalidad hermana el cine con la música. ¿De dónde procede la música de una película? De un más allá misterioso.

-Menos misteriosa es su fe...

-Provengo de una familia cristiana. Mi fe ha nacido en mi familia. Mis abuelos eran muy religiosos. Mi madre, mis hermanas y yo rezábamos siempre antes de irnos a la cama. Recuerdo el período de la guerra. Durante esos años terribles rezábamos el Rosario. Estábamos todos muy impresionados. Me veo de nuevo, medio dormido, respondiendo a los Ave Maria de mi madre. Siempre hemos sido religiosos. Los domingos íbamos a misa y comulgábamos.

-¿Qué revela de sí un hombre creyente?

-Identifica a una persona honesta, altruista, respetuosa de Dios y del prójimo. Amar a los otros -aunque la palabra amar puede parecer fuerte-, pero es así. Esto es importante. Yo pienso verdaderamente en el bien de los otros, que mi modo de actuar no cause el mal en el prójimo. Es perfectamente normal para mí hacer algo por respeto a la persona con la que me encuentro.

-Valores que ha transmitido también a su familia.

-Sí, y también el del sacrificio. En estos últimos tiempos hay que sacrificarse aún más: yo mismo algunas veces me sacrifico para ayudar a las personas que están en paro, a las muchas preocupaciones que agobian. Con mi esposa, que es una buena persona, escrupulosa, hemos acostumbrados a nuestros hijos a esta generosidad. No está dicho que mis hijos la hayan aceptado completamente, no lo sé, pero sé que son buenísimos hijos, que se parecen al padre y a la madre. Ama a los otros como te amas a ti mismo: éste es, para mí, un modo normal de ser.

-¿Cómo de cerca puede estar la música respecto de Dios?

-La música ciertamente está cerca de Dios. Al mismo tiempo, la música está proyectada en el alma y en el cerebro del hombre. Le permite meditar. El discanto (técnica de polifonía medieval en la que un cantante canta el canto llano mientras otro entona una voz suplementaria) y el fabordón provienen de los primeros tratamientos polifónicos del canto gregoriano; de aquí nace la música occidental.
»La música es el único arte real que se acerca verdaderamente al Padre eterno y a la eternidad. Me digo a mí mismo, y algunas veces a mi mujer, que la música ya existía, ¡toda ella! La música que ha sido escrita y que será escrita. ¡Y el compositor que la ha cogido y la cogerá! Según la propia época, según el momento en el que él escribe y según la civilización y el estado de la investigación musical de su tiempo. La música ya existe, aunque no esté.

-El gran público desconoce en gran parte su extraordinario repertorio de música contemporánea, que usted define absoluta. Estos sonidos tienen a menudo referencias espirituales.

-Luciano Salce, director para el que he compuesto la banda sonora de varias películas, un día me llamó y me dijo: “Tengo que dejarte”. “¿Por qué?”. Éramos amigos y lo seguimos siendo hasta su muerte. “Porque yo hago películas cómica y tu compones música espiritual, sacra. Tengo que dejarte obligatoriamente”. Este episodio me marcó mucho. Gracias a él empecé a reflexionar sobre ello. Probablemente a veces expreso lo sacro también cuando no lo busco o no pienso en ello. Ni tan siquiera hablo de inspiración, que no existe. Hablo de ideas. Tal vez estoy en un camino que lleva a estos resultados.

-De hecho, en su repertorio encontramos también música sacra y hace pocas semanas usted dirigió la Missa Papae Francisci, un homenaje al Papa Francisco de belleza intensa y única.

-Se me pidió Amen como composición para un coro para la iglesia de Santa María de los Ángeles de Roma, con ocasión de un Festival en el que participaban seis coros procedentes de todo el mundo. Decidí componer una obra donde sólo una palabra, «Amen», fuera cantada pero con la idea de implicar a los seis coros. Egisto Macchi me pidió que escribiera un Via Crucis. Le respondí que sí. Recientemente he escrito una música sobre la Creación. El aire, la luz, el agua, el fuego, la tierra, el hombre. Después, la torre de Babel, de la que mana, en hebreo, una multitud de voces en un crescendo cada vez más imponente.

-¿Cuál es el episodio bíblico que más ama y recuerda?

-Sin dudas, las parábolas de Cristo. El relato de las bodas de Caná me emociona mucho. ¿Cómo no recordar la Pasión, momento importantísimo para la vida de Cristo y de todos nosotros?.



-La Misión es, tal vez, la película que le ha permitido narrar mejor el desmoronamiento de la conciencia humana. Mientras se narraba un periodo de sufrimiento buscado por la Iglesia, su música, a medida que se sucedían las piezas, crecía alcanzando niveles altísimos de fuerza espiritual que yo traduciría como una intensa petición de perdón.

-El co-productor de la película, Fernando Ghia, me llevó a Londres a verla. Al ver el final me puse a llorar, esa matanza de indios y de jesuitas a manos de los portugueses y los españoles. Tenía delante de mí al director y a los dos productores y les dije: “No, yo no la hago, es preciosa así”. Creo que estuve llorando media hora. Y ellos insistían. Hasta que cedí: “Haré la música”. No quería componerla porque si me equivocaba podría haber estropeado la película. Trabajando sobre tres elementos distintos que no podía ignorar, el oboe del jesuita padre Gabriel, la música coral y la música étnica de los indios, creo que fue un milagro que consiguiera componer una música en la que tres combinaciones independientes de sonidos funcionaban también contemporáneamente.

-La música puede ser una oración de gran intensidad.

-¡Ciertamente! Pero más allá de la música se necesitan palabras, intenciones, concentración. Yo rezo una hora al día, incluso más. Es lo primero que hago. También durante el día, así, al azar. Por la mañana me pongo delante de ese Cristo (en el gran salón, iluminada por una ventana, hay una magnífica imagen de Jesús). Y también por la noche. Espero que mis oraciones sean escuchadas.

Vito Amodio (Credere.it)

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50 años de premios y éxitos

Ennio Morricone nació en Roma el 10 de noviembre de 1928. Se licenció en el Conservatorio en tromba y composición. Saltó a la fama en todo el mundo por las bandas sonoras de las películas del Oeste de Sergio Leone Por un puñado de dólares (1964), La muerte tenía un precio (1965), El bueno, el feo y el malo (1966), Hasta que llegó su hora (1968) y ¡Agáchate, maldito! (1971). Ha compuesto la banda sonora de más de 400 películas, colaborando con directores del calibre de Gillo Pontecorvo, Pier Paolo Pasolini, Bernardo Bertolucci, Giuseppe Tornatore, Brian De Palma, Roman Polanski, Oliver Stone, Pedro Almodovar, Roland Joffé. Ha recibido 27 Discos de oro, 7 Discos de platino, 7 David de Donatello (galardón cinematográfico de la Academia del Cine Italiano), 3 Golden Globe, 1 Grammy Award, además del León de Oro del Festival de Venecia y el Oscar a toda su carrera.

lunes, 22 de junio de 2015

Tomás Moro en el cine: la convivencia entre Fe y Vida política

La credibilidad de los políticos anda por los suelos. En todo el mundo. Y lo peor no es eso, lo peor es que se ha vuelto una profesión peligrosa para gente con principios.

Ante algunas situaciones que atenazan la conciencia de muchos políticos católicos (disciplina de voto ante cuestiones que repugnan a su conciencia: ley del aborto, por ejemplo) puede resultarles alentador el ejemplo de Tomás Moro, cuya fiesta celebramos hoy. Él supo conjugar su vida cristiana con su cargo político, y supo ser fiel a su Fe en toda circunstancia: con prudencia para no hablar, pero también con firmeza cuando hizo falta. Por eso, cuando fue necesario, supo jugarse la vida antes que aprobar una ley injusta: el divorcio de Enrique VIII abriría la puerta a todos los divorcios de la humanidad. Ese drama de conciencia es el que relata ese precioso filme, “Un hombre para la eternidad”, que mereció 6 Oscars de la Academia, incluidos los de mejor película, director y actor.

Sí, Tomás Moro es todo un ejemplo de cristiano coherente que estuvo siempre abierto al mundo. Asistía diariamente a la Misa en su parroquia y se imponía severas penitencias que sólo su confesor y su familia conocían. Su casa era considerada la más acogedora de Londres. Y, por las noches, recorría los barrios bajos para dar limosna a los pobres más vergonzantes. ¡Todas las noches!

Toda esta vida cristiana no le retrajo de la vida pública. Todo lo contrario: le impulsaba a servir a los demás desde los cargos que le confiaban. Miembro del Parlamento desde los 26 años, fue elegido juez y subprefecto de la ciudad de Londres, y se opuso a algunas medidas injustas de Enrique VII. Con la llegada de Enrique VIII, protector del humanismo, Moro entró al servicio del Rey, quien le encomendó las más difíciles misiones diplomáticas en Europa. Lo nombró para varios cargos menores y, finalmente, le hizo Lord Canciller de Inglaterra en 1729, cuando tenía 51 años. Eran verdaderamente grandes amigos.

Irónicamente, Moro -a quien Enrique VIII mandó decapitar- fue su más fiel servidor. A diferencia de otros, que parecían servirle pero que sólo lo adulaban en beneficio personal, Moro siempre le fue fiel. Nunca habló mal de él, ni siquiera cuando se apartó de la fe que ambos profesaban. Prefirió callar, pero su silencio ante la decisión real de ir contra el Papa y la indisolubilidad del matrimonio fue más atronador en Inglaterra que todos los discursos de aquellos años revueltos. Todo el mundo sabía lo que Moro pensaba. No habló para no hacer daño a su familia ni al Rey, y ni aún así pudo evitar la tragedia. Lo peor de todo es que el Rey sabía que Moro seguía siendo su amigo, tal vez su único amigo.

Este pasaje de “Un hombre para la eternidad” (2' 16") resume algunos de estos aspectos que hemos mencionado. Y tal vez pueda inspirar a algún político en situaciones conflictivas.

domingo, 31 de mayo de 2015

“Conducta”: una gran película sobre enseñanza y educación

Se estrena el viernes 5 de junio, o el 4 en aquellas ciudades donde ese día es festivo. El titular del artículo no es exagerado, porque “Conducta” (Cuba, Ernesto Daranas, 2014) ha recibido más de 30 premios internacionales y muchas más nominaciones: candidata al Oscar por Cuba, finalista en los Goya, triunfadora en el Festival de Málaga, galardonada en el Iberoamericano de Huelva, en la Muestra de Cine Latinoamericano de Cataluña, y en festivales de Nueva York, Brasilia, Lima, Giffoni, Marsella, Grenoble… La última alegría la recibió el 28 de mayo con el anuncio de las 8 nominaciones a los Premios Platino, que se entregarán en Marbella el próximo 18 de julio.

Pero, por encima de esa abundancia de reconocimientos, “Conducta” es sobre todo un gran filme, uno de esos que muchos críticos calificarían de imprescindible. Una película tan valiosa que puede “codearse” –por su alcance, no por su presupuesto‑ con títulos que han retratado a insignes “profesores de cine”. En el caso de “Conducta” se trata de una maestra, Carmela, que –estoy seguro– se convertirá en una referencia cinematográfica para el sector docente, como en su momento lo fue Mr. Keating (“El club de los poetas muertos”, 1989).

A alguno podría sorprenderle que una cinta cubana logre una cota tan alta de excelencia. En Cuba, desde luego, no están en condiciones de realizar grandes alardes presupuestarios, pero allí surgen verdaderos artistas y existe –por ejemplo‑ una larga tradición en el género documental, algo que se nota en la autenticidad que respira “Conducta. En su país logró abarrotar durante varias semanas las salas de cine, fenómeno que no se producía de 1993, con el estreno de “Fresa y chocolate” (Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío).

El filme nos presenta a unos personajes entrañables, que se ganan el corazón del espectador: Chala, un niño de 11 años, que vive con su madre drogadicta, Sonia, y que entrena perros de pelea para aportar algo de dinero a su casa; Carmela, su maestra de sexto curso, una veterana y excelente profesional que conoce bien a Chala y sabe encauzar sus arranques de agresividad; Yeni, su primer amor y la mejor alumna de la clase… Una serie de acontecimientos, que es preferible no desvelar, afectará a todos ellos, pero sobre todo a Chala, a quien los responsables del colegio han decidido enviar a una “Escuela de conducta” (algo parecido a un correccional).

La sabia dirección de Daranas (La Habana, 1961) consigue introducirnos en los barrios marginales y en las calles bulliciosas de su ciudad natal; nos sube a azoteas llenas antenas; nos familiariza con el sonido de La Habana, con sus edificios deteriorados, con sus coches desfasados, con ese viejo tren que parece un elemento más del paisaje… Pero es la suya una mirada llena de cariño, que sabe sacar belleza de todo lo que filma –incluso de los desconchones– para asombro del espectador. La potencia visual de la espléndida fotografía de Alejandro Pérez es una de las claves de ese impacto.

Conducta” cuenta con un guión muy medido del propio director, donde presente y pasado interfieren y dotan a la narración de un ritmo que nunca decae. La riqueza argumental no elude una cierta crítica política y del sistema educativo cubano, ni la importancia de la Religión para la vida de las personas. Y se agradece que su final sea tan abierto como esperanzador.

Si la actuación de Armando Valdés Freire como Chala es de una naturalidad sorprendente, la de Alina Rodríguez en el papel de Carmela es de aplauso, y así le fue reconocida en varios festivales. Les acompañan un buen puñado de secundarios, todos muy bien dirigidos, con una mención especial para los niños, que se enfrentan a la cámara sin el menor signo de teatralidad.

"Confieso que, mientras la filmábamos, pensábamos que era una historia muy nuestra, pero cuando la película empezó a ser premiada en festivales de lugares tan diversos, entendimos que la empatía que sus personajes despiertan es universal", declaró Daranas cuando conoció la nominación al Goya de “Conducta”. Unas palabras confirmadas por los varios “premios del público” que ha recibido.

Conducta” es una cinta que gustará a un amplio espectro de personas, que encantará a los docentes y educadores en general, y que puede convertirse en una herramienta didáctica muy eficaz. UNICEF la ha distinguido con dos galardones por “su defensa de los derechos de los niños”, y apoyará su estreno en España con diversas iniciativas institucionales.

Ojalá el público español también sepa apreciarla.

Juan Jesús de Cózar