viernes, 26 de febrero de 2010

Presentación del libro en Málaga y Almería

 Se me han quedado traspapeladas en el tiempo las noticias de algunas presentaciones que tuve a finales de 2009. Hoy quería referirme a dos: la de Málaga y la de Almería.

La presentación de mi libro en Málaga tuvo lugar el 13 de noviembre en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés (Edificio Librería, C/ Hilera 8), en un moderno salón donde todos los días tienen lugar conferencias, exposiciones y actos culturales de diverso tipo. Con un lleno impresionante, hasta la bandera (había incluso gente de pie), pronuncié la conferencia sobre “Jesucristo en el cine”, incidiendo sobre todo en la evolución cronológica de la imagen de Cristo en la pantalla: cada época ha reflejado una visión ligeramente distinta de la única figura de Cristo, porque ha querido subrayar algún aspecto concreto: su divinidad, su amistad con los discípulos, su cercanía a los pobres. Ese mismo día, el diario de más tirada en la provincia dedicó un amplio artículo a la presentación del libro y a su contenido.

Un mes más tarde, el 16 de diciembre, fue la presentación en Almería. Tuvo lugar en el Auditorio Municipal Maestro Padilla, lugar emblemático de la cultura almeriense. De esa conferencia dio cumplida información Teleprensa.es y el periódico local “La Voz de Almería”. De esa noticia extraigo el párrafo inicial:

Fue una historia que ocurrió hace dos mil años y que desde la aparición del invento de los Lumière ha alimentado metros y metros de celuloide, a veces devoto, a veces polémico. Ahora, Alfonso Méndiz, crítico cinematográfico y profesor de la Universidad de Málaga, recoge la vida y obra de Jesús según el séptimo arte en el libro ‘Jesucristo en el cine’ (Rialp), presentado el miércoles en el Auditorio Maestro Padilla de la capital”.

Como os he dicho en otras ocasiones, agradeceré vuestras sugerencias para desarrollar estas conferencias desde nuevas ópticas. Quizás sea interesante analizar cómo presenta el cine su relación con la Virgen y los Apóstoles, o su conciencia de la misión divina, o su origen étnico y cultural (la Judea del siglo I), o su doble dimensión divina y humana. No lo sé: vosotros me lo diréis.

Necesito vuestras ideas, de verdad que las necesito: las conferencias, como el blog, es también tarea vuestra. La difusión de este mensaje trasciende el esfuerzo de una sola persona. Gracias por acompañarme en esto.

jueves, 25 de febrero de 2010

"Jesucristo en el cine": Entrevista en Canal Sur

 El pasado domingo día 20, dentro del programa “Testigos hoy” de Canal Sur 2, emitieron una entrevista de 13 minutos que me hicieron con motivo de la publicación de mi libro. Fue muy amena, muy grata, muy intensa. Hablamos -¡cómo no!- de por qué me metí a escribir ese libro, del interés creciente en Hollywood por la figura de Jesús, de las primeras películas y de su diferencia con las actuales…
De las películas más innovadoras y también de las que más aportan. De la figura del sacerdote en el cine. Del equilibrio entre fidelidad histórica y libertad creativa…
Finalmente, hablamos del blog. Ahí me acordé de todos vosotros. Y de vuestras aportaciones.
Espero que el resultado os satisfaga. Y agradeceré que me deis vuestra opinión: no os llevará más de un minuto.

miércoles, 24 de febrero de 2010

"¡Qué bello es vivir!": Navidad en febrero

Mi amigo Ángel Esteban, Catedrático de Filología en la Universidad de Granada, me envía este artículo que -según me dice- "me lo ha inspirado tu blog". Ciertamente, "Las 100 películas más inspiradoras de todos los tiempos" también han sido capaces de "inspirar" este texto, que hoy ve la luz en la prensa local de Granada. Me parece muy sugerente, por eso reproduzco aquí los párrafos más destacados.

"El American Film Institute acaba de dar una lista de las 100 películas más inspiradoras de todos los tiempos. Por primera vez no vemos encabezando los rankings a Casablanca o Citizen Kane, sino a otra espléndida película, que se repite en nuestras pantallas cada diciembre: ¡Qué bello es vivir!. Es ciertamente una cinta inspiradora, como lo demuestran la serie americana Luz de luna (Moonlighting,1985-1989), que lanzó al estrellato a Bruce Willis y popularizó fuera de los Estados Unidos, todavía más, al cantante de Jazz Al Jarreau; la comedia Cosas de casa (Family Matters), que duró la década de los noventa en USA y se ha repetido en Antena 3 varias veces; Sensación de vivir, también en los noventa; la más reciente Los padrinos mágicos; y, sobre todo, un capítulo navideño de 1976 de Cuéntame cómo pasó, donde Alcántara es acompañado por el ángel de la guarda para ver su futuro, y es testigo de todas las desgracias que le depararía 1982 (...).

Ahora bien, pienso que la película es inspiradora no solo por los remedos que ha generado, sino porque nos hace pensar, al describir magníficamente lo que ocurre cuando una persona vive la heroicidad de los detalles pequeños o grandes que embellecen la vida de los demás. Nunca olvidaré la cara de James Stewart cuando su personaje, George, decide suicidarse, y la aparición de su ángel de la guarda, pero lo que jamás se me borrará del recuerdo es el semblante del protagonista, llevado por su acompañante al pueblo, en un recorrido ficticio por el destino de esa pequeña localidad en el caso de que George no hubiera nacido y ayudado constantemente a sus semejantes.

A veces pensamos que nuestra vida no tiene sentido, pero eso no es cierto. Lo malo es que no siempre se nos aparece el ángel para demostrarlo".

Angel Esteban

martes, 23 de febrero de 2010

Las 100 películas más inspiradoras: un comentario

Ayer publiqué en este blog el listado que el American Film Institute ha dado a conocer como los “100 Most Inspiring Films Of All Time”. Los títulos en español podéis verlos aquí. Son películas que han contribuido a inspirar en las audiencias actitudes y valores positivos.

El número 1 lo ocupa "Qué bello es vivir" (1946), del siempre estimulante Frank Capra. Un canto a la esperanza, que representa lo mejor del espíritu navideño y que ensalza también los valores familiares. Además, cuenta una historia de heroísmo individual, verdaderamente ejemplar, que termina con ese apoyo firme de la comunidad a quien ha gastado su vida en servicio de todos.

El número 2 lo ocupa "Matar a un ruiseñor" (1962), que transmite hermosas lecciones sobre la integridad, la justicia, el sentido del deber, el valor de la familia y la importancia de servir a los demás.

Otras películas incluidas en las primeras posiciones son: "La lista de Schindler" (nº 3, 1993), la historia real de un católico poco ejemplar que, sin embargo, fue capaz de salvar a varios centenares de judíos con altas dosis de generosidad; "Salvar al soldado Ryan" (nº 10, 1998), una cinta de heroísmo y valor, en medio de miserias y debilidades; o "El milagro de Ana Sullivan" (nº 15, 1962), el relato –basado también en un caso real- de una maestra que se empeñó en enseñar a comunicarse a una niña ciega y sorda, y logró un auténtico milagro gracias a su tesón y a su entrega.

Aunque algo más abajo (nº 23), y con diálogos un poco fuertes, "Cadena perpetua" (1994) es un drama carcelario que afronta bellamente tres temas fundamentales: la amistad, la esperanza y la redención. El momento en que el protagonista “regala” unos minutos de música clásica a los presos refleja mejor que mil discursos esa libertad interior que ninguna cárcel del mundo podrá amordazar jamás.

Ayer os decía que, aun gustándome mucho este listado del AFI, había algunos puntos que no terminaban de convencerme. En concreto, me parece que el filme "Carros de fuego" está en un lugar demasiado bajo (nº 100, el último lugar), cuando es una historia que rezuma inspiración y espíritu altruista. A la vez, otra cinta más efímera (como "Philadelphia") está claramente aupada para apoyar una causa concreta: el lobby homosexual.

Por otra parte, se echa en falta en ese listado una grandísima película como "Un hombre para la eternidad" (1966), ganadora de 6 Óscars y de otros muchos galardones. En ella se percibe la grandeza de un hombre que es capaz de renunciar a los cargos más altos antes que quebrantar sus principios; por eso se opone a las veleidosas pretensiones de Enrique VIII. Curiosamente, Tomás Moro se nos aparece como el mejor amigo del monarca: el único que le muestra lealtad, sinceridad y aprecio. Pero, enfrentado a su conciencia, sabe que Dios está por encima de toda doblez o subterfugio, y prefiere el silencio –jamás la crítica ni la abierta oposición- antes que conservar la propia honra o aun la vida. En este drama profundamente cristiano (tal vez por eso esté ausente en esa lista) se ventilan temas de gran calado y sorprendente actualidad: un laicismo que pretende someter a la Iglesia, el dilema moralidad versus legalidad, el seguir la voz de la propia conciencia en vez de la que marca “el espíritu de los tiempos”.

Cuando pienso en esa película, siempre me acuerdo de aquellas palabras del productor David Puttnam, uno de los cineastas europeos más reconocidos en Hollywood:

Recuerdo haber visto 'Un hombre para la eternidad' cientos de veces, no por sus cualidades fílmicas, que las tiene, sino por el efecto que producía en mí: el hecho de permitirme esa enorme presunción de salir del cine pensando: ‘Sí, yo también hubiera dejado que me cortaran la cabeza para salvaguardar un principio’. Sabía de sobra que no era así, y probablemente nunca encontraría a nadie que lo hiciera, pero el cine me permitió ese sentimiento; me permitió que, por un momento, sintiera que todo lo decente que había en mí se había puesto en pie”.

lunes, 22 de febrero de 2010

Las 100 películas más inspiradoras de la historia

Desde 1998 el American Film Institut viene publicando listados con “las 100 mejores películas” en diversas categorías. De todas esas listas, la que a mí más me gusta es la que recoge “las 100 películas más inspiradoras de todos los tiempos”.

Previamente a su publicación, el AFI elaboró un elenco de 300 películas que el 16 de noviembre de 2005 entregó a un jurado de 1.500 críticos y artistas cinematográficos. En un programa especial de la CBS, emitido el 14 de junio de 2006, el AFI dio a conocer el listado definitivo, que desde entonces puede verse en su página “100 Years… 100 Cheers”. Un acceso directo puede consultarse también en Myfavoritezines.

Todo listado es discutible. Desde mi punto de vista, algunas que están muy abajo deberían estar más arriba y al revés. Y algunas que no están deberían estar y viceversa. Pero, en general, debo decir que coincido bastante con este listado. En el próximo artículo haré algunos comentarios a este elenco.

En todo caso, y como las traducciones de los títulos no siempre han respetado el sentido original (no pocas veces resulta absolutamente diverso), ofrezco a continuación el listado con los 60 primeros títulos en español. De los primeros quince ofrezco un enlace a una reseña crítica:

1. Qué bello es vivir (1946)
2. Matar a un ruiseñor (1962)
3. La lista de Schindler (1993)
4. Rocky (1976)
5. Caballero sin espada (1939)

6. E.T. (1982)
7. Las uvas de la ira (1939)
8. El relevo (1979)
9. De ilusión también se vive (1947)
10. Salvar al soldado Ryan (1998)

11. Los mejores años de nuestras vidas (1946)
12. Apollo 13 (1995)
13. Hoosiers: más que ídolos (1986)
14. El puente sobre el río Kwai (1957)
15. El milagro de Ana Sullivan (1962)

16. Norma Rae (1978)
17. Alguien voló sobre el nido del cuco (1975)
18. El diario de Ana Frank (1959
19. Elegidos para la gloria (1983)
20. Philadelphia (1993)

21. En el calor de la noche (1967)
22. El orgullo de los Yankees (1942)
23. Cadena perpetua (1994)
24. Doble triunfo (1978)
25. Fuego de juventud (1944)

26. Los viajes de Sullivan (1941)
27. El mago de Oz (1939)
28. Solo ante el peligro (1952)
29. Campos de sueños (1989)
30. Gandhi (1982)

31. Lawrence de Arabia (1962)
32. Tiempos de gloria (1989)
33. Casablanca (1942)
34. Luces de la ciudad (1931)
35. Todos los hombres del presidente (1976)

36. Adivina quién viene a cenar (1967)
37. La ley del silencio (1954)
38. Forrest Gump (1994)
39. Pinocho (1940)
40. La guerra de las galaxias (1977)

41. La señora Miniver (1942)
42. Sonrisas y lágrimas (1965)
43. Doce hombres sin piedad (1957)
44. Lo que el viento se llevó (1939)
45. Espartaco (1960)

46. En el estanque dorado (1981
47. Los lirios del valle (1963)
48. 2001: Una odisea en el espacio (1968)
49. La reina de África (1951)
50. Juan Nadie (1941)

51. Seabiscuit (2003)
52. El color púrpura (1985)
53. El club de los poetas muertos (1989)
54. Shane (1993)
55. Fugitivos (1958)

56. Ben-Hur (1959)
57. El sargento York (1941)
58. Encuentros en la Tercera Fase (1977)
59. Bailando con lobos (1990)
60. Los gritos del silencio (1984)

Y ahora, una pregunta: ¿qué tres de ellas -o cuatro- os parecen las "más inspiradoras de la historia"? Espero vuestra opinión.

sábado, 20 de febrero de 2010

Crítica de "Jesucristo en el cine" por J. L. Panero

En el post anterior os comentaba de pasada que la revista "Ciudad Nueva" ha publicado en el número de febrero de 2010 una elogiosa reseña de "Jesucristo en el cine". Ha sido obra de José Luis Panero, crítico de cine y autor del blog "Palomitas de maíz", del que os he hablado anteriormente. Aquí os adjunto el pdf de su reseña mensual: comentarios sobre películas y libros recientes. En la segunda página de ese artículo dice cosas de mi libro que -por paradójico que resulte- me han ayudado a entenderlo mejor:

"Podría haber sido un ejemplo más de los que se acercan a interpretar la vida de Cristo, pero no es una guía de películas punteras, clásicas o del momento, ni un compendio que se limite a hundir el bisturí en lo que dicen las imágenes sobre la figura de Dios. El autor va más allá.

En primer lugar interpela al lector y le pregunta por el sentido e influencia del cine en su vida. De esta manera expone con acierto la necesidad de Cristo en nuestras vidas. En segundo lugar, propone un repaso rico y exquisito sobre la idea que se tiene de Cristo, desde las primeras imágenes en cine mudo, y cómo a medida que pasan los años, cineastas, escritores y educadores han tenido que reciclarse para “cambiar el chip” en lo esencial, porque el mensaje cristiano es siempre el mismo".

También me ha sorprendido su finura en detalles como éste:

"(El libro) despliega un mosaico de todo lo que da de sí en el cine la imagen del Creador. Su grandeza reside en el carácter con que ha afrontado la publicación, pues antes de meterse en el ajo analiza las causas que han llevado a cada realizador a culminar su obra".

Y también éste:

"Por si estas virtudes fueran pocas, me han encantado los pies de foto, pues no se quedan en el consabido lema de aprendiz de periodista: usar el gerundio, por ejemplo, “niños bailando”. Méndiz da más información con las ilustraciones, por cierto muy bien seleccionadas".

¡Pues muchas gracias! Que disfrutéis de su artículo.

viernes, 19 de febrero de 2010

¿De verdad no interesa hablar de Jesucristo?

 Sigo sin salir de mi asombro. Hace días comentaba en otro post mi sorpresa al ver reproducidos algunos artículos de este blog en diversas páginas de Internet. “¿Pero a quién le importa Jesucristo -me preguntaba yo- si muchos dicen que ya no está de modo hablar de Él?”. “Y menos aún -seguía pensando- en un medio que se supone tan poco atento a las cuestiones de la Fe como es el cine”.

Pues ya se ve que no es así. Además de aquellas reproducciones, algunos artículos se tradujeron al inglés y viajaron a otros continentes. “¡Toma ya, Kas-Manzana!”, que se decía en mi tiempo.

Pues ahora vuelve a pasar de nuevo con otro artículo. El post que escribí sobre “La figura del sacerdote en el cine” fue reproducido en el blog Moral y luces, y en la web de Almudi.org. Poco después, el portal Camineo.info lo reproducía también, y casi al mismo tiempo, el boletín Análisis y Actualidad. Recientemente, he sabido que lo ha publicado el famoso portal mexicano “Yo influyo”, que llega a decenas de miles de hogares y se distribuye también como Boletín.

Esto, al margen de que un libro titulado precisamente “Jesucristo en el cine” sigue despertando el interés de los críticos. Mi buen amigo José Luis Panero volvía a reseñarlo en el número de febrero de Ciudad Nueva.

¡Y luego dicen que Jesucristo no interesa a la gente! Pues anda que si interesara…

miércoles, 17 de febrero de 2010

La conversión de Alex Guinness, de la mano del "Padre Brown"

Hoy, Miércoles de Ceniza, me parece un día muy apropiado para recordar la conversión al catolicismo de Alec Guinness, uno de los mejores actores del siglo XX. Este relato, contado por él mismo en sus memorias, puede llenarnos de optimismo a la hora de afrontar esa conversión personal que nos pide la Cuaresma.

Nacido en Londres en 1914, el joven actor destacó pronto por su capacidad para retratar una amplia gama de personajes. Su interpretación de 'Hamlet' en el escenario londinense (1938) dejó una huella histórica, y cuando dio el salto al celuloide, su éxito fue aún mayor. ¿Quién puede olvidar su retrato magistral de 'Fagin' en la películla Oliver Twist (1948), o el humor sutil en la comedia Ocho sentencias de muerte(1949), en la que interpretaba... ¡ocho papeles!?

Años más tarde, ganó el Oscar al mejor actor por su actuación como el coronel Nicholson en El puente sobre el río Kwai (1957). Aunque, para las modernas generaciones, su imagen está ligada al personaje de Obi Wan Kenobi, en La guerra de las galaxias (1977).

En 1959 fue nombrado caballero por la reina Isabel de Inglaterra. Y, sin embargo, en su autobiografía, señaló que su conversión a la Iglesia Católica había sido algo mucho más importante que su carrera como actor. Aquello comenzó, según recuerda, gracias a la interpretación del personaje del Padre Brown, de Chesterton, cuando se rodó la versión cinematográfica.

“Todo empezó cuando rodamos la película sobre el Padre Brown (1954), dirigida por mi buen amigo Robert Hamer. Estábamos en los exteriores de Borgoña cuando tuve una pequeña experiencia de cuyo recuerdo siempre he disfrutado.

Hacia el anochecer me encontraba aburrido y sin saber qué hacer. Vestido con mi negra sotana, subí por el serpenteante y polvoriento camino hacia el pueblecito. En la plaza, los niños chillaban en medio de infantiles batallas, con palos por espadas y tapas de cubo de basura por escudos.

En un café Peter Finch, Bernard Lee y Robert Hamer disfrutaban del primer Pernod de la velada. Al saber que no me necesitarían hasta cuatro horas más tarde, me volví a mi hotel. Para entonces ya era de noche.

No había caminado mucho cuando escuché unos pasos apresurados y una voz aguda que me llamada «Mon Pere!» [¡Señor Cura!]. Un chico de siete u ocho años me tomó de la mano y la apretó fuertemente, balanceándola mientras mantenía un parloteo incesante.

No me atreví a hablar por miedo a que mi horroroso francés le pudiera asustar. Aunque yo era un absoluto desconocido, el chico me tomó por un cura y, consecuentemente, por alguien digno de la mayor confianza.

De repente con un «Bonsoir, mon Pere!» [«Buenas noches, Padre»] y una deslavazada reverencia, despareció por el agujero de un seto. El chico había disfrutado de un alegre y tranquilizador paseo a casa, y a mí me dejó con un extraño sentimiento de euforia. Mientras seguía caminando, se me antojaba que una Iglesia que podía inspirar tal confianza en un niño, haciendo de sus sacerdotes -incluso cuando eran unos desconocidos- tan sencillamente accesibles, no podía ser una institución tan intrigante y aterradora como solía ser descrita. Aquel día empecé a sacudirme de encima mis anquilosados prejuicios, tan largamente aprendidos”.

A los pocos días de este incidente, un hijo de Alec Guinness, Mateo, que tenía 11 años, quedó paralítico a causa de la poliomelitis. El pronóstico era incierto. Movido por un impulso interior, cada noche, al terminar el rodaje, Guinness comenzó a frecuentar una pequeña iglesia católica en su camino a casa. Pedía intensamente a Dios la curación de su hijo, y prometió que no se interpondría en su camino si el niño, que había sido matriculado en el colegio de los jesuitas, deseaba hacerse católico.

Felizmente, Mateo se recuperó. Y un año más tarde, anunció que deseaba convertirse al catolicismo. Alec recordó su promesa a Dios, y accedió a la conversión.
Pero Dios quería hacerle un regalo aún mayor. Movido por la fe de su hijo, Alec Guinness comenzó a estudiar el catolicismo. Tuvo largas conversaciones con un sacerdote católico y, finalmente, se decidió a hacer un curso de retiro en una abadía trapense. Aquello le dio fuerzas, pero aún no había llegado su momento.

A principios de 1956 -y animado por la actriz Grace Kelly, que era católica-, asistió varios domingos a la Santa Misa mientras rodaba una película en Los Angeles. La doctrina de las indulgencias le frenó aún por unos meses, pero finalmente dio el paso. Fue recibido en la Iglesia Católica por el obispo de Portsmouth en el verano de 1956. Como señaló poco después: “No ha sido algo precipitado ni tampoco un impulso emotivo: ha sido una decisión que me ha costado la vida entera”.

Seis meses después, mientras rodaba en Sri Lanka El puente sobre el río Kwai (octubre 1956 - abril 1957), su esposa le llamó al set para comunicarle que también ella había tomado la decisión de convertirse. Fue una sorpresa que Alec festejó con todo el equipo de producción. Y, como sucede a veces a los conversos, en aquellos días se sintió movido por un fuerte impulso evangelizador. (Fue justamente el filme por el que recibió el Óscar).

También surgió en él una profunda Fe. En sus memorias recuerda cómo un día, mientras estaba en Sri Lanka, dedicó la jornada que tenía para su descanso en caminar hasta una ermita muy lejana y así poder rezar ante el Santísimo Sacramento.

Sir Alec Guinness, murió el año 2000 a la edad de 84 años. Gracias al padre Brown de Chesterton, que lo llevó “de la mano” (en el encuentro con un niño) hasta las puertas de la Iglesia, murió alegre y feliz en el seno de la Iglesia católica.
En sus memorias escribió: “Si de algo debo lamentarme es de no haber tomado antes la decisión de convertirse al catolicismo”.

lunes, 15 de febrero de 2010

Conferencias sobre “Jesucristo en el cine” en Ciudad Real, León y Granada

 ¡Vaya semanita me espera! El miércoles de esta semana inicio un periplo de conferencias por toda la península. (Bueno, en realidad exagero un poco: viajo sólo a dos ciudades de Castilla y una de Andalucía).
Por si alguno vivís en esas ciudades, y no tenéis mucho pavor a sufrirme durante 45 minutos, os dejo las fechas y lugares de esas conferencias:
- Miércoles, 17.II (20.00 h.): Ciudad Real.- Salón de Actos de Unicaja (C/ Bernardo Mulleras, 3). Organiza: Asociación Cultural Tercer Mileno. (Ver arriba el cartel)

- Jueves, 18.II (20.00 h): León.- Salón de Actos de la Obra Social de Caja España (C/ Santa Nonia, 4). Organiza: Asociación Juan Pablo II (Ver fotografía adjunta)
- Sábado, 20.II (11.30 h): Granada.- Salón de Actos del C. M. Albayzín (C/ Fuentenueva, s/n). Dentro de las "Jornadas sobre el Estudio Científico de la Sábana Santa de Turín". Organiza: Delegación del Centro Español de Sindonología de Andalucía (CESAN). Aquí tienes la noticia del Curso dada por la Universidad de Granada y aquí el Programa de actos.

En los tres sitios quiero plantear estas tres cuestiones:
a) La influencia social del cine. El cine ha actuado siempre, desde sus orígenes, como un modelo conformador de actitudes y estilos de vida, como un espejo en el que todos nos miramos para decidir nuestros modelos y pautas de comportamiento.
b) Qué imagen de Jesús han creado las películas. Porque la imagen fílmica, como sabemos, no es nunca inocente ni aséptica; es imagen que puede arrastrar, conmover y persuadir. Y eso, tratándose del Redentor, es cuestión de la máxima trascendencia.

c) Lo específico de los filmes sobre Jesús. Las películas sobre Jesucristo no son “una más” para el director que las hace. Son siempre una apuesta personal, un proyecto en el que le va la vida: el filme manifiesta sus creencias más profundas o sus dudas acerca de Dios y la salvación del hombre (casi siempre, lo primero). En todo caso, suele ser un filme que le compromete y en el que claramente refleja su pensamiento.
Si queréis sugerirme alguna idea, todavía estáis a tiempo. Os lo agradeceré muchísimo.

viernes, 12 de febrero de 2010

El diablo como personaje cinematográfico (2)

En el artículo anterior nos quedamos en los filmes de los sesenta. Era un buen punto de inflexión, pues en la década siguiente apenas hay rastro del diablo en las películas. Esta ausencia es más explicable en los musicales Jesucristo Superstar y Godspell, ambas de 1973, puesto que su intención de “redescubrir” a Cristo (reinventarlo desde un prisma meramente humano) diluyen por completo su dimensión divina y redentora: si Él no es Dios, ¿para qué narrar su confrontación con el diablo?

Algo más extraña es la ausencia del demonio en Jesús de Nazaret (1977), película de largo metraje que, además, se proponía reflejar fielmente la divinidad de Cristo. Pero el director entendió que esa escena difícilmente funcionaría en la pantalla. y por eso dijo: “En aquel episodio uno se topa con el misterio puro; y el misterio en sí es irrepresentable”. Es más, Zeffirelli ha contado que filmó la secuencia de modo semejante a como rodó los sueños de José: registrando sólo la voz, sin mostrar la presencia del ser espiritual: “Aquel desierto era impresionante, y la voz que resonaba en aquel espacio resultaba arcana e inquietante, puesto que había dilatado la propia voz de Jesús. El monólogo era áspero y terrible, pero corría el riesgo de inducir a una confusión peligrosa entre Jesús y el demonio, y tras largas deliberaciones decidí suprimirla”.

Las películas más recientes han examinado también las tentaciones de Jesús bajo nuevas formas. La película El hombre que hacía milagros (1999) recreó esa escena en dibujos animados, pasando de una representación bastante detallista en 3D (animación de figuras de barro) a los dibujos clásicos en 2D, que dan a la secuencia un tono más psicológico. Las tentaciones son “visualizadas” desde la imaginación del Señor, donde se supone que tiene lugar la sugestión diabólica: vemos las piedras convertidas en pan crujiente, y los reinos aclamando con vítores a Jesús. Por otro lado, el dibujo animado logra también una transición más suave desde el desierto hasta la parte superior del templo, que aquí podemos contemplar desde uno de los ángulos más elevados.
de animación

La serie televisiva Jesús (1999), de Roger Young, combina -en su particular versión de las tentaciones- varios de los elementos anteriores: las sugestiones son “visualizadas” (como insinuando que se plantean sobre todo en la imaginación), Satanás se nos presenta bajo figura humana, y el color de su indumentaria es el negro. Pero hay dos novedades en esa representación. Primero, la figura del demonio se desdobla: vemos primero a una mujer atractiva, vestida seductoramente de rojo, que plantea la insinuación. Después la mujer se transforma en hombre “razonable” -mitad sofista, mitad político-, que plantea la argumentación (las dos caras de la sugestión diabólica).

Por otra, las tres tentaciones a Jesús (convertir las piedras en pan, arrojarse desde el templo, adorar a Lucifer) se hilvanan -en un diálogo ingenioso, lleno de metáforas- en una sola propuesta: la tentación de la soberbia y del poder. Así, el diablo sugiere convertir las piedras en pan para calmar su hambre, y cuando el Mesías se resiste, le dice que así calmará el hambre de todos los pobres del mundo: “Tú tienes poder para alimentarlos a todos… y convertirte en su líder”. Pero el Señor contesta: “No he venido a solventar los problemas humanos... Mueren de hambre no porque Dios lo quiera, sino porque otros hombres tienen el corazón de piedra” (en alusión a las piedras que se resiste a convertir en pan).

Finalmente, La Pasión de Cristo, de Mel Gibson, ofrece una curiosa y original representación de Satanás,aunque Satanás es interpretado por una actriz, sus características femeninas se reducen al mínimo, y la imagen que transmite es bastante masculina: con el cabello cortado y las cejas afeitadas, con una túnica oscura y pesada, y, sobre todo, con una voz claramente andrógina. Al reflejar sólo las últimas 24 horas la vida de Jesús, la escena de las tentaciones queda fuera de la narración. Pero Gibson, como Stevens, Scorsese y Young antes que él, recoge de forma clara –mucho más que en ningún otro filme- la presencia de Satanás en Getsemaní, haciéndose eco de aquella exclamación de Jesús: “Esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas”.
no exenta de simbolismo. Así,

Aunque la cita es de Lucas, la visión del diablo que vemos en toda la película parece inspirada en el cuarto Evangelio, pues San Juan muestra en su relato -con total claridad- que la Pasión es el momento donde culmina el odio de sus adversarios. Así, el hecho de que "ha llegado la hora de las tinieblas" lo vemos representado en la omnipresente figura del demonio, que no deja de acecharle en ningún momento. Le vemos, insidioso, durante la agonía en el Huerto, sugiriendo a Jesús que no podrá soportar esa carga (pero Jesús vence la tentación y, para significarlo, aplasta la cabeza de un áspid, en clara alusión al diálogo de Dios Padre con la serpiente: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya; tú le acecharás el talón y ella te aplastará la cabeza”).

Más tarde, cuando Jesús es flagelado, Satanás parece mofarse de Él haciendo una macabra parodia de la Virgen y el Niño: aquí, la Mujer-Demonio y un horrendo bebé sustituyen a la Madre de Dios y a su divino Hijo. Finalmente, durante el Vía Crucis dos figuras excepcionales destacan sobre la turba que chilla y grita. La Virgen y el demonio avanzan entre la multitud vociferante a un lado y a otro del Mesías. Las dos figuras se miran y son conscientes de la presencia del otro. Nadie más se da cuenta. Y ambas, sin aspavientos, tan solo con la mirada, manifiestan una clara conciencia del trascendental momento que están viviendo.

Aún queda mucho por explotar en la representación del diablo. Pero, ciertamente, la película de Gibson alcanza en esta cinta una altura difícil de superar. Es imposible permanecer indiferente ante estas imágenes, porque la fuerza visual de la narración encierra un fuerte contenido teológico que interpela decididamente nuestra conciencia.

miércoles, 10 de febrero de 2010

El diablo como personaje cinematográfico (1)

 Hace una semana publiqué un artículo con unas palabras que, según diversos testigos, el diablo pronunció acerca de la Virgen durante una sesión de exorcismo. Ahora quiero tratar del diablo mismo como personaje en las películas sobre Jesucristo.

(Dejo al margen su presencia en un género fílmico muy popular -el cine de terror- por tratarse de un asunto alejado de la temática de este blog).

Ciertamente, el demonio es un personaje importante en el drama que vivió Jesús, aunque su presencia en los Evangelios se constata en muy pocas secuencias: además de las expulsiones durante su vida pública, el Maestro tiene dos fuertes careos con el Maligno: uno explícito y directo (las tentaciones en el desierto), y otro implícito y más bien interno: aquel que debemos suponer tras la terrible expresión de Cristo durante el prendimiento: “Esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas” (Lc 22, 53). De ambas -especialmente de la primera- me ocuparé en éste y en el próximo artículo.

Las primeras películas mudas no prestaron atención a la secuencia de las tentaciones. Por una parte, la breve duración de aquellas cintas animaba a centrarse en los milagros, en las grandes predicaciones y en los grandes hechos del Señor. Por otra, la ausencia de sonido hubiera exigido la presencia de constantes rótulos en una escena eminentemente verbal. De ahí que haya sido sistemáticamente olvidada en el cine mudo.

La primera película sobre Jesús que reflejó la presencia del Diablo fue Rey de Reyes (1927), de Cecil B. DeMille. El filme comienza meses después del bautismo de Jesús y las tentaciones en el desierto, pero traslada una de esas tentaciones al momento en que Cristo expulsa a los cambistas del templo. Satanás tiene forma humana, pero la audiencia le reconoce de inmediato por su actitud arisca y su traje rigurosamente negro. Se dirige a Jesús con el ofrecimiento de todos los reinos del mundo si le adora. Jesús lo rechaza. Poco después, le veremos rechazar una oferta parecida de Judas y de la multitud que lo acompaña.

La representación del demonio como un ser humano es la solución más visual -y, por eso mismo, más habitual- que ha encontrado el cine para significar su presencia en el mundo (Aunque no es un hallazgo propiamente fílmico: el teatro venía utilizando este recurso desde antes del Siglo de Oro).

La primera película que se aparta de esta norma fue Rey de Reyes (1961), de Nicholas Ray. Aquí no hay una figura humana: simplemente escuchamos la voz de Satanás y vemos la reacción de Jesús. La voz del diablo, sin embargo, es diferente a la de Jesús. Así pues, mientras la película muestra a Satanás como una figura interna (como una sugestión en la conciencia), su voz sigue implicando un personaje externo, con una voz distinta y reconocible.

Al igual que Cecil B. DeMille, Passolini (El Evangelio según San Mateo, 1964) utiliza también una figura humana vestida de negro en la escena de las tentaciones. Como indica el título del filme, el guión tiene en cuenta sólo los diálogos del primer evangelista, de modo que -como sucede en el texto de Mateo- la secuencia del desierto es aquí breve, como un prólogo a su misión evangelizadora. Por otra parte, Passolini subraya visualmente el rechazo de Jesús a la tentación de conseguir poder y gloria, porque esta actitud casa muy bien con la visión marxista de un "Mesías redentor de los pobres".

Un retrato más interesante y completo de Satanás es el de George Stevens en La historia más grande jamás contada (1965). Aquí Satanás se presenta como un ermitaño glotón que vive en una cueva. Antes de iniciar las tentaciones, mantiene un diálogo amable con Jesús. Y esta estrategia de una inicial “no confrontación”, en contraste con el enfrentamiento directo que suelen escenificar otras películas, aparece ante nuestros ojos como más seductora, a la vez que más cercana a nuestra experiencia de seres tentados. A diferencia también de otros filmes, el ermitaño volverá a aparecer de nuevo durante la pasión: se cruza con Judas, cuando éste ha decidido traicionar al Maestro, y agita a la multitud durante el juicio de Pilatos para que condenen a muerte a Jesús. Esta segunda aparición está en consonancia con la implícita referencia de Lucas a “vuestra hora y el poder de las tinieblas”, y será una idea -la presencia del diablo en la pasión de Cristo- que recogerán los filmes del último decenio; muy especialmente, el de Mel Gibson.

lunes, 8 de febrero de 2010

Las 25 mejores películas románticas

A nadie se le escapa que este domingo, 14 de febrero, es San Valentín. Todo el mundo lo comenta, y en todos los medios de comunicación hay artículos y propuestas para esta fecha. En ese fantástico blog que es "La mirada de Ulises" acaba de publicarse un artículo muy apropiado para ese día: “El amor también es interesante en las historias”.

Ciertamente, no hay que esperar al Patrón de los enamorados para tener un detalle con la mujer o el marido, con la novia o el novio. El amor es algo que hay que regar todos los días, como la flor de El Principito, de Saint-Exupery: un tesoro escondido en el campo (en el trajín de las tareas diarias), que requiere vender todo lo que se posee (entregarse por completo a la otra persona) para poderlo disfrutar de veras.

Sí, el amor no es cosa de un día: hay que alimentarlo cada jornada, y renovarlo cada día. Y evitar la rutina, y decir “te quiero” con la ilusión de la primera vez. Volver a ser novios, aunque se cuenten por decenios los años de matrimonio.

Todo eso es cierto. Pero también lo es que las fechas tienen su significado. Por eso he querido sumarme a esta celebración con una lista de 25 películas románticas que han superado la barrera del tiempo. Este fin de semana es una ocasión espléndida para sorprender a nuestra pareja con un filme que vimos hace años o que vemos ahora por primera vez. El cine siempre ha sido “una fábrica de sueños”; y en ocasiones, una forma de demostrar el cariño.

Que lo disfrutéis. Y, si esposible, decidme cuál de ellas es vuestra preferida. Me encantará conocer vuestra opinión:

1. Casablanca (1942), de Michael Curtiz
2. Vacaciones en Roma (1953), de William Wyler
3. Lo que el viento se llevó (1939), de Victor Fleming
4. Cyrano de Bergerac (1990), de Jean-Paul Rappeneau
5. Ninotchka (1939), de Ernst Lubitch
6. Sonrisas y lágrimas (1965), de Robert Wise
7. Matrimonio de conveniencia (1990), de Peter Weir
8. Cumbres borrascosas (1939), de William Wyler
9. Luces de la ciudad (1931), de Charles Chaplin
10. Rebeca (1940), de Alfred Hitchcock
11. El hombre tranquilo (1952), de John Ford
12. Bodas y prejuicios (2005), de Gurinder Chadha
13. Mejor... imposible (1997), de James L. Brooks
14. Breve encuentro (1945), de David Lean
15. Sabrina (1954), de Billy Wilder
16. West Side Story (1961), de Robert Wise
17. Algo para recordar (1993), de Nora Ephron
18. Mientras dormías (1995), de Jon Turteltaub
19. Ghost (1990), de Jerry Zucker
20. La princesa prometida (1987), de Rob Reiner
21. La Bella y la Bestia (1991), de Gary Trouslade y Kirk Wise
22. Lo que queda del día (1993), de James Ivory
23. Sentido y sensibilidad (1995), de Ang Lee
24. El camino a casa (1999), de Zhang Yimou
25. La vida secreta de las palabras (2005), de Isabel Coixet

viernes, 5 de febrero de 2010

¿Dónde estaba Dios cuando murió mi hermana?

Haití ha supuesto un auténtico volcán de inquietudes religiosas: “¿Dónde estaba Dios?”, se preguntan tantos periodistas que quizás se acuerdan poco de Él en sus crónicas diarias. “¿Dónde estaba Dios?”, nos preguntamos horrorizados los hombres de a pie, que quizás no nos acordamos de Él en los momentos de felicidad.

En el último post reproducía una vez más esa pregunta (que otros plantearon también cuando el 11-S y en el 11-M) a propósito de la película “Tierras de penumbra”. En esa escena, C. S. Lewis la planteaba ante un atento auditorio y procuraba dar una respuesta satisfactoria. En un comentario al pie de ese artículo, José Ramón la formulaba de nuevo, a propósito del fallecimiento de un amigo, y ese testimonio me ha animado a revivir el recuerdo de mi hermana Inés.

Os hablé de ella en un post del 4 de noviembre, con motivo de la publicación de mi libro: un cáncer fulminante se la llevó en menos de un año, a pesar de la quimio, de la radio y de todo nuestro deseo de mantenerla con vida. Se nos fue el 30 de junio, rodeada del cariño de su gran familia: el Opus Dei. Ella me repetía con frecuencia: “La Obra es el mejor sitio para vivir y el mejor sitio para morir”. Cuando iba a verla, me decía siempre: “Alfonso, tienes que terminar ese libro sobre Jesús”. Y fue tanta su ilusión por ver el libro acabado y tanto empeño puso en ayudarme, que a ella está dedicado el volumen, y a ella me encomiendo cada vez que tengo que presentarlo o hablar de él.

En estos días, al ver esa pregunta flotando en los periódicos y los programas de televisión (“¿Dónde estaba Dios?”), yo me lo he planteado también respecto a mi hermana. Y ya sé la respuesta: Dios estaba a su lado, acompañándole en el sufrimiento. Inés sabía esto, por eso ha llevado esta cruz tan dolorosa –fueron once meses de durísima prueba- con una serenidad que a todos nos llenaba de paz. Nos transmitía sosiego, sonrisa… incluso alegría. Nos transmitía esa visión sobrenatural, que le hacía ver a Dios donde los demás veíamos tragedia.

Nosotros hemos visto la tragedia de Haití. Si tuviéramos la visión de Inés y de tantas personas santas, veríamos a Dios en medio del dolor, y quizás no nos preguntaríamos: “¿Dónde estaba Él en ese o en aquel otro momento? ¿Cómo puede Dios sacar algún bien de todo esto?”.

Yo puedo decir que la enfermedad de Inés ha hecho un gran bien a mi familia, porque Dios se ha aproximado a nosotros precisamente con esa enfermedad: algunos parientes volvieron a rezar o se acercaron a la vida religiosa, todos nos hemos sentido más unidos, y yo mismo recé en esos once meses como nunca antes lo había hecho. A mí me ayudó mucho esa agonía que tanto me hizo sufrir.

Ciertamente, lo que nos purifica no es el dolor, sino el modo como llevamos el dolor. Inés lo llevó con alegría, olvidada de sí misma. Como Cristo en la Cruz. A otros, esa cruz le hubiera aplastado o amargado. A ella, la cruz le acercó aún más a Dios, y así nos consiguió muchas gracias desde el Cielo…

“¿Dónde estaba Dios durante su terrible enfermedad?”. Yo lo tengo muy claro: junto a ella, haciéndola feliz y haciéndonos felices en medio del sufrimiento.

miércoles, 3 de febrero de 2010

"¿Dónde estaba Dios?" (El sentido del dolor en "Tierras de penumbra")

Hace dos semanas publiqué el artículo "Dios, Haití y los barberos" partiendo de una pregunta que se había suscitado en los medios de comunicación: "En aquella inmensa tragedia, ¿dónde estaba Dios?".

Es una pregunta que muchos se han hecho en las grandes catástrofes, y también -aunque menos- en las masacres que los hombres hemos provocado directamente: la del 11-S, la del 11-M, etc.

Esta cuestión se plantea también, y más de una vez, en la película "Tierras de penumbra", biografía novelada del escritor británico C. S. Lewis. Hay una razón para ello: este autor quiso dar respuesta a esa pregunta en su libro "El problema del dolor" (1947). A lo largo del filme, se ve a Lewis desarrollar en sus conferencias dos ideas clave en torno al dolor: una, que “el sufrimiento es el cincel que Dios emplea para perfeccionar al hombre”; y dos, que es precisamente el sufrimiento lo que “nos lanza al mundo de los demás”.

Sin embargo, será al sentir en propia carne la punzada del dolor -por la muerte de su adorada esposa, Helen Joy Davidman- cuando comprenda el verdadero alcance de sus pensamientos. Como resultado de esta nueva reflexión, escribirá el más personal de todos sus libros: "Una pena en observación" (1960); en él hallará finalmente la respuesta a la pregunta que siempre se había formulado: "¿Dónde está Dios cuando las personas sufren?".

En esta secuencia del filme, donde nuevamente plantea la pregunta, se hace patente su profunda visión del hombre: del dolor y del amor humanos. Un discurso para disfrutar, meditar y vivir.

lunes, 1 de febrero de 2010

El día en que el Diablo habló sobre la Virgen

En el mes de febrero que hoy comienza celebraremos varias festividades de la Virgen: mañana la Purificación y Presentación del Niño, y el día 11, Nª Sª de Lourdes. Pensaba que era éste un buen momento para reflexionar sobre el papel que María juega diariamente en nuestras vidas, precisamente por su Maternidad y por su Omnipotencia.

Cuando pensamos en la Virgen, tendemos a verla con una cierta distancia. Sí, la vemos como Madre de Dios; y también como una imagen piadosa de nuestro entorno (la Patrona de nuestra ciudad, de nuestra cofradía), a la que veneramos y llevamos en andas el día de su fiesta. Pero luego, en la conducta diaria, no siempre le damos entrada, como Madre nuestra que es.

A veces, ni siquiera cuando lo necesitamos: “Ruega por nosotros… ahora y en la hora de nuestra muerte”. Y Ella es la única que puede salvarnos: de nuestro mal carácter, de nuestra pereza, del afán de figurar, de nuestra tendencia a la bebida o al juego... Muchas veces consigue ese milagro, y casi siempre sin que nadie se lo pida. Así fue en las bodas de Caná. Le bastó decir: “No tienen vino”. Y Jesús obró el milagro, aunque no había llegado su tiempo. Simplemente, porque su Madre -y la Madre de los hombres- así se lo pidió.

Quizás podamos comprender mejor esa Maternal Omnipotencia de la Virgen al leer la declaración que el Diablo hizo sobre Ella hace unos 350 años. Que yo sepa, son las únicas palabras de Satanás referidas a María Santísima que han sido registradas por escrito y avaladas por la autentificación de varios testigos.

Según se recoge en las crónicas, durante la instrucción de la causa de Beatificación de San Francisco de Sales, declaró como testigo una de las religiosas que le conoció en el monasterio de la Visitación de Annecy. Refirió que en una ocasión llevaron ante el obispo de Ginebra (Monseñor Carlos Augusto de Sales, sobrino y sucesor de San Francisco en la sede episcopal) a un hombre joven que, desde hacía cinco años, estaba poseído por el demonio, con el fin de practicarle un exorcismo.

Los interrogatorios al poseso se hicieron junto a los restos mortales de San Francisco. Durante una de las sesiones, el demonio exclamó lleno de furia:«¿Por qué he de salir?». Estaba presente una religiosa de las Madres de la Visitación, que al oírle, asustada quizá por el furor demoníaco de la exclamación, invocó a la Virgen: «¡Santa Madre de Dios, rogad por nosotros!...».

Al oír esas palabras –prosiguió la monja en su declaración– el Demonio gritó más fuerte: «¡María, María! ¡Para mí no hay María! ¡No pronunciéis ese nombre, que me hace estremecer! ¡Si hubiera una María para mí, como la que hay para vosotros, yo no sería lo que soy! Pero para mí no hay María». Sobrecogidos por estas palabras, la mayoría de los presentes rompieron a llorar. El Demonio continuó: «¡Si yo tuviese un instante de los muchos que vosotros perdéis…! ¡Un solo instante y una María, y yo no sería un demonio!»”.

(Tomado de: Federico Suárez, “La pasión de Nuestro Señor Jesucristo”, Madrid, Rialp, 7ª ed., pág. 217-218).