Hace dos semanas publiqué el artículo "Dios, Haití y los barberos" partiendo de una pregunta que se había suscitado en los medios de comunicación: "En aquella inmensa tragedia, ¿dónde estaba Dios?".
Es una pregunta que muchos se han hecho en las grandes catástrofes, y también -aunque menos- en las masacres que los hombres hemos provocado directamente: la del 11-S, la del 11-M, etc.
Esta cuestión se plantea también, y más de una vez, en la película "Tierras de penumbra", biografía novelada del escritor británico C. S. Lewis. Hay una razón para ello: este autor quiso dar respuesta a esa pregunta en su libro "El problema del dolor" (1947). A lo largo del filme, se ve a Lewis desarrollar en sus conferencias dos ideas clave en torno al dolor: una, que “el sufrimiento es el cincel que Dios emplea para perfeccionar al hombre”; y dos, que es precisamente el sufrimiento lo que “nos lanza al mundo de los demás”.
Sin embargo, será al sentir en propia carne la punzada del dolor -por la muerte de su adorada esposa, Helen Joy Davidman- cuando comprenda el verdadero alcance de sus pensamientos. Como resultado de esta nueva reflexión, escribirá el más personal de todos sus libros: "Una pena en observación" (1960); en él hallará finalmente la respuesta a la pregunta que siempre se había formulado: "¿Dónde está Dios cuando las personas sufren?".
En esta secuencia del filme, donde nuevamente plantea la pregunta, se hace patente su profunda visión del hombre: del dolor y del amor humanos. Un discurso para disfrutar, meditar y vivir.
miércoles, 3 de febrero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Felicidades por esta entrada. Las preguntas exigen respuestas. Las preguntas hacen pensar, que es lo propio del ser humano. Estas respuestas sobre el porqué Dios permite el dolor, nos descubren el amor que Dios nos tiene. La necesidad más profunda del hombre es amar y sentirse amado. El amor verdadero lleva al sacrificio por la persona amada. ¡Cuanto nos quiere Dios! Su amor es infinito, se hace hombre y muere de una manera horrible por cada uno de nosotros.
ResponderEliminarSobre este magnífico blog, sugiero que se incluya la posibilidad de suscribirse por email, para recibir las nuevas entradas
Comparto esta visión y creo que realmente es así la Voluntad de nuestro PADRE DIOS. También, nuestros padres de la tierra nos exigen esfuerzos, trabajos, sacrificios, privaciones, ayunos, e incluso dolor y sufrimientos para que alcancemos la madurez y seamos hombres de provecho y útiles a la sociedad.
ResponderEliminarCreo y experimento que tras el dolor alcanzamos, como dice el protagonista de la película, la perfección y el desapego de morir a nosotros mismos y dar los frutos que llevamos dentro y que son productos del amor que deseamos buscar y dar.
El mayor deseo del hombre es amar, y es sólo cuando realmente amamos (dándonos y entregándonos) cuando encontramos la razón y el sentido de nuestra vida, y el gozo y la felicidad que buscamos, aún sin saberlo.
Estupenda entrada, como siempre, estás haciendo una labor estupenda Alfonso, sigue así.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu noticia Alfonso,
ResponderEliminarVi esta película hace unos 4 meses cuando nos la presentó en el seminario Eduardo Torres Dulce, el crítico de cine y fiscal (en ese orden). Me pareció una estupenda película con momentos sublimes... nunca olvidaré la secuencia de Lewis con su hijastro en la buhardilla, con el armario de fondo en la que ambos dos se echan a llorar ante la muerte de ella.
Estos reyes pedí de regalo el libro de "Una pena en observación" y lo tengo en la lista de lectura. Ahora estoy leyendo tu libro de "Jesucristo en el cine".
Y respecto a este tema del dolor y la reacción ante la muerte de alguien querido, quisiera aportar mi granito de arena.
Ayer me llamó un compañero del colegio donde estudié para decirme que mi profesor de valenciano, durante una clase en 1º de bachillerato, había muerto de un infarto fulminante. Me imagino el shock que ha debido suponer esto para los alumnos que vieron como en cuestión de segundos se le iba la vida al que fue mi profesor de valenciano hace ya más de una década.
Yo me imagino que algo así es una provocación para el hombre, una provocación para enfrentarse a preguntas que jamás antes nos hemos hecho: ¿qué sentido tiene mi vida? ¿la muerte tiene la última palabra?...
Y sin embargo me asombro ante la verdad: la gente parece anestesiada, no reacciona, no se plantea ninguna de estas preguntas.
Juan Manuel de Prada, en una visita al seminario que nos hizo hace poco nos decía que había que tener mucho cuidado con argumentar en contra del aborto el tremendo trauma que suponía para la mujer, porque cada vez es más frecuente que mujeres que han abortado ni tengan traumas ni les suponga ningún problema volver a abortar.
Conciencias totalmente anestesiadas... sea ante el sufrimiento o ante lo que se les ponga delante.
Siento haberme extendido tanto.
Un abrazo,
JRRM
José Ramón, estoy seguro de que ese libro (Una pena en observación) te abrirá nuevos horizontes. Espero que mi libro te aporte también una pequeña luz.
ResponderEliminarGracias por tu testimonio con respecto al profesor fallecido: me ha animado a contar el de mi hermana. Le dedicaré el post de mañana.
Gracias a José Miguel, Salvador e Inma por vuestras aportaciones y vuestro apoyo. no lo dudéis: Este blog es una labor que nos involucra y nos compormetre a todos.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Con respeto y conoimiento digo que la Iglesia considera que la enfermedad es un mal (ver textos Vaticano)y eso de entrada. No es responsable decir que el sufrimieno enseña. Si uno es maduro (mi caso)comprueba que hay un límite para todo en la vida, aún para el sufrimiento y que si pasa, este degrada y nada más. Da náuseas, simplemente. Hablar del cincel de Dios es simplemente demostrar que no se ha sufrido, porque el verdadero sufrimiento enloquece y punto. Es como darse a uno mismo una palmadita en la espalda pensar que "ha sido la oluntad de Dios" ¿ Dios acaso se corpoizó y lo dijo ? No, es una presunción nuestra. Que lo petmitió es seguro...pero ¿ porqué ? Allí comienza la búsqueda, y no es nada fácil dar una espuesta. El principal problema del hombre y mas aún del creyente celoso y con Fe, es justamente no saber que hacer ni pensar en el 99% de las veces (hablo de situaciones duras).
ResponderEliminarUn saludo en el Señor
Guido Stella
Estimado Guido;
ResponderEliminarEl sufrimiento no degrada: nos enfrenta a nuestra esencia más básica y nos hace llegar a desarrollar fortalezas o virtudes que ni siquiera habríamos nunca imaginado. Si lo canalizamos de forma constructiva, claro.
Ese es el quid. Si la vida fuese siempre una balsa de aceite no seríamos conscientes de eso al desconocer el dolor. El dolor es tan necesario en la vida como lo es el placer.
En cuanto a que los caminos del Señor son inescrutables, ya se sabe.
Desde una óptica no creyente, todas las filosofías orientales enseñan a aceptar el dolor y el sufrimiento como elementos que "pulen" a la persona, no de forma gratuita, no creo que Dios desee que suframos porque sí. La mayoría de las veces somos nosotros mismos en nuestra errónea relación con los demás y con nuestro interior los que generamos ese sufrimiento y dolor. En los casos de desastres naturales y/o muertes prematuras, es ahí donde debe actuar la Fe.
Cuando todo nos va bien, a veces ni nos planteamos que ese estado de cosas también es transitorio y se nos olvida agradecer a la vida lo bueno que tenemos, como se dice en inglés "to take for granted" (dar por sentadas las cosas buenas).
Cuando pasó lo de Haití yo misma pensé: "Qué suerte que tengo por tener un techo, comida, agua caliente, unos padres que me quieren y estar respirando en este mismo momento...".
Hasta que no te pasa algo grave (yo soy joven pero también he sufrido lo mío) no valoras un simple atardecer, una comida de tu madre o una simple llamada de un amigo. Y termino con una frase con la que abre el estupendo psiquiatra Luis Rojas Marcos su libro "Nuestra incierta vida normal", que dice así: "Dedico este libro a los hombres y mujeres que descubren que, como las mejores fotografías, los rasgos más valiosos del carácter se revelan en la oscuridad".
Un abrazo.
Inma dijo” El sufrimiento no degrada: nos enfrenta a nuestra esencia más básica y nos hace llegar a desarrollar fortalezas o virtudes que ni siquiera habríamos nunca imaginado. Si lo canalizamos de forma constructiva, claro.”
ResponderEliminarInma, ¿ sos hombre o mujer ? Simple curiosidad, claro.
Respecto de tu amable acotación, me remito a lo que dije anteriormente. Tenés razón, pero hay sufrimientos que son tan grandes y graves que no son ni canalizables y dependemos del Señor, de su misericordia, o tal vez en algunos casos del azar, para no morir o degradarnos. Es verdad que uno puede crecer o hacerse fuerte con algunos golpes, pero a condición que no lleguen tan lejos ni duren tanto. O sea, como siempre digo, uno de nuestros principales problemas como hombres es que TODO ES : A VECES.
No creas en los cambios, en el “dale tiempo” o que el paso de los años y los golpes van modelando a las personas. No, el ser humano no cambia, salvo rarísimas excepciones, dicen, porque yo jamás vi cambio alguno en nadie, aún luego de los horrores mas espantosos. Para mi, lo que te enseña el dolor es superfluo.
Un saludo desde Buenos Aires
Guido Stella
Guido dijo: "No creas en los cambios, en el “dale tiempo” o que el paso de los años y los golpes van modelando a las personas. No, el ser humano no cambia, salvo rarísimas excepciones, dicen, porque yo jamás vi cambio alguno en nadie, aún luego de los horrores mas espantosos. Para mi, lo que te enseña el dolor es superfluo".
ResponderEliminarAnte la desesperanza y la desilusión, siempre la Fe en Dios. Nunca falla, es lo único infalible.
Cuento sobre la Esperanza:
"El único superviviente de un naufragio llegó a una isla deshabitada.
Pidió fervientemente ser rescatado y cada día divisaba el horizonte en busca de una ayuda que no llegaba. Cansado optó por construirse una cabaña de madera para protegerse de los elementos y guardar sus pocas pertenencias.
Entonces un día, tras merodear por la isla, en busca de alimento regresó a la cabaña para encontrarla envuelta en llamas con una gran columna de humo levantándose hacia el cielo. Lo peor había ocurrido; lo había perdido todo y se encontraba en un estado de desesperación y rabia.
-¡Oh, cómo puede pasarme esto? -se lamentaba. He perdido todo. ¿Que me queda en la vida?
Sin embargo al amanecer del día siguiente se despertó con el sonido de un barco que se acercaba a la isla. Habían venido a salvarlo.
-¿Cómo supieron que estaba aquí?, -preguntó el cansado hombre a sus salvadores.
-Vimos su señal de humo -contestaron ellos.
Es muy fácil descorazonarse y perder la fe cuando las cosas marchan mal. Recuerda que cuando tu cabaña se vuelva humo, puede ser la señal de que la ayuda está en camino".
Estimado “Anónimo” estoy de acuerdo con la esperanza depositada en el Señor, pero el tema es otro; te recuerdo : “el sentido del dolor”. He comprobado siempre cuanta verborragia rodea al tema, en gentes religiosas o laicas. Hablar es fácil, sobre todo por aquello de “puñalada en barriga ajena no duele”. Y también aprendí que en la mayoría de los casos, quienes mas piden aceptación del dolor , “comprensión” y el “aprovechar las lecciones del infortunio “son…los que menos sienten. El porcentaje de personas con el corazón de piedra es apabullante, y el no darse cuenta de este detalle es la falla más extendida entre los seres humanos comunes y normales, ya que la reacción psicológica (casi un reflejo, según psicólogos y psiquiatras) es siempre deducir que el otro es como uno. Por eso yo presto una atención mayor cuando escucho hablar de “resignación” o “coraje” o “las lecciones del dolor” ¿ Quien me lo está diciendo ?
ResponderEliminarGuido
Estimado Guido, te recomiendo el siguiente enlace:
ResponderEliminarhttp://www.es.josemariaescriva.info/articulo/el-sentido-del-dolor
Tienes razón en mucho de lo que dices, pero siempre viene bien leer cosas así.
Para algunos la vida siempre acaba siendo una carrera. Una especie de competición para ver quien llega más lejos, más alto, a lo más grande. Unos acumulan títulos, otros dinero, otros honores y algunos, tan solo frustraciones, prejuicios, desilusión. Pero realmente nada de eso nos hace como somos. Lo que realmente importa en la carrera de la vida es nuestra actitud. Eso será decisivo para casi todo: para el trabajo, para el amor, para el bienestar, para la familia, para el Ser. De ahí que aquellos que se afanan en competir acaban su vida acumulando hambruna material sin pararse a pensar en lo hermoso que hubiera sido todo con tan solo un pequeño cambio de actitud. Y la actitud, la correcta actitud, siempre está en las pequeñas cosas, en los pequeños gestos diarios. Un saludo, una llamada, una carta, un abrazo, un guiño, una oportuna sonrisa... La avaricia de no pararnos a derrochar ese tipo de generosidad nos alejará de cualquier fundamento vital. Sé práctico, potencia tu humanidad.
ResponderEliminarEstimado “Anónimo” gracias por la recomendación. De todas formas ya conocía lo expuesto por Escrivá. .Tuve relaciones con personas del “Opus” en Argentina. Considero oportuno y pertinente decir que mis inclinaciones religiosas se relacionan con monseñor Lefebvre. Escrivá sin duda fue un hombre de acción, un “político” pero a mi su modo de exponer me deja frío. Va en “gustos” claro está, y aquí en mi patria, se le suma el hecho que muchos le endilgan responsabilidad en la factura del Concilio Vaticano II y otros dicen lo contrario. Como fuera, su ortodoxia es cabal y sin duda ha llevado mucho agua al molino de nuestra querida Mater et Magister. Gracias por la nota de todos modos.
ResponderEliminarGuido
No conozco a dicho monseñor. Tampoco soy del Opus Dei, pero me gusta la figura de Escrivá. Y del resto de lo que dices apenas entiendo nada ya que yo me quedo con el fondo de las cosas, las formas apenas las miro.
ResponderEliminarSupongo que necesito unas buenas clases de Teología, ya que a mí tanto latinajo y clasificación me hacen perder la esencia de la Fe. Por cierto, nadie es quien para juzgar el sufrimiento ajeno, lo comento por la desafortunada primera frase que escribiste, con obvio ánimo de provocar: "Hablar del cincel de Dios es simplemente demostrar que no se ha sufrido...". ¿Tú quién eres para juzgar si otra persona ha sufrido? Cada cual que lleve su cruz lo mejor posible y no se crea el más sufridor del mundo, que a todo hay quien gane. Yo no "saludo en el Señor", digo ¡Con Dios!, sencillamente.