miércoles, 30 de septiembre de 2009

Los filmes sobre Jesús siempre "marcan"

Al estudiar las películas sobre la vida de Jesús, hay una característica que llama poderosamente la atención. Y es que, para todos los que intervienen en ella, la película les “marca” poderosamente. Es lo que podríamos calificar una “experiencia sociológica fuerte”, que se desencadena con cada cinta. No sólo para las audiencias, que han recibido estos filmes de modo muy distinto a los demás, sino también para los creadores. En ambos extremos del fenómeno cinematográfico —el emisor y el receptor, la producción y la recepción de la cinta— la vivencia del filme es de una densidad muy notable. Creo que podemos resumir en tres las notas definitorias de lo que ha supuesto –para quienes la han vivido- la “experiencia” de los filmes sobre la vida de Cristo.

1. Las películas sobre Jesucristo no son “una más” para el director que las hace. Son siempre una apuesta personal, un proyecto en el que le va la vida: el filme manifiesta sus creencias más profundas (Cecil B. De Mille en Rey de Reyes, Franco Zeffirelli en Jesús de Nazaret, Mel Gibson en La Pasión de Cristo) o bien sus dudas acerca de Dios y la salvación del hombre (como Scorsese en La última tentación de Cristo). En todo caso, suele ser un filme que le compromete y en el que claramente refleja su pensamiento.

2. Para el actor que encarna a Jesús, éste es con frecuencia “el papel de su vida”. No necesariamente el más notorio (aunque en muchos casos también lo es), sino el que más define su capacidad interpretativa: Jeffrey Hunter en Rey de Reyes, Max von Sydow en La historia más grande jamás contada, Robert Powell en Jesús de Nazaret o Jim Caviezel en La Pasión de Cristo. En muchos casos es también la interpretación por la que será recordado.

3. No dejan indiferente al público. Los relatos fílmicos sobre Jesús suelen provocar una de estas dos reacciones: o bien remueven los sentimientos cristianos adormecidos, se convierten en elemento catequético de escuelas y parroquias, y reviven periódicamente en cine-fórums y en proyecciones de Semana Santa, o bien escandalizan a los no creyentes, provocan reacciones airadas en sectores laicistas y son criticados al margen de sus valores cinematográficos. Esto pasó con La Pasión de Cristo, pero antes con Jesús de Nazaret y con otras muchas películas. Pero esta reacción en la audiencia —positiva o negativa— no es algo que suceda sólo con los filmes: aconteció ya, hace muchos siglos, con la predicación de Jesús y con los mismos relatos evangélicos, que movieron a la conversión o a la ira, según los casos. En realidad, los filmes no han hecho sino proyectar esa doble reacción sobre nuestra cultura. Para todos, implican una toma de postura.

martes, 29 de septiembre de 2009

Sobre la película “Corpus Christi”

Quizás los lectores de este blog hayan recibido, como yo, un correo electrónico que pretende recoger firmas para que no llegue a producirse una película calificada de blasfema o irreverente, y titulada Corpus Christi. Supuestamente, Corpus Christi es una versión filmada de la controvertida obra de Terrence McNally del mismo nombre que representa a Jesús y a sus discípulos como homosexuales. Una obra –dicho sea de paso- que sólo estuvo en cartel 4 semanas en Londres, a finales de 1999, y que se repone de tanto en tanto en sesiones aisladas por el interés de algunos grupos “alternativos”.

A pesar de las apariencias, esta petición no es más que un engaño. Por el momento, no hay ninguna productora interesada en la adaptación cinematográfica de esa obra de teatro, porque no tiene rentabilidad comercial ninguna. Incluso en el hipotético caso de que el lobby homosexual intentara –cosa poco probable- reunir el presupuesto necesario como para producirla con la esperanza de que un puñado de festivales de “cine gay” pudiera darle bombo y platillo, es aún menos probable que llegara a distribuirse en DVDs y mucho menos todavía en las salas cinematográficas.

Por otra parte, este asunto no es en absoluto novedoso. Hace casi tres años que recibí el primer aviso de que iba a filmarse esa obra, y ya entonces me pareció un modo fraudulento para obtener los e-mails de personas sensibilizadas con la figura de Cristo: te piden que hagas correr la cadena de mensajes para que vayan “rebotándose” las peticiones, cuyos listados van aumentando e incorporando nuevas direcciones que llegan finalmente… al iniciador de la “noticia”.

Para el que quiera documentarse a fondo, le remito a una web especializada en rumores que recoge todos los datos acerca de este imaginario proyecto: http://www.snopes.com/politics/religion/gayjesus.asp.

Añado, para evitar confusiones, que sí existe un DVD en el mercado titulado “Corpus Christi” que es un documental sobre los datos históricos que se conocen sobre la figura de Jesús.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Nuevo proyecto de Jesucristo en el cine

El actor y cantante Eduardo Verástegui, un afamado “latin-lover” que sorprendió a la industria del espectáculo con su repentina conversión al catolicismo, prepara un proyecto cinematográfico sobre la figura de Cristo. La primera película que rodó con su productora Metanoia (“conversión” en griego) fue Bella (2007), un canto a la vida y una toma de postura en contra del aborto, con la que obtuvo un enorme éxito de taquilla en U.S.A., México y España.

La película que piensa acometer tiene ya título: Kingdom Come (Venga tu reino), y será dirigida por Dean Wright. La principal novedad del argumento es que se centra en la relación de Jesús con los apóstoles: en la atención que presta a cada uno de sus seguidores, más que en su predicación a la muchedumbre.

La producción corre a cargo de Barry Osborne, uno de los productores de sagas importantes como El Señor de los Anillos o Matrix. La estrella principal es el propio Verástegui, que además de ser productor asociado, dará vida al personaje de San Pedro. Según el artista, “es la película más grande que se ha hecho en la historia sobre la vida de Jesús y sus Apóstoles”.

Con una inversión de 100 millones de dólares, la película será filmada en Nueva Zelanda, lugar en el cual se están reconstruyendo hace meses los escenarios de los caminos recorridos por Jesús. La distribución a cargo de Paramount Pictures presagia una difusión al más alto nivel. Su estreno ha sido programado para el 2010.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Polémica por textos maquillados: “La historia más grande jamás contada”

Ayer hablaba de que fidelidad (a los textos sagrados) no implica necesariamente una estricta “literalidad”. Adaptar a la pantalla supone re-crear la historia, y eso exige introducir cambios y recortes. Otra cosa es la invención gratuita y sin fundamento, como sucedió en determinados pasajes de La historia más grande jamás contada (1965), de George Stevens.

En el guión de esa cinta fue muy criticada la frecuente refundición de textos escriturísticos o el trasvase de un diálogo concreto a otra escena sin relación alguna. Por la necesidad de comprimir el tiempo, es práctica habitual en las películas del género biográfico fundir diversos pasajes del protagonista en una sola secuencia, pero en el filme de Stevens se abusa tanto de esta licencia narrativa que, tratándose de textos sagrados, motivó no pocas reservas en los espectadores.

Tal vez el caso más llamativo es la conversación de Jesús en Betania, en casa de Marta, María y Lázaro. En boca de Lázaro pone el guionista la pregunta que un escriba hizo a Jesús: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?” (Mt 22, 36).A continuación viene la famosa respuesta del Señor (“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente”) y sigue la exclamación del escriba: “Bien dices, Maestro…”. Solo que aquí ese pasaje aparece en boca de Lázaro, y cambiando el contenido de las palabras de la Escritura: “Bien dices, Maestro, que amar al prójimo —en vez de amar a Dios— vale más que todos los holocaustos y sacrificios”. Es lógico que esa traslación indebida, de una escena a otra, y los cambios introducidos en el discurso, suscitaran la reticencia de los espectadores.

Pero aún hay más. A continuación, la escena enlaza repentinamente con el pasaje evangélico del joven rico, pues en el filme es el mismísimo Lázaro quien dice a Jesús: “Señor, te seguiré a donde quiera que vayas”, y es también él quien escucha la respuesta divina, solo que formulada como pregunta: “¿Renunciarías a todo lo que posees y me seguirías?”. Ante esta inesperada exigencia, contesta Lázaro: “¿¡Quién podría hacer tal cosa!?”. Y el Señor se va de su casa, no sin antes incluir en su postrer diálogo algunos fragmentos de otros pasajes evangélicos: “Donde esté tu riqueza, allá estará tu corazón… No se puede servir a dos señores… Conozco a una viuda que echó dos monedas en el Templo…”.

La mayor parte de estas críticas provenían de protestantes puritanos, pues ellos son mucho más estrictos que otras confesiones cristianas en lo que se refiere a la literalidad de los textos. Algunos puritanos criticaron, además, la libertad con que Stevens dramatizó determinados pasajes. En la película, Judas Iscariote acaba con su vida arrojándose al fuego, pero las Escrituras afirman claramente que Judas se ahorcó (Mt 27,5; Hechos 1, 18). El director, sabiendo que buena parte de la audiencia asociaría el Infierno con las llamas, pensó que éste sería un acertado símbolo visual: Judas se arroja “figuradamente” a las llamas del Infierno. Pero buena parte de la audiencia no lo consideró acertado. De la misma manera, en el diálogo entre Jesús y Pilatos, Stevens añadió unas palabras que no figuran en los Evangelios. Cuando Jesús afirma que es Hijo de Dios, Pilatos responde: “¿De qué dios?, ¿de Marte, de Hércules, de Júpiter?”. Tampoco esto gustó a los puritanos de Estados Unidos, que pidieron mayor respeto a lo que explícitamente señala el texto evangélico.

Evidentemente, ésta no es de las películas menos fieles al espíritu del Evangelio. Es más: considero que es una buena adaptación, e incluso la considero ente las mejores cintas sobre Jesús. Pero sí me parece paradigmática de cómo la libertad creativa, cuando defrauda las expectativas de fidelidad del público, puede provocar fuertes rechazos. Y esto, insisto, a pesar de su buena factura.

La fidelidad, muchas veces, está en los pequeños detalles. Por supuesto, cabe la imaginación en lo que el Evangelio no cuenta, pero es más discutible la adulteración de un texto conocido, cuando implica un evidente cambio del sentido de la Escritura.

jueves, 24 de septiembre de 2009

¿Literalidad o fidelidad a los Evangelios?

Muchas veces me he encontrado con espectadores que salen decepcionados tras la contemplación de un filme sobre Jesucristo. Sus quejas suelen incidir en la falta de fidelidad a los textos sagrados: “¡Se han comido escenas importantes! ¡Y han añadido diálogos que no están en los Evangelios! Pero lo peor es que han juntado dos escenas en una…”.

Antes de responder a esos espectadores desilusionados, conviene tener en cuenta que adaptar la vida de Jesús a la pantalla supone una nueva creación —más bien, una “re-creación” — a partir del texto original. No se puede ser “fiel al texto” en sentido estricto, porque no es en modo alguno una simple “traducción del texto a la imagen” (por bella y usual que esta metáfora resulte).

La conversión del Evangelio original griego a una lengua vernácula sí es una traducción: una traducción “interlingüística”, no exenta de riesgos y de posibles desviaciones del significado, pero una traducción en sentido estricto, y en ella puede evaluarse la fidelidad palabra por palabra. Pero adaptar un relato evangélico al cine, al igual que cuando se adapta una novela o una obra de teatro, exige un proceso de reescritura y conversión de códigos expresivos que transforma el texto original en algo totalmente distinto.

Aquí se opera una traducción “intralingüística” (entre lenguas o códigos distintos), que suele requerir cambios drásticos:

- desde recortes en la historia (la exhibición de los filmes exige una duración limitada a unas dos horas, mientras que cualquier Evangelio se lee en no menos de 6 ó 7) hasta el diseño de una continuidad narrativa (enlazando los pasajes aislados que presentan los textos sagrados);
- desde la supresión de personajes secundarios (para centrar el argumento en sólo 15 ó 20, los que un espectador medio puede recordar) al cambio de foco narrativo (una niña, un apóstol) y así matizar la figura del “narrador omnisciente”, habitual en las Escrituras.

Y todo esto sin tener en cuenta la necesidad de transformar los pensamientos de Jesús y de los personajes en detalles visuales o acciones concretas. Así pues, la deseada fidelidad a los Evangelios nunca puede ser traslación pasaje a pasaje y frase a frase, sino que exige una reinterpretación personal de todo el relato, cuestión que afecta a la película en su conjunto.

Todo esto tiene un presupuesto: que se quiera contar la vida de Jesús y no una historia inventada; pero esto segundo debe advertirse con claridad a la audiencia, no haciendo pasar por retrato de Jesús lo que es pura fantasía.

Con ese presupuesto, cabe desarrollar creativamente lo que los Evangelios no cuentan y recortar o refundir cuando sea necesario. Pero, para que pueda considerarse fiel, el filme debe mantener estos tres principios:

1. Respeto a los textos sagrados, sin manipular los diálogos ni las acciones.
2. Coherencia de lo imaginado con lo que narran los Evangelios.
3. No omitir pasajes esenciales para la comprensión de la vida –o el fragmento de vida- que se desea contar sobre Cristo.


Así, una película de animación y contada desde el punto de vista de una niña –es el caso de El hombre que hacía milagros (1999), del que muestro el cartel- está considerada entre las más fieles al espíritu del Evangelio, no obstante sus profundas transformaciones narrativas. Mañana, en cambio, contaré el caso de otra cinta que, a pesar de su apariencia realista, suscitó cierta polémica por tan solo pequeños cambios en los diálogos.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Influencia del cine en los valores y en las creencias

Para tantos cristianos en todo el mundo que no leen habitualmente la Biblia (y escasamente la escuchan en las celebraciones de los domingos); y para tantos no cristianos -y aun no creyentes- que tienen dificultad para acercarse a los Evangelios, una película sobre Jesús puede decirles más que las publicaciones editoriales y los esfuerzos catequéticos de muchos años. Una vez más, una imagen puede valer más que mil palabras.

En España, un filme como La Pasión de Cristo, que fue visto en los cines por dos millones y medio de espectadores, que luego vendió decenas de miles de copias en vídeo y DVD, que fue copiado ilegalmente en cifras inimaginables para su distribución callejera, que fue también descargado en Internet miles y miles de veces (está considerada como la cinta más pirateada de la historia) y que cada Semana Santa obtiene audiencias millonarias en televisión; sólo esa cinta ha contribuido a difundir los hechos de la pasión del Señor mucho más que todas las historias de Jesús publicadas en el mismo período de tiempo.

Al verla, muchos han comprendido al fin —porque lo han vivido en su imaginación— qué significa esa frase que tantas veces han repetido en el Credo: “fue crucificado, muerto y sepultado”. Y otros que apenas tuvieron instrucción religiosa han conocido a la Verónica, a Claudia Prócula y a otros personajes que ni siquiera mencionan los Evangelios (sabemos de ellos por la Tradición o por los Apócrifos) gracias a este filme que, para mayor desconcierto, ha llegado a las audiencias en dos idiomas muertos: latín y arameo.

martes, 22 de septiembre de 2009

En Internet, la primera gran película sobre Jesús (1907)

Está disponible en Internet The Life and Passion of Jesus Christ, Our Saviour (T. O.: Vie et passion du Christ, 1907), la primera gran película sobre Jesucristo. Fue dirigida en Francia por Ferdinand Zecca y Lucien Nonguet, con fotografía de Segundo de Chomón.

Tuvo una versión anterior en 1905, ampliada después por el éxito de público. El productor Charles Pathé decidió entonces colorear la película a mano, fotograma a fotograma.

Tiene un metraje inusualmente largo para la época (44 minutos), y en los años treinta fue musicalizada por Timothy Howard. Esta copia ha sido cedida por la Lobster Film Colection, preservada por Haghefilm Holland, para su visualización online.

Aquí tienes el enlace directo a la película.

lunes, 21 de septiembre de 2009

El rostro de Jesús en el cine

Sucedió en el rodaje de Jesús de Nazaret. Estaban haciendo pruebas a distintos actores para el papel de Jesucristo, y el plató era un hervidero de gente. Así lo cuenta Franco Zeffirelli en su libro de memorias:

“Mientras esperábamos en silencio para comenzar la filmación, la modista iba dando las últimas puntadas al talit de lana que iba a cubrir la cabeza de Robert Powell. El director de fotografía terminó la iluminación de su rostro para el primer plano y me avisó para que mirara. Al abrir lentamente el objetivo, se fue formando ante mis ojos la imagen viva de Jesús; me impresionaron sus ojos, los mismos ojos que nos han mirado desde la infancia. Llegó entonces la modista, jadeando, y se dirigió con prisa hacia el actor, mientras cortaba con los dientes el hilo que sobraba del velo. Cuando estuvo ante él y lo vio, con aquellas luces y aquel maquillaje, se quedó de piedra: ‘¡Es Jesús!’, y durante algunos segundos no sabía si seguir adelante con su trabajo o arrodillarse”.

Esta anécdota muestra claramente como el cine puede crear una imagen poderosa de Cristo. Una imagen que puede avivar un depósito adormecido de enseñanzas sobre Jesús que se han ido almacenando desde la infancia; todas esas experiencias de búsqueda y de encuentro que, de repente, cobran vida en la pantalla.

Así, lo que es sólo una cara embellecida por la luz y el maquillaje, puede devenir en catarsis personal, porque esa imagen de la infancia ha vuelto a llenarse de vida y de sentido. La imagen fílmica, como todos sabemos, no es inocente ni aséptica; es imagen que puede arrastrar, conmover y persuadir. Para bien o para mal. He ahí el reto que debe afrontar toda película que se acerque a Jesús.

Jesucristo en el cine: panorama histórico de los filmes

Si has leído el primer post, entenderás el trasfondo de este vídeo (2’ 20”) titulado “Jesucristo en la Historia del Cine”. Y aunque no lo hayas leído, te agradará verlo. Incluye una breve entrevista con Claudia Di Giovanni, Delegada de la Filmoteca Vaticana.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Imagen de Jesús, imagen de nuestra cultura


¿Por qué este blog? Porque hacía falta. Que yo sepa, no existe un blog sobre este tema en lengua castellana; y sin embargo, parece ser un asunto que preocupa a bastante gente.

Muchos críticos hablan de la influencia del cine en el arte, en la cultura y en los estilos de vida. Muchos educadores llaman la atención sobre los modelos que los jóvenes aprenden en las películas y cómo éstas modifican también sus valores y pautas de comportamiento. Así que el Cine tiene que ver con nuestra ética y, en el fondo, con nuestras creencias.

Entre los personajes históricos que más veces han sido retratados en las películas, el primer o segundo puesto lo ocupa Jesús de Nazaret: su vida interesa en todas las épocas, en todas las culturas. Y de las doctrinas que han sentado las bases de nuestra ética, la de Cristo es sin duda de las más importantes: para muchos aparece como figura señera y referencial que puede renovar nuestro desorientado mundo contemporáneo. Por eso es interesante analizar qué imagen de Jesucristo ha creado el cine a lo largo de la historia: qué rostro humano y divino han consolidado los diversos filmes sobre su vida y su mensaje.