Hoy es la Fiesta de la Visitación de la Virgen a su prima Santa Isabel. El Evangelio sólo dice que María se dirigió “a la montaña, a una ciudad de Judá” (Lc 1,39), pero una antigua tradición, anterior al siglo VI, localiza ese encuentro en Ain-Karim, a 7 kilómetros al oeste de Jerusalén. Allí pude estar el verano pasado, como veis en las fotografías que siguen, durante una estancia de tres semanas en Tierra Santa.
A la izquierda se me ve con dos amigos (un austríaco y un inglés) delante de la fachada porticada, que tiene encima un inmenso mosaico con la Virgen sobre una burra, en su trayecto hasta Ain-Karim. A la derecha, una escultura a tamaño natural que representa el momento del saludo, con Santa Isabel embarazada de tres meses; está en la explanada que precede a la iglesia y detrás azulejos enlosados con el canto del Magnificat en más de 80 lenguas. Más a la derecha, una vista de la fachada. Y debajo, un mosaico del interior que recuerda la acción del Espíritu Santo en ese encuentro.
El cine se ha ocupado poco de este pasaje. Se recoge en “Living Christ Series” (1951-52), de John T. Coyle, un serial de 12 capítulos de media hora sobre la vida de Jesús, y tan solo en dos ocasiones más: “Jesús de Nazaret” (1977), de Franco Zefirelli; y “La Natividad” (2006), de Catherine Hardwicke. De todas, la mejor es sin duda la de Zeffirelli, pues Hardwicke omite –incomprensiblemente– un texto clave para entender esta escena: el Magnificat, el texto más largo e importante que ha salido de los labios de la Virgen.
En la secuencia de “Jesús de Nazaret” destaca su calidad fotográfica, que podemos apreciar en la composición de los grupos, en la puesta en escena y en los encuadres (donde advertimos la influencia de la pintura renacentista italiana, muy especialmente, la de Fra Angelico). En concreto, esta escena reproduce una composición pictórica muy semejante a la de una Anunciación de Fra Angelico: María permanece en pie mientras Isabel se arrodilla, y esta disposición —aunque de forma inversa— recuerda el esquema de aquella pintura, solo que aquí Santa Isabel suplanta al Arcángel en su misión de transmitir un mensaje a la Madre de Dios.