Al rodar “La historia más grande jamás contada”, su director George Stevens y sus productores en la Fox pretendían subrayar sobre todo el aspecto de la divinidad de Jesucristo. En una época —principios de los sesenta— en que este punto se cuestionaba abiertamente en la cultura, la película se nos presenta como una afirmación clara de su origen divino y del carácter también divino de su predicación.
No en vano, la cinta se abre con el prólogo al Evangelio de San Juan: “En el principio, era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios” (Jn 1, 1). Hasta el versículo 5 se recita completo este pasaje, conocido por ser el “himno a Jesucristo” que más claramente proclama la divinidad y la eternidad del Verbo.
En lo que se refiere a la personalidad del Mesías, Cristo aparece como un Hombre-Dios bondadoso y humilde, que habla en un tono cálido y arrobador. Pero, al mismo tiempo, su figura permanece siempre distante, con un tono ultrasolemne, sin apenas tocar con los pies en la tierra. Stevens lo hizo, cabe deducir, para subrayar su carácter divino, pero esto tiene como contrapartida que eclipsa por completo su dimensión humana.
Jesús no se relaciona con los amigos, no ríe nunca, no manifiesta —salvo en el llanto por Lázaro— los sentimientos propios de cualquier hombre. Quizás por este motivo, de la Pasión (el pasaje que más nos hace sentir su humanidad doliente) se ofrece sólo un aspecto parcial: se omite la flagelación, los empujones de los soldados y casi todo el sufrimiento físico de Cristo.
Se aprecia su dolor moral durante el “Via Crucis”: ese cargar con los pecados de los hombres, que se suman ahí a esporádicos insultos, a la traición de Judas y a las negaciones de Pedro; pero no vemos casi nada de su tormento, de los azotes, del derramamiento de su sangre. Esa congoja interior aflora en casi todo el metraje, de modo que Jesús aparece siempre como un personaje complejo e inaccesible: triste, atormentado, cargando con nuestras culpas. Y eso lo hace poco atractivo a la audiencia.
Es Dios, pero –podríamos decir- apenas le vemos como hombre. Un Jesús divino aunque demasiado distante.
No en vano, la cinta se abre con el prólogo al Evangelio de San Juan: “En el principio, era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios” (Jn 1, 1). Hasta el versículo 5 se recita completo este pasaje, conocido por ser el “himno a Jesucristo” que más claramente proclama la divinidad y la eternidad del Verbo.
En lo que se refiere a la personalidad del Mesías, Cristo aparece como un Hombre-Dios bondadoso y humilde, que habla en un tono cálido y arrobador. Pero, al mismo tiempo, su figura permanece siempre distante, con un tono ultrasolemne, sin apenas tocar con los pies en la tierra. Stevens lo hizo, cabe deducir, para subrayar su carácter divino, pero esto tiene como contrapartida que eclipsa por completo su dimensión humana.
Jesús no se relaciona con los amigos, no ríe nunca, no manifiesta —salvo en el llanto por Lázaro— los sentimientos propios de cualquier hombre. Quizás por este motivo, de la Pasión (el pasaje que más nos hace sentir su humanidad doliente) se ofrece sólo un aspecto parcial: se omite la flagelación, los empujones de los soldados y casi todo el sufrimiento físico de Cristo.
Se aprecia su dolor moral durante el “Via Crucis”: ese cargar con los pecados de los hombres, que se suman ahí a esporádicos insultos, a la traición de Judas y a las negaciones de Pedro; pero no vemos casi nada de su tormento, de los azotes, del derramamiento de su sangre. Esa congoja interior aflora en casi todo el metraje, de modo que Jesús aparece siempre como un personaje complejo e inaccesible: triste, atormentado, cargando con nuestras culpas. Y eso lo hace poco atractivo a la audiencia.
Es Dios, pero –podríamos decir- apenas le vemos como hombre. Un Jesús divino aunque demasiado distante.
Hoy, como es doce de octubre, voy a poner mi foto -si puedo- entre sus seguidores. ¡Gracias por el blog!
ResponderEliminarAl final tuve tiempo ayer de volver a ver el film. Tenia vagos recuerdos de él, recuerdos más bien indiferentes.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con usted en la presentación por parte de Stevens de Jesús como un ser divino y distante. Aspecto este que personalmente me deja muy frio, no consigue emocionarme ni siquiera en el pasaje de la Pasión, que con tal texto, ¡mira que es dificil no conseguirlo!
Si le sumamos además, todo un elenco de grandes estrellas de la época, obtenemos como resultado una dificil credibilidad interpretativa; ver a Kojak, perdón queria decir Telly Savalas en el papel de Pilatos o a John Wayne como centurión romano tiene un trago y asi un largo etcétera. Creo que en este aspecto es mucho mejor optar por actores más desconocidos como se ha hecho en otros filmes. La ambientación histórica es producto de la época del filme, solo hay que ver algunos peinados que se gastan algunos personajes, destacando sobre todos el peinado de Jesús...indescriptible.
Como conclusión decir que es un filme que pese a estas deficiencias todavia se deja ver muy bien, que tiene una notable calidad cinematográfica y que para niños puede tener un gran valor catequítico.
De las cinco peliculas recomendadas la situo en un tercer puesto.
Llevo tiempo queriéndola ver, pero no sé porque nunca me he puesto a ello. Después de leer tu post creo desistiré de hacerlo. Yo no puedo imaginarme así a Jesús . Si lo seguian tantos, tendría que emanar alegría, entusiasmo,esperanza,consuelo, en fin algo de o que todos hoy seguimos anhelando. Gracias. Un abrazo
ResponderEliminarGracias a Javier por poner tu foto y por incluirte entre los seguidores del blog. Espero que puedas coge ritmo pronto y añadirte al elenco de los comenatristas. Nos vemos por aquí.
ResponderEliminarRespeto tu decisión, Angel: es verdad que, vista desde nuestra época, no es la película más apropiada para conocer la vida de Jesucristo o emocionar con ella a la audiencia, pero sigue siendo un gran filme. Ya ha comentado en el post que deja muy bien la imagen de divinidad, pero desmerece su retrato de Jesús como hombre, como uno má entre nosotros. Y ahí coincido contigo. Quizás sí puedas ver alguna de las otras cintas de las que hablaremos y aportar tu granito de arena.
Hola, hombre de Boston:
ResponderEliminarCoincido contigo en los dos puntos que señalas: la Pasión daba para mucho más (queda eclipsada en el conjunto, y una cinta tan larga debería haberle dedicado más extensión) y el elevado número de estrellas resta credibilidad: sobre todo porque sus fugaces apariciones resultan injustificadas. Parece ser que muchos querían salir en una superproducción sobre el Mesís, y renunciaron a sus honorarios con tal de salir en ella. ¿El resultado? Ese pastiche que te saca de la película cada vez que vez una estrella fuera de lugar.
También es cierto lo de los peinados y las túnicas. Inmaculadas y blancas en los Apóstoles, de color negro amenazante en los soldados: un esquema algo infantil. Para la época debía ser efectivo, pero no ahora.
He publicado en mi blog www.humbertopessolani.com parte del artículo aparecido en el sitio Primeros Cristiano.com, con el título La Navidad en el Cine. Me encantaría poder contar con más publicaciones e incluso le cedo espacio en el mismo para lo que desee publicar, puede enviármelo a humbertopessolani@gmail.com. Saludos y éxitos en su proyecto. Humberto desde PAraguay.
ResponderEliminarCOMO CATOLICOS DEMOS GRACIAS A DIOS POR TODO QUE EN ESTOS MOMENTOS NOS DA SIN PEDIR NADA POR PARTE NUESTRA ,ES TAN BUENO QUE CUIDA MAS QUE NADA AQUELLOS QUE SE PORTAN MAL DE EL TENEMOS SIEMPRE SU APOYO LO UNICO QUE ES TENER MUCHA FE. SALUDOS PARA TODOS LOS CATOLICOS DE ORDAZ PARA EL MUNDO ENTERO DIGAMOS NO A LA GUERRA Y SI A LA VIDA.
ResponderEliminar