miércoles, 4 de noviembre de 2009

“Alfonso, tienes que terminar ese libro sobre Jesús”

No me gusta incluir post de carácter personal en un blog temático como éste, pero creo que hoy debo hacer una excepción. Y esa excepción se llama Inés, mi hermana pequeña, que falleció el 30 de junio pasado. Ella fue quien más me animó a que escribiera un libro sobre “Jesucristo en el cine”, y la que más entusiasmada estaba con la idea de que pudiera luego mantener un blog: “Muy bien, Alfonso. Este capítulo es muy bueno. Tienes que terminar el libro, que hará mucho bien a mucha gente”.

Inés era una persona admirable, siempre dispuesta a servir a los demás. Me hubiera gustado ser como ella: es algo que he pensado muchas veces en los últimos cuatro meses, porque en otros aspectos –rasgos de carácter, sobre todo- ella era muy parecida a mí. Quizás por eso mi padre decía que ella “seguía mi estirpe”. Lo cierto es que solíamos hacer muchas cosas juntos; sobre todo algunas travesuras, porque Inés tenía alma de aventurera.

Una tarde de verano –yo tenía catorce años y ella once- cogimos unas bicicletas de paseo un tanto destartaladas y nos propusimos llegar hasta un pueblo alejado. Aquello nos pareció muy fácil, así que decidimos ir al siguiente pueblo, y después al siguiente… hasta que nos dimos cuenta de que habíamos llegado demasiado lejos. Esa tarde recorrimos más de ¡60 kilómetros!, una distancia que nos parecía “increíble”, pues éramos casi unos niños. Al llegar a casa, pasadas las diez de la noche, nos cayó una bronca descomunal. Bien merecida, por supuesto, pero aquella “gesta” la festejamos durante mucho tiempo.

Inés era muy generosa, ya de niña. Por eso, cuando en plena juventud Dios se cruzó en su camino y le pidió que entregara su vida a los demás en el Opus Dei, ella supo hacerlo con una inmensa elegancia, con una sonrisa que no desapareció nunca de sus labios. Inés aprendió muy pronto el difícil arte de servir, supo renunciar a planes profesionales –ella, que obtuvo un flamante Doctorado en Ciencias Físicas- para que otras mujeres crecieran, mejoraran y brillaran todo lo que ella podría haber brillado. Era un encanto: como hermana y como persona que sabía amar.

Cuando le diagnosticaron el cáncer, hace poco más de un año, me acerqué a verla a su casa días después de la operación. Estaba convaleciente, pero muy alegre, como siempre. En su casa la cuidaban con un cariño enorme, y a mí me daba envidia por su alegría y su serenidad. Volvió a preguntarme por el libro, y escuchó las mismas cosas que ya le había contado otras veces con la sonrisa ilusionada de la primera vez.

En septiembre pasado celebramos en mi familia, con adelanto, las Bodas de Oro de mis padres. Lo hicimos así por la feliz coincidencia de un viaje de otra hermana, que vive en la India, y porque intuíamos que tal vez Inés no llegaría a la fecha prevista. Nos recibió -ya sin pelo por el tratamiento de quimio- con su alegría habitual. Allí volvió a interesarse por mi libro: “Alfonso, tienes que terminar ese libro sobre Jesús”.

Por eso, cuando a primeros de julio –ella acababa de irse al Cielo- puse punto y final al manuscrito de “Jesucristo en el cine”, no tuve ninguna duda sobre cuál iba ser la dedicatoria. Sí, el libro está dedicado a ella. Y estoy seguro de que habrá sido mi primera lectora allá arriba, aunque el contenido ya lo conocía de sobra. Si abrís el volumen, pasada la hoja de los créditos, os encontraréis con estas palabras: “A mi hermana Inés, con un recuerdo imborrable, con un infinito cariño”. Mañana, cuando tenga lugar la presentación del libro en Granada, me acordaré de ella de manera especial.

14 comentarios:

  1. Alfonso enhorabuena por terminar el libro.
    Espero que esa fuerza para terminar todos los proyectos que tenemos inacabados se nos contagie a todos
    Desde luego es muy importante tener alguien que te apoye en todo momento y junto los que leemos el blog , Ines tambien te seguira apoyando desde el Cielo
    Un abrazo fuerte
    Luis J. G

    ResponderEliminar
  2. Qué preciosa historia de familia, Alfonso! Ojalá hubiera más noticias como ésta en los medios de comunicación! Gracias por compartirla con todos nosotros,

    Nuria Chinchilla

    ResponderEliminar
  3. Alfonso, hoy me he emocionado con este post tan hermoso que has querido compartir con nosotros. Yo ni siquiera puedo imaginarme tu dolor, pero hay tanto amor en tus palabras... y en mi familia eso sí lo conozco, puedo imaginarlo perfectamente. Qué guapa es Inés; no he tenido la suerte de conocerla, pero estoy segura de que hoy me hubiese hablado de ti con el mismo amor con que tú lo haces sobre ella; ese amor es tan grande... es eterno! También estoy segura de que mañana en Granada ella estará contigo, con su sonrisa y a tu lado: feliz de verte, de ver ese precioso libro en tus manos y con su nombre en el interior, de acompañarte en todos tus éxitos y sobre todo orgullosa, orgullosísima de tener un hermano maravilloso.
    Un abrazo muy fuerte

    ResponderEliminar
  4. Precioso post. Justamente ayer falleció mi abuela en mis brazos. Estaba cuidándola en el hospital aunque llevaba unos días inconsciente por un tromboembolismo repentino que no nos permitió ni despedirnos...

    Ella fue siempre mi segunda madre y todavía me debato entre el dolor de haberla perdido y no poder hablar con ella casi adiario como solía hacer, y la alegría de que sé que me escucha desde el cielo junto con tu hermana, porque vivió y murió siempre cerquita de Dios...

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  5. Encantadora Inés.¡¡Nos hemos acordado tanto de ella que me parece hasta familiar¡¡¡
    ¡Enhorabuena por el libro¡Si Dios quieres nos veremos el día 13 en la presentación en Málaga.
    Saludos,Rosana Benítez

    ResponderEliminar
  6. Muchas gracias a todos por acompañarme en esta experiencia, que fue -y es- dolorosa y gozosa al mismo tiempo. Gracias, sobre todo, por vuestras palabras de aliento: me hacen descubrir, una vez más, que la amistad es uno de los grandes valores de nuestra vida, y que nada pueda ahogar la ilusión grande de vivir para los demás.

    Nos vemos por aquí. Un cordial saludo.

    ResponderEliminar
  7. Entrañable. Esa foto de la niñez. Esta vez, el paseo en bicicleta ha sido aún más largo y ya no puede regresar, aunque no iba a haber bronca.

    ResponderEliminar
  8. Alfonso, me ha dado mucha pena leer esto. Yo no conocía esta historia y realmente lo he sentido. Espero que te haya ido bien hoy en Granada y que ella te ayude desde arriba.

    ResponderEliminar
  9. Gracias por esas palabras de consuelo y apoyo. Gracias a Dios -quizás también a Inés- la conferencia y presentación en Granada resultó espléndida.

    Nos vemos en el blog.

    ResponderEliminar
  10. Enhorabuena, Alfonso... por tener una hermana como Inés. ¿Te acuerdas hace veinte años en Pamplona...? Entiendo muy bien que en su casa la cuidaran con tanto cariño.

    Un abrazo,

    ResponderEliminar
  11. Bueno Alfonso, ya me conoces, estoy emocionado con el relato.
    Seguro que Inés es feliz donde está y te cuida desde allí.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  12. Muchas gracias, Julio y Agustín, por vuestros comentarios. Cuando la amistad es larga y profunda, las palabras llegan mucho más hondo, y ayudan mucho más.

    Gracias por todos estos años de fidelidad, amistad y afecto.

    ResponderEliminar
  13. hola, Alfonso. no tenía ni idea de esto... y sé lo que es. también hace tres años falleció mi hermana pequeña, después de una larga enfermedad y, gracias a Dios, también en mi familia todos supieron llevarlo con visión muy sobrenatural. es duro cuando pasa; pero realmente, yo ahí "toqué" más a Dios. el día del funeral, alguien dijo a mi madre: "¡cómo te envidio!"... veía en nuestra familia la unidad con la que vivimos esta muerte. y eso, sólo es gracias a Dios.
    Jaume

    ResponderEliminar
  14. Gracias, Jaume, por tus palabras de condolencia. Me consuelan especialmente porque tú has pasado por lo mismo: a una hermana menor se le tiene un cariño especial, te preguntas: ¿por qué ella, tan frágil y tan buena, ha tenido que morir antes que yo? Sobre todo cuando -como es tú caso y el mío- ha muerto joven.

    Ciertamente, Dios sabe más. Lo que es seguro es que era lo mejor para ella y para nosotros, aunque no lo entendamos.

    ResponderEliminar