lunes, 4 de enero de 2010

Los Reyes Magos: historia, tradición y cine

Hay unos personajes que todos sentimos muy vinculados a la Navidad –sobre todo, los niños- y de los que apenas nos hablan los Evangelios. Se trata de los Reyes Magos, cuya imagen ha sido muy elaborada por la tradición, hasta el punto de que no suelen faltar en ningún belén del mundo.

San Mateo escribe que "unos Magos llegaron de Oriente a Jerusalén preguntando: ¿Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido?" (Mt 2, 1-2). En esa frase sólo indica su profesión: eran Magos, estudiosos de los astros y de sus movimientos en el Cielo; y precisamente de ese oficio se valdrá Dios para atraerlos –mediante una estrella- hasta el mismo lugar donde se encuentra Jesús. Pero no afirma que sean Reyes. Es éste un añadido del pueblo, que ha supuesto –con cierta lógica- que debían ser poderosos cuando fueron recibidos por la máxima autoridad de Jerusalén, Herodes, y cuando preguntan explícitamente por "el Rey de los Judíos".

Tampoco afirma cuántos eran: "unos Magos". Podían ser dos, cuatro, seis... Pero como fueron tres sus regalos (oro, incienso y mirra), la tradición ha deducido que ese debía ser el número de los magos reunidos en Belén. Sus nombres tampoco están en la Escritura: aparecen por vez primera en un mosaico bizantino localizado en Ravena (Italia) que se fecha en torno al año 520. En él figura una leyenda sobre los tres magos que dice "+SCS BALTHASSAR +SCS MELCHIOR + SCS GASPAR"; esto es, sagratísimos -o veneradísimos- Baltasar, Melchor y Gaspar (Ver imagen de arriba).

La primera descripción de los Reyes Magos se la debemos al teólogo anglosajón Beda el Venerable (675-735): "El primero de los magos fue Melchor, un anciano de larga cabellera blanca y luenga barba; fue él quien ofreció el oro, símbolo de la realeza divina. El segundo, llamado Gaspar, joven, imberbe, de tez blanca y rosada, honró a Jesús ofreciéndole el incienso, símbolo de la divinidad. El tercero, llamado Baltasar, de tez morena (más tarde se le representaría negro) mostró su reconocimiento ofreciéndole mirra, que significaba que el Hijo del hombre debía morir."

Las representaciones cinematográficas de los Magos han seguido fielmente la iconografía popular: son tres, se comportan como reyes, vienen sobre camellos y les acompañan una cohorte de pajes y servidores. En todas las películas se les retrata así, y ahí termina también toda su intervención en la historia, aunque hay tres filmes que han añadido algo más para completar el relato. En Ben Hur (1959), tal como aparece también en la novela, Melchor profetiza los padecimientos de Jesús y establece así un paralelismo simbólico con los dolores que aguardan al aristócrata judío. En La Natividad (2006) se incluyen al principio algunas escenas de los Magos en su trabajo como astrónomos: su observación del firmamento, el descubrimiento de la estrella, y –tras la consulta de algunos legajos- la conexión de este fenómeno con las profecías mesiánicas. Finalmente, en Jesús de Nazaret (1977) vemos cómo los Magos se van juntando por el camino y cómo dialogan acerca de su actitud frente a Herodes. También ayudan a descubrir el sentido espiritual de lo que está pasando. Así, cuando Baltasar contempla al Niño, comenta a José y a María: “Al venir aquí, creí que nos equivocábamos, pero ahora veo que es muy justo”; y, por si esto fuera poco, Gaspar añade: “No en la gloria, sino en la humildad”.

Hay un punto en el que la representación de los Magos diverge de unos filmes a otros, y es el de su presencia junto a los pastores en la gruta de Belén. Ya hemos comentado en otro post que esa reunión es poco probable. Ha cristalizado en el imaginario de la Navidad por una necesidad “escénica”: una pintura o una representación de la Navidad resultan mucho más dramáticas e interesantes si se resumen en una sola escena todos los personajes implicados; así la noche del Nacimiento aparece como más “grandiosa”. Pero los teólogos suponen que ambos hechos estuvieron separados en el tiempo. Por una parte, los Magos debieron tardar algunos meses en llegar a Jerusalén desde el lejano Oriente. Por otra, Herodes manda degollar no a los recién nacidos, sino a todos los varones menores de dos años: esto hace suponer que el Nacimiento del que le hablan debió haber ocurrido un año antes.

Curiosamente, las primeras películas sobre Jesús sí muestran esa separación temporal. Vida y pasión de Jesucristo (1907), de Zecca, y Del pesebre a la Cruz (1912), de Sidney Olcott, muestran primero la llegada de los pastores a la cueva y, más tarde, la aparición de los Magos en la casa de José y María, un lugar mucho más acogedor que el portal.

Sin embargo, será en los años sesenta cuando ambas escenas se solapen en el tiempo. Rey de reyes (1961) muestra una ciudad de Belén corrompida por los romanos y ahí sitúa a un posadero egoísta y nervioso, que rechaza sin miramientos a la joven pareja. Cuando, poco después, los Magos llegan a la ciudad de David –“venían de Persia, Mesopotamia y Etiopía”, nos dice la voz en off- aparecen en el establo sin diálogo previo con Herodes, y allí ya están presentes los pastores. De igual modo, aunque desde otra perspectiva, La historia más grande jamás contada (1965) sigue el relato de los Magos, describe minuciosamente el careo con el tetrarca y nos lleva con ellos hasta el portal, donde ya los pastores han ofrecido sus cántaros y ovejas. En esta misma línea se situará también el relato de La Natividad, cuyo guión tiene necesariamente que unir ambas escenas para solemnizar así el momento cumbre de la cinta: el nacimiento de Cristo en la gruta de Belén.

Por el contrario, otras películas han reflejado la separación en el tiempo de una y otra adoración al Niño: la de los pastores y la de los Magos. Jesús de Nazaret es un claro ejemplo, con una distinción de secuencias que afecta también a la puesta en escena: solemne y lenta en el Nacimiento, con los pastores llegando por la noche hasta la gruta; sobria y natural en la epifanía, con los Reyes llegando por el día hasta la casa. Como vemos en el fotograma, el Niño tiene alrededor de un año, la Virgen está de pie y en plena faena, y la casa evidencia el trabajo de José para hacerla más confortable.

De todo esto celebraremos su fiesta el próximo día 6. ¡Felicidades a todos por la Solemnidad de la Epifanía!

13 comentarios:

  1. Muy acertado todo el artículo. Tendría que ser obligatorio leerlo en víspera de Reyes así ganar puntos para los regalos que nos traigan.

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  2. Muy interesante el artículo. Me ha recordado la emocionante Jornada Mundial de la Juventud de 2005 en Colonia. Creo que vienen a propósito algunas palabras de Benedicto XVI sobre el ejemplo de estos hombres sabios: "...San Mateo describe así en su Evangelio: 'entraron en la casa sobre la que se había parado la estrella, vieron al niño con María, y cayendo de rodillas lo adoraron'. El camino exterior de aquellos hombres terminó... pero en este punto comienza un nuevo camino para ellos, una peregrinación interior que cambia toda su vida. Porque seguramente se habían imaginado a este Rey recién nacido de modo diferente...en lo más hondo de su ser buscaban el derecho, la justicia que debía venir de Dios, y querían servir a ese Rey, postrarse a sus pies, y así servir también ellos a la renovación del mundo...". Feliz Navidad y feliz año nuevo.

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  3. Muchas gracias, Juan Ángel y Anónimo, por vuestras aportaciones.

    Para Anónimo: ciertamente, las palabras de Bendicto XVI nos ayudan a descubrir el sentido espiritual de esa escena y el profundo itinerario interior que subyace tras su viaje a Belén.

    Encontraron a un Rey mucho más importante -y también, mucho más humilde- de los que imaginaron al empezar el camino. Pero aquel encuentro cambio sus vidas. Y ante aquel Niño indefenso, toda su riqueza y sabiduría les parecieron casi sin valor. Como nos habrá pasado a nosotros en estos días.

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  4. Ya de vuelta de una estancia maravillosa en Salamanca, ciudad que impregna el alma de tantas vivencias y arte religioso que hasta el tiempo parece detenerse.
    Os deseo a todos unos felices Reyes.

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  5. Muy buen artículo Alfonso , tan certero y oportuno como siempre.

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  6. Hola, Lorenzo y Carlos Javier:

    Agradezco vuestras palabras y felicitaciones. Es una muestra más de que el blog lo hacemos entre todos: con el aliento, la aprobación, los comentarios y las sugerencias de quienes lo visitéis. No dejéis de hacerlo.

    Por cierto, creo que si el blog interesa es porque interesa la figura de Cristo. Todo lo que se diga a propósito de Él -con o sin películas- nos parece atractivo, cercano a nuestras vidas. ¿No pensáis lo mismo? Me gustará leerlo...

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  7. que día se celebra la pascua de los negros

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  8. Agustin Navarro09 enero, 2010 13:53

    Por lo que añaden al nacimiento de Jesús y por el misterio en que están envueltos, los Magos se nos hacen cercanos, atractivos, sugerentes. Presentes en la iconografía del Nacimiento, pero -creo- ausentes en la música.

    Me gustaría saber un poco de la historiagrafía de las tradiciones sobre ellos. Lo ignoro todo sobre las tradiciones antiguas.

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  9. Agustin Navarro09 enero, 2010 14:06

    Rectifico lo que he escrito acerca de los Magos en la música: al menos en el Oratorio de Navidad de JS Bach se recita el pasaje evangélico correspondiente.

    En la versión de JE. Gardiner, los recitativos de Anthony Rolfe-Johnson merecen la escucha.

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  10. Es cierto, Agustín, que los Magos -a diferencia de la Navidad- rara vez ha sido tema de composiciones clásicas, música sacra incluida. Pero acuérdate de los villancicos: los Reyes son tema frecuente en ellos, y mucho antes (desde el siglo XIV, al menos) de que Bach compusiera su Oratorio de Navidad.

    Un brindis por ellos, y por los regalos que nos traerán en 2010.

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  11. Pero los Magos son importantísimos en la cultura escénica española. De hecho la primera representación teatral que se conoce en castellano es precisamente el "Auto de los Reyes Magos"

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  12. podríais decirme desde qué fecha (aproximada) existe la tradición de que los Reyes Magos dejan regalos a los niños??? gracias. Ahhh un artículo muy bonito.

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  13. Desde el siglo XII ó XIII, la noche del 5 al 6 de Enero Los Reyes Magos comenzaron a traer algunos obsequios sencillos a los niños: caramelos, dulces, galletas; en el siglo XVII y XVIII, también zapatos y ropa. La costumbre de traer regalos se remonta a principios del Siglo XIX, coincidiendo con otra costumbre similar: también por esas fechas, Santa Claus (versión paganizada de San Nicolás [Santa Nikolaus]) comenzó también a traer regalos a los niños. Así que en ambos casos la costumbre tiene menos de 200 años de existencia.

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