(JUAN JESÚS DE CÓZAR) El título de este delicado documental ("Un millón de hostias") puede desconcertar y conviene aclararlo cuanto antes. Rodado en el barrio de El Vedado de La Habana y en el interior del convento de San José de la capital cubana, su nombre hace referencia al millón de obleas que cada año fabrican las monjas carmelitas que viven en ese convento. Con esas obleas, que se distribuyen de forma anónima por cientos de voluntarios, se abastece a las parroquias de la isla y se prepara una hermosa y formidable revolución.
Estrenado con éxito en 2016 en el Festival de Málaga, ha sido proyectado en diversas salas de cine de nuestro país a lo largo de los últimos meses, y recientemente se ha comercializado en DVD. El director es David Moncasi, con quien puede entrevistarme para conocer mejor su trabajo. David, que trabaja para una televisión, desborda entusiasmo y simpatía, y cuenta así la génesis del documental: "En 2010 fui a La Habana para ser jurado de un festival de documentales. Un día, paseando por El Vedado, vi un edificio inmenso que me llamó mucho la atención. Pregunté a una señora cubana y me dijo que era un convento de clausura. ¡Un convento de clausura en La Habana! ¡En la Cuba comunista hay un convento de clausura! Me dijeron que era el único. Le pedí a esa señora que me ayudase a visitarlas, concertó una cita y a raíz de ese encuentro me dije: ‘esto hay que grabarlo, esto hay que contarlo’".
Después de 5 años de contacto frecuente con las monjas –correos electrónicos, cartas, llamadas telefónicas…–, David logró convencerlas y finalmente pudo filmar el documental junto a su mujer, Ana Barcos, en 2015. El ingenio, la sensibilidad y la ilusión de ambos fueron la aportación intangible pero esencial para superar los inconvenientes derivados del reducido presupuesto.
El resultado es una cinta conmovedora, que constituye también un retrato a pequeña escala de Cuba, a través de los testimonios de unas gentes sencillas que han sufrido pero que conservan toda su humanidad y su dignidad como personas. Impresiona –afirma Moncasi–, cómo es el cubano medio; la gente sale a la calle a improvisar para salir adelante cada día, con una alegría, con unas ganas de vivir, con un empuje que a nosotros nos ha conmovido.
El documental finaliza con escenas de la visita del Papa Francisco a Cuba en septiembre de 2015, y recoge el momento en el que el Santo Padre se acercó a saludar a las monjas. Naturalmente, las obleas que se utilizaron en la Misa que el Papa celebró en la Plaza de la Revolución las habían fabricado ellas.
Estrenado con éxito en 2016 en el Festival de Málaga, ha sido proyectado en diversas salas de cine de nuestro país a lo largo de los últimos meses, y recientemente se ha comercializado en DVD. El director es David Moncasi, con quien puede entrevistarme para conocer mejor su trabajo. David, que trabaja para una televisión, desborda entusiasmo y simpatía, y cuenta así la génesis del documental: "En 2010 fui a La Habana para ser jurado de un festival de documentales. Un día, paseando por El Vedado, vi un edificio inmenso que me llamó mucho la atención. Pregunté a una señora cubana y me dijo que era un convento de clausura. ¡Un convento de clausura en La Habana! ¡En la Cuba comunista hay un convento de clausura! Me dijeron que era el único. Le pedí a esa señora que me ayudase a visitarlas, concertó una cita y a raíz de ese encuentro me dije: ‘esto hay que grabarlo, esto hay que contarlo’".
Después de 5 años de contacto frecuente con las monjas –correos electrónicos, cartas, llamadas telefónicas…–, David logró convencerlas y finalmente pudo filmar el documental junto a su mujer, Ana Barcos, en 2015. El ingenio, la sensibilidad y la ilusión de ambos fueron la aportación intangible pero esencial para superar los inconvenientes derivados del reducido presupuesto.
El resultado es una cinta conmovedora, que constituye también un retrato a pequeña escala de Cuba, a través de los testimonios de unas gentes sencillas que han sufrido pero que conservan toda su humanidad y su dignidad como personas. Impresiona –afirma Moncasi–, cómo es el cubano medio; la gente sale a la calle a improvisar para salir adelante cada día, con una alegría, con unas ganas de vivir, con un empuje que a nosotros nos ha conmovido.
El documental finaliza con escenas de la visita del Papa Francisco a Cuba en septiembre de 2015, y recoge el momento en el que el Santo Padre se acercó a saludar a las monjas. Naturalmente, las obleas que se utilizaron en la Misa que el Papa celebró en la Plaza de la Revolución las habían fabricado ellas.
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