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domingo, 6 de septiembre de 2015

"Atrapa la bandera": la mejor cinta de animación

Estrenada el 28 de agosto, Atrapa la bandera está levantando oleadas de entusiasmo entre los espectadores y llenando las arcas de la taquilla española. Con un arranque espectacular el pasado fin de semana, ganó aún más fuerza el miércoles, día del espectador, cuando acumulaba 3 millones de euros. Ya entonces –queda por saber lo que recaudará este fin de semana- se situaba como la tercera producción española más vista del año.

De continuar la excelente promoción “boca a boca”, habrá éxito para rato. Además, durante todo el mes de septiembre no hay ningún estreno de animación programado, por lo que este filme familiar tiene un largo recorrido por delante y puede convertirse en uno de los grandes éxitos del cine español de 2015. Entre otras cosas, ha sido la primera película española que se ha estrenado en la NASA, y lo ha hecho con un éxito “astronómico”.

A mí todo esto me llena de alegría y de orgullo, porque su equipo de producción –que ya mostró su talento en Las aventuras de Tadeo Jones- incluye a un buen grupo de antiguos alumnos míos, cuando daba clase en la Universidad de Navarra: Jordi Gasull es productor y guionista del filme, y en la escritura del guión han colaborado también Patxi Amezcua y Javier López Barreira.

Por otra parte, los artículos que se han publicado en estos días son particularmente elogiosos (en El País, La Vanguardia o El Mundo), también los que escriben algunos padres y madres que han ido a ver la cinta. Entre todas las reseñas, destaco ésta de Alberto Fijo ("De la playa a la luna") para Fila Siete. Os animo sinceramente que vayáis a verla en familia.

De la playa a la luna

El equipo liderado por Enrique Gato demuestra con esta película que tiene oficio y pericia para hacer muy buen cine de animación y contar historias que puedan gustar en España y también en otros países, aunque no sean de habla hispana.

Después del gran éxito obtenido con Las aventuras de Tadeo Jones, con un héroe hispano que viajaba a una aventura con el modelo del personaje de Spielberg como divertida referencia, la propuesta es nada menos que una historia de ajustes familiares con la carrera espacial como eje de giro.

Hay audacia en el guión de Gasull, López Barreira y Landau porque la película conjuga la aventura, la acción espectacular y el conflicto generacional trenzado con la pasión por el espacio y los vuelos tripulados. Y todo, con gracia, amenidad y una puesta en escena excelente.

Los autores son conscientes de que no inventan la pólvora y también saben que los espectadores tienen muchas películas vistas. Otros se habrían entregado a la parodia y a una ristra de situaciones calcadas de los distintos géneros que se dan cita en Atrapa la bandera.

Gato y compañía levantan su historia sin complejos, con una soltura llamativa y un sentido del ritmo envidiable.Los personajes están bien dibujados e interactúan bien: las tres generaciones de la familia Goldwing, los pequeños amigos de Mike -Amy y Marty- y el malvado Carson.

La película, por su tema y por la calidad en video y audio del relato, pide la pantalla grande y gustará a un público muy amplio, cosa difícil de lograr.

Alberto Fijo

lunes, 2 de febrero de 2015

"El corredor", de mi hermano Arturo, gana el Premio Gaudí

Hoy es día de fiesta en mi blog. Bastian Films y Caduco Films, las dos productoras de mi hermano Arturo, han ganado el Premio al Mejor Cortometraje en la Gala de los Premios Gaudí (los Goya del cine catalán), que tuvo lugar ayer domingo por la noche. Lo consiguieron con una pieza sencilla y deliciosa: “El Corredor”. A la izquierda podéis ver a Arturo, junto al director del corto, José Luis Montesinos, y a los dos actores protagonistas. Mi hermano está a la izquierda: siempre en segundo plano, intentando pasar inadvertido.

El premio fue un notición para toda la familia. Yo seguía la ceremonia por Twitter, porque en Málaga, donde vivo, no se recibe la señal de TV3. Y de repente, ¡un tweet anunciando que es el ganador! Los hermanos andamos bastante dispersos, pero lo celebramos juntos gracias a las TICs: mails, wasaps, llamadas, SMS… ¡De todo!

Arturo es un genio. Ha sabido seleccionar bien los proyectos que quiere producir y organizar todo para que lleguen a buen puerto. Así, su cortometraje “La historia de siempre” ganó más de 130 premios en todo el mundo: en festivales prestigiosos como los de Lucania (Italia), México D.F., Montecatini (Italia), Seattle (U.S.A.), Honk Kong (China), Cartagena de Indias (Colombia) o San Diego (U.S.A). Después su película “El barco pirata”, del que hablé en su momento, ganó en 2012 el Goya al Mejor Cortometraje de Ficción.

Hace 3 meses, en octubre de 2014, “El corredor” era galardonado en la SEMINCI de Valladolid como Mejor Cortometraje Europeo, lo que le permitirá representar a la Seminci en los premios EFA (European Film Award), los más prestigiosos del cine europeo.

El cortometraje que ayer ganó en los Gaudí es un breve relato lleno de encanto y de valores. Como señala su director, “El corredor es nuestra pequeña fábula del mundo laboral en un tiempo convulso como el nuestro”. La historia aborda el encuentro, el primer día que sale a correr, de un antiguo empresario con uno de los trescientos trabajadores que despidió cinco años atrás, cuando cerró su negocio. Saludos educados, intercambio de situaciones actuales y una propuesta.

A través de un ágil montaje, marcando la atención en los dos protagonistas, el planteamiento inicial conduce a un tenso nudo que concluye en un reto tan personal como simbólico. Ser capaz de enfrentar las nuevas situaciones y de apostar por uno mismo hasta las últimas consecuencias. No en vano el corto contiene una dedicatoria final: A todos aquellos que creen y luchan desde el principio hasta llegar a la meta.

Os dejo con el tráiler y el Making of. Que los disfrutéis.



domingo, 7 de septiembre de 2014

Vuelve el Caviezel del cine con valores: "When the Game Stands Tall"

(JUAN JESÚS DE CÓZAR).- Jim Caviezel es, sin duda, uno de los actores más honestos de Hollywood. Sin embargo, algunos pensábamos que su carrera quedaría truncada después de su comprometida –y extraordinaria– actuación en La Pasión de Cristo (Mel Gibson, 2004).

Como es sabido, la película irritó a determinados sectores, que levantaron una polvareda en la que también se vio envuelto el actor debido a sus sinceras declaraciones de apoyo al filme. La polémica favoreció la taquilla, que alcanzó una espectacular recaudación mundial: más de 600 millones de dólares, para una película que había costado 25. Pero muchos presagiaron el fin de la carrera de Caviezel.

Han transcurrido 10 años y la realidad ha desmentido esas negativas previsiones, porque desde entonces el actor ha intervenido en 11 largometrajes y en dos series de televisión: The Prisoner y la exitosa Person of Interest, estrenada en España con el título Vigilados. Se entiende que, una vez asentado el polvo, se fueron disipando los perjuicios y no le han faltado ofertas de trabajo, quizá precisamente por su personalidad ajena a excentricidades: por su normalidad, en una palabra.

James Patrick Caviezel nació el 26 de septiembre de 1968 en Mount Vernon, Washington, en el seno de una familia católica muy unida. Bien dotado para el baloncesto, soñaba con jugar algún día en la NBA, pero una lesión en el pie acabó con ese sueño. Esto motivó un cambio en su orientación profesional y optó por dedicarse a la interpretación. Después de realizar pequeños papeles, le llegó su gran oportunidad con el idealista soldado Witt en La delgada línea roja (Terrence Malick, 1998). Su actuación le valió el reconocimiento de la crítica y le aseguró la llegada de contratos para nuevas películas.

El año 2002 tomó una decisión que sorprendió al mundillo cinematográfico: por coherencia con sus convicciones religiosas –así lo declaró–, dejaría de aceptar papeles que le exigieran realizar alguna escena “de cama”. Una resolución que con seguridad alegró a su mujer Kerri, con la que se casó en 1997, y que ha mantenido con firmeza.

Viene todo esto a cuento del estreno en USA hace dos semanas de When the Game Stands Tall, una película en la que Caviezel es protagonista absoluto. La cinta, dirigida por Thomas Carter, cuenta la historia real de Bob Ladouceur, leyenda viva (tiene 59 años) del fútbol americano en los Estados Unidos.

Ladouceur, católico de nacimiento y profesor en el instituto católico De la Salle High School de Concord (California), alcanzó un sorprendente récord como entrenador de fútbol americano: acogió a un equipo que no había ganado nada desde su fundación en 1965, y con él cosechó 151 victorias seguidas entre 1992 y 2004. En total ganó 69 títulos en 12 años. Un éxito aún más insólito si se tiene en cuenta que lo esencial de su técnica fue la motivación y la integridad de sus jugadores: se pasó 13 años infundiendo en ellos una mentalidad de lucha, esfuerzo, ilusión y honestidad que generó esa racha de triunfos sin precedentes.

Ladouceur no les pedía a sus jugadores que fuesen perfectos –explicó Caviezel– pero sí les desafiaba a entregarse con un esfuerzo perfecto”. Fiel a esta filosofía, el objetivo de la película no es reflejar cómo los protagonistas consiguieron tantos éxitos, sino mostrar cómo lograron ser mejores personas gracias al trabajo de Ladouceur.

When the Game Stands Tall lleva recaudados 20 millones de dólares en USA y otros 15 fuera de ese país. Su estreno en España está previsto para el próximo 19 de septiembre y confiamos en poder publicar en su momento la oportuna reseña. Por ahora os dejamos con su poderoso y sugestivo tráiler.

domingo, 11 de mayo de 2014

“El viento se levanta”: Despedida amorosa de un maestro

(JUAN JESÚS DE CÓZAR).- Decía la escritora Flannery O’Connor (1925-64) que nuestra época se caracteriza por un aumento de la sensibilidad y una pérdida de la visión. Esta afirmación, cada vez más evidente en buena parte del cine actual, no puede aplicarse a Hayao Miyazaki (Tokio, 1941), un genio de la animación cuya visión ha ido creciendo con el tiempo.

Su última película –multipremiada y nominada al Oscar– es una maravilla de amor y de ensueño. Se estrenó en España hace dos semanas. El título elegido, El viento se levanta, hace alusión a unos versos de Paul Valéry: “Le vent se lève!... Il faut tenter de vivre!” (¡El viento se levanta!... ¡Es necesario intentar vivir!). Pero, sobre todo, responde a la pasión de Miyazaki por volar, por los aviones y por todo lo que mece el viento; algo comprensible siendo hijo de un fabricante de timones de cola para aviones de guerra.

En esta ocasión, Miyazaki se ha alejado de su deslumbrante cine de fantasía, lleno de simbolismos y originales logros visuales (basta recordar El viaje de Chihiro, que obtuvo el Oscar en 2002), para contarnos una historia realista dirigida a jóvenes y a adultos. Con un intencionado clasicismo, Miyazaki adapta libremente una novela corta de Tatsuo Hori en torno a la figura de Jirô Horikoshi (1903-1982), ingeniero aeronáutico nipón que diseñó el tristemente célebre avión de combate Mitsubishi A6M Zero, que fue usado en el bombardeo de Pearl Harbor.

Jirô es un joven apasionado por la aviación, ferviente admirador del ingeniero aeronáutico italiano Gianni Caproni (1886-1957), y cuyo sueño –a pesar de su miopía– es fabricar aviones hermosos que rasguen el cielo. A partir de aquí, Miyazaki hace su propia lectura de la historia de Japón, desde los primeros años de la década de 1920 hasta los inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial, siempre desde la perspectiva de Jirô. Ciertamente, pasa de puntillas por el conflicto bélico –algo que no ha sentado bien en Japón– y centra el relato en dos aspectos concretos: la excelencia de la labor profesional de Horikoshi y la bellísima historia de amor que vive con Nahoko.

Técnicamente, el film es impresionante. Los colores, los fondos, los paisajes, los movimientos, la ambientación… Las imágenes tienen tal riqueza que al espectador le resulta imposible abarcar tanto con la mirada. Desde luego, ayuda mucho –como en sus anteriores filmes– la preciosa banda sonora de Joe Hisaishi: otro genio. Los personajes de Jirô y Nahoko están diseñados con una ternura exquisita, y su desbordante romanticismo remite a directores como Sirk, Borzage o Lean. Sus relaciones durante el noviazgo y en el matrimonio son de lo mejor que he visto en el cine en los últimos años, junto con las de “Up” (2009). La sutileza de la escena de la noche de bodas es antológica.

Algunos críticos han calificado esta película de “obra inferior”, opinión que no comparto en absoluto. Personalmente, pienso que Miyazaki se ha convertido en un sabio y El viento se levanta lo confirma. No con esa sabiduría del que acumula sólo conocimientos –“primero es la inspiración; la técnica viene después”, le dice Caproni a Jirô en una escena del film–, sino con esa sabiduría profunda capaz de ver dentro de la persona: sus ilusiones, sus sueños, su fragilidad y su grandeza. Miyazaki ha cultivado una mirada libre de obsesiones y prejuicios, que le permite proponernos la construcción de un mundo pacífico y lleno de belleza; y una visión positiva de la realidad, sin renunciar a un noble idealismo.

La película incluye muchos temas llenos de interés, que desbordan esta breve reseña: las relaciones familiares, la amistad, la generosidad... La última escena de la película me produjo un nudo en la garganta y unas cuantas lágrimas. Gracias a Dios, la sala se mantenía a oscuras y pude sorberlas mientras aparecían los títulos de crédito, a la vez que sonaba una hermosa canción japonesa subtitulada en castellano, que hablaba… ¿De qué iba a hablar? Del cielo, naturalmente.