En su película "El Evangelio según San Mateo" (1964), Pier Paolo Pasolini trató de aunar la visión católica y la marxista. Con muy pocos medios, la cámara al hombro y actores no profesionales —en el mejor estilo del «cinema verité»—, el director italiano trató de ofrecer una imagen más austera —acorde con los Evangelios— de la biografía de Cristo; más austera y, por tanto, menos edulcorada que las precedentes de los años sesenta. Por eso la ambientación, entre medieval, bizantina y renacentista, es deliberadamente simbólica.
Siguiendo al pie de la letra el evangelio de San Mateo —aunque hurtando dos pasajes claves de ese texto: la designación de Pedro como cabeza de la Iglesia, y el discurso sobre el Juicio final—, Pasolini rodó una de las versiones más celebradas por la crítica, aunque ambigua en su retrato del Señor.
Celebrada por la crítica y también por la jerarquía: no en vano, el filme está dedicado a la memoria de Juan XXIII. En ese respeto al texto evangélico influyó mucho la madre de Pier Paolo, Susanna Pasolini: una cristiana fervorosa, a la que el director asignó el papel de la Virgen María ya mayor.
Como señalaba un crítico, el Jesús de Pasolini es un Cristo “con fuerza en la mirada y palabra de fuego, impulsiva e interpelante, para explicar a los hombres que el mensaje del Reino no tiene dilación” (Eduardo Gil de Muro en De los valores del cine al cine de los valores).
Enrique Irazoqui, un joven catalán de padre vasco y madre judía, estudiante de Arte Dramático, obtuvo el papel de Cristo tras una breve entrevista con el director: pidió hablar con él unos minutos, y a la salida el papel era suyo.
Jesús es representado aquí como un apasionado activista social. Es Dios, sí, pero vemos más su talante denunciador y, hasta cierto punto, revolucionario. Su ira ante la injusticia y la hipocresía es el resultado de la confrontación con las autoridades religiosas judías a su paso por Galilea y Jerusalén.
Al principio, Jesús parece lejano, rígido, carente de toda emoción. Sólo tras varios visionados –y, seguramente, tras un detallado estudio del filme- llegamos a darnos cuenta de que Jesús sonríe en algunas ocasiones y disfruta en algunas escenas con los niños. La desorientación inicial que experimentamos tal vez se deba a que no estamos acostumbrados a ver una representación de Jesús como un hombre rebelde, indómito y furioso.
La tensa interpretación que impuso el director a todo el reparto (especialmente a Irazoqui) y el abrupto montaje de las escenas, hace que el espectador se encuentre con una imagen del Salvador totalmente distinta a la que era habitual en aquella época: ya no aparece acogedor y suave, y también un tanto místico, como en "Rey de Reyes" (1961) o "La historia más grande jamás contada" (1965), sino más bien destemplado o incluso airado.
Por otra parte, la mezcla de escenas contemplativas, sin diálogo, donde todo se intuye con miradas, junto con largos parlamentos de Jesús –a veces, realmente interminables- da la impresión de un cierto desequilibrio narrativo.
También desde el punto de vista narrativo cabe señalar que es la primera película basada en un solo Evangelio: después vendría “Jesús” (1979), de John Krish y Peter Sykes, basado sólo en Lucas; y más recientemente, “The Gospel of John” (2003). Pero entonces fue una novedad, y esto llevó al director a destacarlo en el propio título.
Siguiendo al pie de la letra el evangelio de San Mateo —aunque hurtando dos pasajes claves de ese texto: la designación de Pedro como cabeza de la Iglesia, y el discurso sobre el Juicio final—, Pasolini rodó una de las versiones más celebradas por la crítica, aunque ambigua en su retrato del Señor.
Celebrada por la crítica y también por la jerarquía: no en vano, el filme está dedicado a la memoria de Juan XXIII. En ese respeto al texto evangélico influyó mucho la madre de Pier Paolo, Susanna Pasolini: una cristiana fervorosa, a la que el director asignó el papel de la Virgen María ya mayor.
Como señalaba un crítico, el Jesús de Pasolini es un Cristo “con fuerza en la mirada y palabra de fuego, impulsiva e interpelante, para explicar a los hombres que el mensaje del Reino no tiene dilación” (Eduardo Gil de Muro en De los valores del cine al cine de los valores).
Enrique Irazoqui, un joven catalán de padre vasco y madre judía, estudiante de Arte Dramático, obtuvo el papel de Cristo tras una breve entrevista con el director: pidió hablar con él unos minutos, y a la salida el papel era suyo.
Jesús es representado aquí como un apasionado activista social. Es Dios, sí, pero vemos más su talante denunciador y, hasta cierto punto, revolucionario. Su ira ante la injusticia y la hipocresía es el resultado de la confrontación con las autoridades religiosas judías a su paso por Galilea y Jerusalén.
Al principio, Jesús parece lejano, rígido, carente de toda emoción. Sólo tras varios visionados –y, seguramente, tras un detallado estudio del filme- llegamos a darnos cuenta de que Jesús sonríe en algunas ocasiones y disfruta en algunas escenas con los niños. La desorientación inicial que experimentamos tal vez se deba a que no estamos acostumbrados a ver una representación de Jesús como un hombre rebelde, indómito y furioso.
La tensa interpretación que impuso el director a todo el reparto (especialmente a Irazoqui) y el abrupto montaje de las escenas, hace que el espectador se encuentre con una imagen del Salvador totalmente distinta a la que era habitual en aquella época: ya no aparece acogedor y suave, y también un tanto místico, como en "Rey de Reyes" (1961) o "La historia más grande jamás contada" (1965), sino más bien destemplado o incluso airado.
Por otra parte, la mezcla de escenas contemplativas, sin diálogo, donde todo se intuye con miradas, junto con largos parlamentos de Jesús –a veces, realmente interminables- da la impresión de un cierto desequilibrio narrativo.
También desde el punto de vista narrativo cabe señalar que es la primera película basada en un solo Evangelio: después vendría “Jesús” (1979), de John Krish y Peter Sykes, basado sólo en Lucas; y más recientemente, “The Gospel of John” (2003). Pero entonces fue una novedad, y esto llevó al director a destacarlo en el propio título.
Entiendo que en su época la crítica y la jerarquia de la iglesia alaben este film. Unos por dar como ha comentado usted una visión cristiano-marxista tan en auge en los 60-70 y otros por no dar esa imagen tan edulcorada made en Hollywood y más fiel al evangelio.
ResponderEliminarPero mi opinión, libre de esa perspectiva y sabiendo que lo que voy a decir es bastante poco correcto para la crítica ortodoxa que considera el film poco menos que una obra de arte, es bastante negativa. Para mi una cosa es la sobriedad, austeridad, sencillez y otra la cutrez. Y esta pelicula muy amenudo cae en la cutrez, ya sea de puesta en escena, ambientación (por mucho simbolismo que quisiera dar) y un largo etcétera técnico. Pero lo peor son las interpretaciones, claro ésta que eran actores no profesionales....pero por ejemplo en el neorrealismo italiano ya se hizo y con mucha mejor fortuna, como el caso de "El ladrón de bicicletas"
Este es el rostro dónde menos identifico a cristo, no parpadear produce la sensación de antinaturalidad gestual, si además sumamos ese entrecejo tan poblado que nos recuerda mas que a la idea que tenemos de Jesús a la de Blas (el de barrio sesamo) nos da una imagen poco "atractiva" en todos los sentidos.
Con esto no defiendo que el rostro de Jesús tenga que ser bello, si no que transmita unos valores que el de Passolini no tiene.
Por último hablar del ritmo del film, bueno ritmo por decir algo, porque es bastante pesada de ver. Es una pena que con un texto tan apasionante y unas voces de doblaje tan estupendas, se haga hasta aburrido escuchar las palabras de Jesús.
De mi lista le doy sin duda la última posición.
Me gustaria conocer su opinión sobre "La vida de Bryan"
Coincido contigo en que esta película ha envecejido con el paso del tiempo. En pleno siglo XXI se vuelve sobre ella para verla como una pieza de museo, como algo que ha quedado desfasado.
ResponderEliminarEn su momento se alabó su fotografía en Blanco y negro, muy contrastada, y también su atrevido montaje (aunque yo lo calificaría más bien de errático). Ahora, con la perspectiva del tiempo, vemos que la supuesta "naturalidad" de la historia no es tal, y que el desequilibrio narrativo no es virtud sino defecto.
Sobre el filme que mencionas, me parece que no va más allá de lo que pretende: una mofa irreverente del cristianismo tomando como eje la supuesta confusión de los Magos con respecto a la identidad de Jesús. No da para más.
Sobre La vida de Bryan tengo una postura contradictoria, usted ha dejado bien claro su postura sobre el film, aun asi me gustaria pedirle que en un futuro le dedicase un post para tener un debate más profundo sobre ella.
ResponderEliminar¿Que le parecia dedicar unos post sobre los filmes que más han distorsionado la figura de Jesús o que simplemente han atacado al cristianismo? ahi si que tiene material de sobra jejeje
Perdona el retraso en contestar. Hasta hoy no he visto tu post.
ResponderEliminarEn efecto, he dejado clara mi posición: no se puede tomar a broma la fe de otras personas, y mucho menos hacer una parodia de los hechos narrados en las Escrituras.
Respecto a lo de un post sobre los filmes más críticos, pues... puede ser. Dentro de un tiempo, cuando hayamos visto los más importantes sobre la vida de Jesús. Gracias por la idea.
Señor Alfonso, estos días yo me preguntaba ¿qué importancia tiene para una película la fundamentación y el punto de vista de un realizador a nivel personal? Ya que sabiendo que el señor Passolini era ateo, marxsista y homosexual, resulta por lo menos curioso que haya sido el director de uno de los filmes más memorables sobre el personaje de Jesús.
ResponderEliminarSaludos desde Colombia