martes, 22 de diciembre de 2009

Los Evangelios y el guión de “La Natividad”

Ayer presentaba el esquema narrativo de “La Natividad” (2006), de Catherine Hardwick, como pauta para un cine-fórum o un estudio de su estructura argumental.

Lo primero que apreciamos en esa “guía de escenas” es que el guión trata de armonizar los dos relatos evangélicos del Nacimiento de Cristo: el de S. Mateo y el de S. Lucas. El filme incluye la mayor parte de esos relatos, y las omisiones que podemos apreciar se justifican por el mismo propósito de combinar las dos versiones en una única narración.

Las ausencias más relevantes son: el texto completo del “Magnificat” (sólo oímos una parte, y fuera de lugar: en la voz en off con que se cierra la historia), la oración de Zacarías y la presentación de Jesús en el templo. Otras ausencias de menor entidad son la aparición del ejército celestial a los pastores y el sueño de los magos (que aquí se sustituye por una conversación entre ellos sobe la conveniencia de no volver a Herodes). Sólo una de estas omisiones es realmente un episodio: el de la presentación en el templo, y su eliminación resulta necesaria para conseguir que los pastores y los Magos concurran en el portal al mismo tiempo.

Como señalan algunos teólogos, esta reunión que la iconografía popular tiende a imaginar resulta poco probable. Los Magos debieron tardar algunos meses en llegar a Belén desde el lejano Oriente. Y el hecho de que Herodes decidiera degollar no a los recién nacidos, sino a todos los varones menores de dos años, hace presuponer que los Magos habrían visto la estrella aproximadamente un año antes: Herodes debió aumentar a dos años la edad de los niños que debían morir para asegurar que no se le escapaba el Mesías anunciado; si fuese un recién nacido, hubiera bastado con matar a los menores de uno o dos meses.

Resulta chocante que el guión de la película elimine dos himnos particularmente importantes, pues ambos han sido inspirados por Dios: las palabras del "Magnificat", el texto más largo e importante de la Virgen, y la oración de Zacarías, que hace patente la intervención de Dios en esa familia. Estas omisiones resultan aún más sorprendentes debido a que, sin esos parlamentos, ambas escenas quedan cojas, pues concluyen abruptamente sin apenas desarrollo narrativo.

Por otra parte, hay también pasajes trastocados o manipulados. En la Anunciación, las palabras del ángel Gabriel ("Hail, full of grace, the Lord is with you!") se cambian sin razón justificada: en vez de "full of grace" oímos "favored one". Más tarde, en el trayecto a Belén se añaden y escenifican los dolores del parto de María, lo que pone en duda el Nacimiento virginal de Cristo.

Aun con estas salvedades, que no son pocas, el conjunto puede considerarse como una adaptación válida del relato evangélico. Las principales objeciones provienen más bien del retrato de la Virgen. En todo caso, como decía ayer, esta película es una buena opción para estas fechas, y puede –aun con matices- servir como preparación para revivir una vez más el Nacimiento de Jesús en Belén.

8 comentarios:

  1. Gracias por todos estos comentarios, que me ayudan a valorar mejor esta película. La pondré a mis alumnos en clase, pero haciéndoles ver las objeciones que tiene, junto con todo lo bueno que pueden aprender en ella: la maravilla de que un Dios se hace hombre, el amor limpio de José y María, el recuerdo de un hecho histórico que estimula nuestra esperanza y nuestra Fe.

    ¡Feliz Navidad!

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  2. Realmente es sorprendente que se omitan dos escenas con tan alto valor teológico y expresivo como es el "Magnificat" y el "Benedictus". Es una verdadera pena que a veces tengan mayor preferencia las exigencias técnicas que la fe. ¿En un relato evangelio que ha de prevalecer o primar?

    Cada escena del Evangelio es evocador de lo sobrenatural; y lo sobrenatural es gracia pura de Dios que ilumina el interior del hombre atráyéndolo hacia El.

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  3. Os deseo a todos una feliz Navidad. Estaré ausente unos días para reunirme con la familia. Nos volveremos a encontrar ya en el 2.010.

    Feliz Navidad!

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  4. Gracias, Lorenzo. Te esperamos a principios del nuevo año. Y gracias también a todos, aunque no os animéis a escribir. Si estáis ahí, ¿por qué no dejáis un comentario? A todos nos hace bien pensar, escribir... y leer lo que otros piensan.

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  5. El parto virginal de la virgen, dogma de fe, es un asunto, el parto sin dolor, no es dogma ninguno, más bien es tradición y como tal, entiendo que podamos obviarla en una obra cinematográfica.

    ¿No os parece?

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  6. Hola, Óscar:

    Bienvenido al blog. Y gracias por tu aguda observación. Es cierto que el parto sin dolor no es dogma, pero -como dices- goza de una tradición en la Iglesia y una coincidncia de los teólogos que no puede despreciarse sin más. Además, hay un apoyo escriturístico en favor del parto sin dolor: S. Lucas relata, sin solución de continuidad, que la Virgen "dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre" (Lc 2, 7), cosa que no hubiera sido fácil con el sufrimiento que cualquier madre experimenta en un parto.

    Por eso, sin descartar del todo tu propuesta, me inclino a pensar que el parto de la Virgen fue sin dolor: "como la luz traspasa el cristal, sin mancharlo ni romperlo". Así fue, así esperamos verlo en el cine.

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  7. No veo inconveniente en que la Virgen tuviera el parto sin dolor; pero teniendo en cuenta los dolores de su hijo, me parece que tampoco pasa nada por admitirlo. Cierto que el que nace es Dios. Y muy bien pudiera evitar a su madre los dolores del parto.

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  8. Los dogmas no encierran todo el contenido de nuestra fe, son más bien producto de la necesidad de defender verdades discutidas en determinados momentos, no son necesarios para fijar el contenido de la revelación.
    Por otra parte, el parto con dolor es consecuencia del pecado original; recordad el Génesis: [16] A la mujer le dijo: Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás los hijos, y la Virgen estuvo libre de pecado original, por tanto, de sus consecuencias.
    El cine es libre de presentar las cosas como quiera; pero si pretende reproducir la historia, no puede caer en errores de tanto bulto sin desacreditarse.

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