domingo, 29 de mayo de 2011

El "salto" de Tom Leopard: de guionista televisivo a católico practicante

Tom Leopold es un escritor de comedias para series de televisión. De su pluma han salido decenas de episodios para series como Seinfield, Cheers y Will and Grace. De religión judía, el Domingo de Resurrección de este año decidió dar el salto más importante de su vida: recibir el bautismo y entrar a formar parte de la Iglesia Católica.

¿Qué fue lo que llevó a este célebre neoyorkino a llamar a las puertas del Catolicismo? Su camino, tan humano y tan sencillo, es una historia que merece ser contada.

Todo comenzó un 24 de diciembre. Tom terminaba de decorar, junto con su esposa y su hija de 17 años, la habitación del hotel donde celebrarían una escueta cena de Nochebuena, en un pueblo desértico del estado de Arizona, al sur de los Estados Unidos. Aunque eran judíos, los Leopold siempre habían “celebrado” la Navidad. En esta ocasión unos cuantos adornos que encontraron en la tienda del desértico pueblo, servirían para iluminar un poco la tristeza que sentían por no estar todos juntos.

La hija menor, entonces de catorce años, estaba internada en un centro de rehabilitación por un desorden alimenticio, que desde hacía dos años la había llevado de clínica en clínica y de psiquiatra en psiquiatra, sin encontrar alivio a su enfermedad. Su desorden le había afectado tanto que ese año sólo había podido acudir tres semanas a la escuela. «Ver a tu hija sufriendo –dice Tom- y constatar que nadie puede ayudarla es algo que un simple escritor de comedias no puede expresar con palabras».

Después de cena, ya en la cama y con las luces apagadas, con el corazón hecho un nudo y los ojos llenos de lágrimas, Tom se vio frente al abismo de la desesperación. «Yo solo no puedo con esto». Y casi sin darse cuenta, comenzó a rezar: «Dios mío, por favor, dame la más pequeña señal de que estás allá arriba».

Al día siguiente, mientras dejaba a su hija montando a caballo y su mujer y él daban un paseo, se les acercó un hombre, un tipo raro, que empezó a contarles cómo su mujer le había llevado a Cristo a los 33 años. Cuando se despidieron, el hombre le gritó: "¡Dios te está mirando!". Tom quedó sorprendido por esta apelación tan directa, y la interpretó como la señal que había pedido. Pero no se atrevió a dar ningún paso.

Algún tiempo después ocurrió una segunda coincidencia, para Tom aún más importante. Una visita a su antiguo psiquiatra le llevó al barrio de Nolita, en la ciudad de Nueva York. De repente, se topó con el P. Jonathan Morris, un sacerdote de la arquidiócesis de Nueva York que salía frecuentemente en la televisión. Tom estaba leyendo por esos días el libro The Promise, del mismo padre Morris, y había encontrado en él mucho consuelo para afrontar el sufrimiento de su hija. Después de comenzar una tímida conversación, Tom lanzó la pregunta:

- Padre, ¿cree que pueda tener un momento para hablar conmigo?

- Me puedes encontrar justo aquí -respondió el padre, señalando con una sonrisa la vieja iglesia de San Patricio, donde era vicario parroquial.

Para Tom, fue como si nunca antes hubiera visto el viejo templo.

«Fiel a su palabra, [el padre Morris] encontró un tiempo para mí y un lugar para mi familia en sus oraciones. Incluso tuvo un encuentro con mi hija menor».

«Desde el momento en que el padre Morris me tomó de la mano, supe que quería seguir a Cristo. ¿Sigue sufriendo mi hija? Sí, y todos seguimos sufriendo, pero ahora siento conmigo la gracia de Dios. No estamos solos».

Todo esto lo cuenta el propio Tom Leopard en el blog de la Conferencia Episcopal norteamericana. Y afirma que su modesta historia es una señal más de que Dios sigue respondiendo a las oraciones de los hombres. Probablemente no con revelaciones directas o apariciones milagrosas, pero sí misteriosamente, a través de las acciones libres de los hombres.

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