El filme de Mel Gibson tuvo, en el año previo a su estreno, la mayor oposición que ha tenido jamás una película. Para sorpresa de todos, se convirtió en el estreno del año y batió todos los récords de taquilla. En los próximos días voy a publicar, en una serie de 9 artículos, la historia completa de esa campaña orquestada internacionalmente.
Al poco de que Gibson llegara a Matera (Italia), a principios de agosto de 2002, el periódico Avvenire publicó una breve noticia sobre el proyecto: filmar una película sobre Jesucristo en idiomas desconocidos.
Al día siguiente, L’Avvenire publicaba un reportaje más amplio, con algunas frases del director australiano, en el que se concretaba algo más el proyecto: quería llevar a la pantalla el drama del Calvario, revivir —en latín y en arameo— las doce últimas horas de la vida de Jesús; y estaba seleccionando diversos escenarios que recreasen la Jerusalén de hacía dos mil años. En ese artículo se describía a un Gibson muy jovial y divertido, ataviado con ropa sport, y totalmente dispuesto a firmar autógrafos y conversar con los turistas.
En días sucesivos, las noticias sobre el tema se multiplicaron, y la expectación por el nuevo proyecto fue inevitablemente en aumento. Así que, a las pocas semanas, no tuvo más opción que aceptar una entrevista para la prensa. El día 14 de septiembre, el periódico milanés Il Giornale publicaba un extenso reportaje sobre Gibson, centrándose en diversos aspectos de interés humano. Entre otros, daba a conocer que una hija suya, Hannah Gibson, había decidido ser monja. A propósito de ello, señalaba la profunda piedad del director australiano, su aprecio por los valores familiares y su rechazo del divorcio y los anticonceptivos. También comentaba su costumbre de asistir diariamente a Misa en latín y de realizar diversas prácticas de piedad. Para completar el cuadro, incluyeron algunas frases del cineasta sacadas de contexto —en las que supuestamente criticaba las reformas realizadas por el Vaticano II— y comentaron erróneamente que él mismo iba a interpretar el papel de Jesús en la película.
Este reportaje fue reproducido parcialmente en diversos periódicos de todo el mundo, principalmente en Australia y Estados Unidos. Y en algunas de las noticias se incidió especialmente en la supuesta animosidad frente al Vaticano y en el hecho de que decidiera asumir el papel de Jesucristo. Sorprendido por tales informaciones, convocó una rueda de prensa en Roma para explicar detalladamente el proyecto de su película. El 24 de septiembre, ante un nutrido grupo de periodistas, dio a conocer qué actores conformaban el reparto, en qué lenguas se iba a filmar (latín y arameo) y qué motivos le habían llevado a filmar las doce últimas horas de la vida del Señor.
Sin embargo, aquello no contuvo a las fieras, sino que las despertó. El huracán mediático estaba a punto de estallar...
(Continuará el miércoles 28.IX)
Al poco de que Gibson llegara a Matera (Italia), a principios de agosto de 2002, el periódico Avvenire publicó una breve noticia sobre el proyecto: filmar una película sobre Jesucristo en idiomas desconocidos.
Al día siguiente, L’Avvenire publicaba un reportaje más amplio, con algunas frases del director australiano, en el que se concretaba algo más el proyecto: quería llevar a la pantalla el drama del Calvario, revivir —en latín y en arameo— las doce últimas horas de la vida de Jesús; y estaba seleccionando diversos escenarios que recreasen la Jerusalén de hacía dos mil años. En ese artículo se describía a un Gibson muy jovial y divertido, ataviado con ropa sport, y totalmente dispuesto a firmar autógrafos y conversar con los turistas.
En días sucesivos, las noticias sobre el tema se multiplicaron, y la expectación por el nuevo proyecto fue inevitablemente en aumento. Así que, a las pocas semanas, no tuvo más opción que aceptar una entrevista para la prensa. El día 14 de septiembre, el periódico milanés Il Giornale publicaba un extenso reportaje sobre Gibson, centrándose en diversos aspectos de interés humano. Entre otros, daba a conocer que una hija suya, Hannah Gibson, había decidido ser monja. A propósito de ello, señalaba la profunda piedad del director australiano, su aprecio por los valores familiares y su rechazo del divorcio y los anticonceptivos. También comentaba su costumbre de asistir diariamente a Misa en latín y de realizar diversas prácticas de piedad. Para completar el cuadro, incluyeron algunas frases del cineasta sacadas de contexto —en las que supuestamente criticaba las reformas realizadas por el Vaticano II— y comentaron erróneamente que él mismo iba a interpretar el papel de Jesús en la película.
Este reportaje fue reproducido parcialmente en diversos periódicos de todo el mundo, principalmente en Australia y Estados Unidos. Y en algunas de las noticias se incidió especialmente en la supuesta animosidad frente al Vaticano y en el hecho de que decidiera asumir el papel de Jesucristo. Sorprendido por tales informaciones, convocó una rueda de prensa en Roma para explicar detalladamente el proyecto de su película. El 24 de septiembre, ante un nutrido grupo de periodistas, dio a conocer qué actores conformaban el reparto, en qué lenguas se iba a filmar (latín y arameo) y qué motivos le habían llevado a filmar las doce últimas horas de la vida del Señor.
Sin embargo, aquello no contuvo a las fieras, sino que las despertó. El huracán mediático estaba a punto de estallar...
(Continuará el miércoles 28.IX)
No hay comentarios:
Publicar un comentario