"¿Cómo se rueda una Resurrección?". Esta idea rondaba la cabeza de Franco Zeffirelli cuando, a mediados de 1976, afrontaba la difícil tarea de plasmar en imágenes una escena que sobrepasa toda dimensión humana.
Sobre el guión, se trataba de una escena muy simple, en la que un Jesús glorioso y resucitado se aparece en el Cenáculo a los abatidos apóstoles. La primera señal de que la escena no estaba bien planificada llegó del departamento de maquillaje y sastrería. Otello Fava, el maquillador, pidió a Zeffirelli instrucciones precisas, pues no sabía qué apariencia debía tener un cuerpo resucitado. Al mismo tiempo, los encargados de vestuario plantearon dudas semejantes sobre las ropas que debía llevar Jesús: ¿las vestiduras rasgadas del proceso?, ¿el manto rojo de la Pasión?, ¿el sudario?, ¿una túnica nueva?
Por si fuera poco, el director de fotografía Armando Nannuzzi reconoció su completa falta de inspiración para iluminar la escena. Y hasta el mismo Powell se sentía sin ideas para interpretar ese pasaje.
En una noche de insomnio, tras explorar diversas posibilidades con Vincenzo Labella, el productor del filme, Zeffirelli reescribió la secuencia por completo, pero en las pruebas que hicieron a la mañana siguiente se vio con claridad que la escena seguía sin funcionar. A la vista de que ese pasaje no encontraba su plasmación adecuada, se decidió posponer el rodaje al último día de estancia en Túnez, con otro planteamiento. Mientras tanto, el director italiano seguía preguntándose: "¿cómo se rueda una resurrección?".
La víspera para regresar a Europa, sabiendo que era el último día en que podrían filmarlo, Zeffirelli dispuso los focos y todo el aparataje en una casa que alquilaron en Meknès. A las dudas iniciales se sumó una circunstancia absolutamente imprevista: al poco de empezar a trabajar, el cielo se oscureció y un viento huracanado agitó durante horas todo el plató. Lo intentaban una y otra vez, pero era imposible filmar nada con cierto orden y control de la escena. A media tarde de ese día, vencido por las dificultades, Zeffirelli decidió que bastaban las demás escenas (descubrimiento de los lienzos, visita de los fariseos a la tumba vacía, aparición del hortelano a María Magdalena) para significar en el filme la resurrección de Cristo. Una decisión que luego lamentaría profundamente.
Sobre el guión, se trataba de una escena muy simple, en la que un Jesús glorioso y resucitado se aparece en el Cenáculo a los abatidos apóstoles. La primera señal de que la escena no estaba bien planificada llegó del departamento de maquillaje y sastrería. Otello Fava, el maquillador, pidió a Zeffirelli instrucciones precisas, pues no sabía qué apariencia debía tener un cuerpo resucitado. Al mismo tiempo, los encargados de vestuario plantearon dudas semejantes sobre las ropas que debía llevar Jesús: ¿las vestiduras rasgadas del proceso?, ¿el manto rojo de la Pasión?, ¿el sudario?, ¿una túnica nueva?
Por si fuera poco, el director de fotografía Armando Nannuzzi reconoció su completa falta de inspiración para iluminar la escena. Y hasta el mismo Powell se sentía sin ideas para interpretar ese pasaje.
En una noche de insomnio, tras explorar diversas posibilidades con Vincenzo Labella, el productor del filme, Zeffirelli reescribió la secuencia por completo, pero en las pruebas que hicieron a la mañana siguiente se vio con claridad que la escena seguía sin funcionar. A la vista de que ese pasaje no encontraba su plasmación adecuada, se decidió posponer el rodaje al último día de estancia en Túnez, con otro planteamiento. Mientras tanto, el director italiano seguía preguntándose: "¿cómo se rueda una resurrección?".
La víspera para regresar a Europa, sabiendo que era el último día en que podrían filmarlo, Zeffirelli dispuso los focos y todo el aparataje en una casa que alquilaron en Meknès. A las dudas iniciales se sumó una circunstancia absolutamente imprevista: al poco de empezar a trabajar, el cielo se oscureció y un viento huracanado agitó durante horas todo el plató. Lo intentaban una y otra vez, pero era imposible filmar nada con cierto orden y control de la escena. A media tarde de ese día, vencido por las dificultades, Zeffirelli decidió que bastaban las demás escenas (descubrimiento de los lienzos, visita de los fariseos a la tumba vacía, aparición del hortelano a María Magdalena) para significar en el filme la resurrección de Cristo. Una decisión que luego lamentaría profundamente.
Como siempre sus comentarios no tienen precio. Tema dificil donde los haya el de filmar la resurreción y que resulte "creible".
ResponderEliminar¿Qué le parece la forma que tuvo de hacerlo Mel Gibson aunque solo fuera una escena de unos pocos segundos? como ya le comenté en otros post, me encantaria que Gibson se decidiera por realizar otros pasajes de la vida de Cristo. ¿Cree que esto podría ser posible?
En efecto, no es nada fácil imaginar cómo debería verse en la pantalla una Resurrección. Esa es la clave de este post: caer en la cuenta de que filmar una escena exige re-interpretarla, re-crearla, hacerla visual y creíble.
ResponderEliminarLa solución de Mel Gibson, que cierra la Pasión y a la vez se separa de ella (para no invadir la historia que se ha propuesto narrar) me parece muy acertada: muestra sin mostrar, solo aludiendo al cuerpo glorios de Cristo resucitado.
Respecto a lo de filmar otras partes de la vida de Cristo, no sé si en las actuales circunstancias se sentirá muy motivado. Quizás si tuviera una pequeña conversión (como ya sucedió en su anterior película).
Con esa última escena de la Pasión, Gibson consigue transmitirme una bocanada de esperanza y alegria, que tanto se agradece después de estar sufriendo dos horas junto Jesús todo su martirio.
ResponderEliminarMe parece muy interesante el doble sentido que a mi modo de ver tiene el hecho de la apertura del sepulcro en la escena, dónde la luz vence a la oscuridad.Genial.
No es cuestión de hablar de la vida personal del señor Gibson, pero intuyo a que se refiere cuando menciona sus circunstancias actuales y creo que no debe ser óbice para que vuelva a filmar un relato sobre la vida de Jesús. Quizá sea en estos momentos cuando mejor le vendria.
Gracias a Dios, nuestra religión consiste en caer y en levantarse una y otra vez. Me viene a la memoria la figura de Lope de Vega, con una fe tan profunda y sincera, y a la vez con una debilidad tan grande en los placeres de la carne. Pese a ello o por ello, no he leido otros poemas religiosos que tanto me hallan emocionado como los suyos. Denotan una gran pasión por parte de su autor.
Estoy de acuerdo contigo. Por una parte, en el comentario a la puesta en escena de la Resurrección (la luz vence a la oscuridad: en realidad, es un proceso gradual a lo largo de todo el filme, desde la niebla de Getsemaní a la luminosidad del nuevo día, de la Resurrección).
ResponderEliminarY también en los segundo: todos podemos levantarnos, siempre, haya pasado lo que haya pasado. Ojalá que aprendamos bien esa lección.