lunes, 14 de junio de 2010

Jesús y la Magdalena en el cine (1).- La historia y la leyenda

La figura de María Magdalena ha cobrado un realce especial en los últimos años, aunque no siempre con intenciones piadosas o ejemplarizantes. El interés por el pensamiento gnóstico, unido al empeño de construir una “Teología feminista”, han cristalizado en libros y artículos que han pretendido desvirtuar la realidad que nos cuentan los Evangelios, imaginando una “nueva Magdalena” que, en unos casos, habría sido la esposa de Jesús, y en otros, una mujer vilipendiada y deshonrada por la Iglesia.

La primera fabulación toma pie en el “Evangelio de María (Magdalena)”, un texto apócrifo –de orientación gnóstica- conocido desde el siglo III y publicado ampliamente en 1938, que nunca fue tenido por histórico, y que ahora se presenta como “documento recién descubierto” (¿?). La tendencia gnóstica al pensamiento maniqueo –un dios bueno y uno malo, o un Dios y una diosa- habrían facilitado el deslizamiento de identificar a la discípula más fiel de Jesús con su imaginaria esposa. Sobre esta inventada hipótesis se han escrito novelas y realizado también películas, algunas con pretensión de “verdad histórica”, o de “reciente descubrimiento”.

La segunda fabulación es una clara injusticia o, quizás, un desconocimiento de lo que ha sido la piedad cristiana durante siglos. Puede entenderse que algunos –tomando pie de elementos circunstanciales- hayan imaginado una biografía oscura de esta mujer (como ahora veremos), pero lo que no tiene fundamento es atribuir eso a la Iglesia como institución, que siempre ha tenido a María Magdalena por santa y la ha honrado como tal.

Para situar los datos en su contexto, vamos a seguir los trabajos publicados por un equipo de teólogos de la Universidad de Navarra, dirigidos por Francisco Varo, que han respondido con todo detalle a 54 preguntas sobre Jesús y la Iglesia, en las que también se analiza la figura de la Magdalena y su relación con los apóstoles.

1. Datos bíblicos:

Los Evangelios (Lc 8,2) nos dicen que entre las mujeres que seguían a Jesús y le asistían con sus bienes estaba María Magdalena, es decir, una mujer llamada María, que era oriunda de Migdal Nunayah, en griego Tariquea, una pequeña población junto al lago de Galilea, a 5,5 km al norte de Tiberías. De ella Jesús había expulsado varios “espíritus malignos”. La expresión empleada por el evangelista puede entenderse como una posesión diabólica, pero también como una enfermedad del cuerpo o del espíritu.

Los sinópticos la mencionan como la primera de un grupo de mujeres que contemplaron de lejos la crucifixión de Jesús (Mc 15,40-41) y que se quedaron sentadas frente al sepulcro (Mt 27,61) mientras sepultaban a Jesús (Mc 15,47). Señalan que en la madrugada del día después del sábado María Magdalena y otras mujeres volvieron al sepulcro a ungir el cuerpo con los aromas que habían comprado (Mc 16,1-7); entonces un ángel les comunica que Jesús ha resucitado y les encarga ir a comunicarlo a los discípulos (cf. Mc 16,1-7).

San Juan presenta los mismos datos con pequeñas variantes. María Magdalena está junto a la Virgen María al pie de la cruz (Jn 19,25). Después del sábado, cuando todavía era de noche, se acerca al sepulcro, ve la losa quitada y avisa a Pedro, pensando que alguien había robado el cuerpo de Jesús (Jn 20,1-2). De vuelta al sepulcro, se queda llorando y se encuentra con Jesús resucitado, quien le encarga anunciar a los discípulos su vuelta al Padre (Jn 20,11-18). Esa es su gloria. Por eso, la tradición de la Iglesia la ha llamado en Oriente "isapóstolos" (igual que un apóstol) y en Occidente "apostola apostolorum" (apóstol de apóstoles). En Oriente hay una tradición que dice que fue enterrada en Éfeso y que sus reliquias fueron llevadas a Constantinopla en el siglo IX.

Como puede verse, no hay nada en los Evangelios que dé pie a esa supuesta “difamación” por parte de la Iglesia, todo lo contrario. Entonces, ¿de dónde le viene a la Magdalena su “mala fama”? En seguida vamos a verlo.

2. Confusión con la mujer pecadora

A partir de los siglos VI y VII, en la Iglesia Latina se tendió a identificar a María Magdalena con la mujer pecadora que ungió los pies de Jesús con sus lágrimas.

La identificación entre una y otra surge por un doble motivo:

a) Por contigüidad de dos pasajes evangélicos. Después del relato en que Jesús perdona a la mujer pecadora (Lc 7,36-50), el mismo evangelista señala a continuación que al Señor le asistían algunas mujeres, y la primera que menciona es María Magdalena (Lc 8,1-2). Además, nos dice que ella “había sido librada de espíritus malignos” (Lc 8, 2); y Marcos especifica el número: el Señor había expulsado de ella siete demonios (Mc 16,9). La cercanía de esos dos pasajes y la asociación entre “mujer pecadora” y “mujer poseída por el demonio” motivó que algunos escritores –en su afán de identificar a la pecadora innominada- imaginasen que se trataba de la misma mujer.

b) Por confusión de escenas. Existen dos unciones en los evangelios. Una es la de la pecadora arrepentida, que es exclusiva de Lucas (7,36-50), y que tiene lugar en Galilea, en casa de Simón el fariseo. La otra, aunque relatada en términos parecidos por los otros evangelistas (Mc 14,3-9; Mt 26,6-13; Jn 12,1-8), sucede en Betania, en casa de Simón el leproso. Existe, además, una diferencia temporal muy importante: Lucas sitúa la suya al comienzo de la vida pública, mientras que los otros tres la colocan en vísperas de la Pascua, como pórtico de la Pasión y preparación o adelanto de su sepultura (Mc 14, 8). A pesar de estas claras diferencias, algunos escritores tendieron a confundir ambas escenas.

Por si fuera poco, los datos aportados por Juan (“Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa”) y la expresa mención de la protagonista (“María tomó una libra de perfume de nardo puro, de gran precio, ungió los pies de Jesús y los enjugó con sus cabellos”) motivaron que se identificase a esta María –que parece ser la hermana de Lázaro- con María Magdalena y la mujer pecadora: tres personajes que, para algunos escritores, serían uno solo.

Como consecuencia, debido en buena parte a los escritos de San Gregorio Magno, en Occidente se extendió la idea de que las tres mujeres eran la misma persona; y que, por tanto, María Magdalena había tenido un pasado licencioso.

A finales del siglo XX, y desfigurando el origen casual de esas confusiones, algunos cultivadores de la “teología-ficción” han querido presentar a María Magdalena como una “mártir” de la causa feminista, que habría sido “vilipendiada durante siglos” por una Iglesia “machista”. Como hemos visto, la realidad histórica fue muy distinta: la Iglesia siempre le ha concedido un lugar preeminente entre los discípulos de Jesús y la ha venerado como santa.

Y nada de lo que dicen los Evangelios va en detrimento de esa veneración. En su encuentro con Jesús después de la resurrección (Jn 20,14-18), María Magdalena manifiesta un profundo amor hacia su Redentor. Y, en todo caso, aun cuando se tratara de la mujer pecadora, su pasado no querría decir nada. Pedro fue infiel a Jesús y Pablo un perseguidor de los cristianos. La grandeza de la Magdalena no está en su impecabilidad sino en su amor. Justamente, eso es lo que Jesús alaba en la mujer pecadora: "Le son perdonados sus muchos pecados, porque ha amado mucho" (Lc 7,47).

Esta confusión de identidades se ha plasmado también en las películas. Como veremos en los próximos artículos, algunos de los filmes de los últimos cuarenta años han asumido esa identificación de personajes, e incluso han desarrollado imaginativamente su biografía pasada.

1 comentario:

  1. Alfonso,
    por fin me animo a escribir aunque no es la primera vez que leo el blog. Me ha gustado mucho este artículo y, aunque me aparte del tema, he intentado darme de alta como seguidor del blog, aunque no sé si lo he logrado hacer: ¿funciona bien con Firefox y es preciso tener una cuenta en Google Friend? Un abrazo, Aº Javier

    ResponderEliminar